Mi amigo Navalni
Alex¨¦i, Boris Nemtsov y yo consagramos nuestras vidas para que Rusia sea un pa¨ªs libre y feliz. Hoy ambos est¨¢n muertos y siento un negro vac¨ªo, pero seguir¨¦ luchando contra la tiran¨ªa
Las noticias llegan lentamente al barrac¨®n de un campo penitenciario, y de la muerte de Alex¨¦i Navalni solo me enter¨¦ ayer.
Cuesta transmitir mi conmoci¨®n. Cuesta ordenar tus ideas. El dolor y el horror resultan insoportables.
De todos modos no me quedar¨¦ callado. Dir¨¦ lo que creo importante.
Yo no me planteo la pregunta de qu¨¦ es lo que ha pasado con Navalni. No tengo ninguna duda de que lo han matado. Alex¨¦i se ha pasado tres a?os bajo el control de las fuerzas de seguridad, que ya en 2020 le organizaron un atentado que fracas¨®. Hoy han llevado la operaci¨®n hasta el final.
Yo no me planteo la pregunta de qui¨¦n lo ha matado. No tengo duda alguna de que es Putin. Putin es un criminal de guerra. Navalni era su opositor clave en Rusia y era odiado en el Kremlin. Putin ten¨ªa el motivo y la oportunidad. Y estoy convencido de que ¨¦l fue quien mand¨® matarlo.
Comprendo que la propaganda oficial se pondr¨¢ a manipular a la opini¨®n p¨²blica. Dir¨¢n que la muerte de Navalni no beneficia al presidente, que matar a Navalni a un mes de las elecciones no es l¨®gico, que Putin est¨¢ centrado en la pol¨ªtica global y no tiene tiempo para pensar en no s¨¦ qu¨¦ preso... Es una completa estupidez, y ya se la pueden borrar al instante de la cabeza. Despu¨¦s del envenenamiento de Navalni en 2020, la propaganda defend¨ªa a Putin con el argumento de que ¡°si hubiera querido matarlo, lo habr¨ªa hecho¡±. Y es la pura verdad. Lo quiso y lo mat¨®. Y no solo lo mat¨®, sino que lo mat¨® de modo demostrativo. Especialmente, poco antes de las elecciones, para que de hecho nadie dude de la participaci¨®n de Putin. Del mismo modo manifiesto mat¨® a Prigozhin: de manera que nadie dudara de ello.
Tal como entiende las cosas Putin, justamente es as¨ª como se consolida el poder: con asesinatos, crueldad y una venganza ejemplar. No es este el pensamiento de un hombre de Estado. Es la manera de pensar del capo de una banda. De modo que reconozcamos honestamente que Putin es el capitoste de una estructura mafiosa que se ha fundido con nuestro Estado. Un ser privado de toda restricci¨®n moral o legal. Un ser que somete a su pueblo al terror, y a aquellos que no lo temen los encierra o los elimina.
Por eso muri¨® tiroteado Boris Nemtsov. Por eso han matado a Alex¨¦i Navalni. Durante tres a?os, en las colonias penitenciarias lo han torturado en las celdas de castigo y lo han castigado para que Alex¨¦i pidiera piedad. No lo han conseguido y por eso le han quitado la vida.
El enfrentamiento entre Navalni y Putin ha mostrado la dimensi¨®n de ambas personalidades. Alex¨¦i queda para la historia como un hombre de una valent¨ªa incomparable, un hombre que sigui¨® adelante en nombre de aquello en lo que cre¨ªa. Y march¨® con una sonrisa y con la cabeza orgullosamente bien alta. Y muri¨® como un h¨¦roe.
Putin, en cambio, quedar¨¢ como un hombrecillo que recibi¨® casualmente en sus manos un poder enorme. Un personaje que se esconde en un b¨²nker, que mata a la chita callando y convierte en rehenes de sus complejos a millones de personas.
Pero yo no le deseo la muerte a Putin. Ans¨ªo que responda de sus cr¨ªmenes, y no solo ante el juez divino sino ante el terrenal.
Alex¨¦i Navalni era mi amigo. Como lo fue Boris Nemtsov. Trabajamos para una misma causa y consagramos nuestras vidas para que Rusia sea un pa¨ªs pac¨ªfico, libre y feliz. Hoy mis dos amigos est¨¢n muertos. Y siento en mi fuero interno un negro vac¨ªo. Y, claro est¨¢, soy consciente de mis propios riesgos. Estoy tras las rejas, mi vida est¨¢ en manos de Putin y se halla en peligro. Pero seguir¨¦ dando la vara con mi l¨ªnea.
Hall¨¢ndome ante el cuerpo de Boris en febrero de 2015, me jur¨¦ no tener miedo, no rendirme y no huir. Pasados nueve a?os, llorando el asesinato de Navalni, no puedo m¨¢s que repetir mi juramento: mientras en mi pecho siga latiendo el coraz¨®n seguir¨¦ luchando contra la tiran¨ªa. Mientras viva no temer¨¦ al mal. Mientras respire, estar¨¦ junto a mi pueblo. Lo juro.
Alex¨¦i duerme en paz.
Yulia [la viuda], Liudmila Iv¨¢novna y Anatoli Iv¨¢novich [los padres], Oleg, Dasha y Zajar [los hijos]: ?coraje! Estoy con vosotros.
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