La moto averiada de la izquierda
El progresismo alternativo sue?a con organizaciones indefinidas basadas en el carisma digital de sus l¨ªderes y un cuerpo de simpatizantes con los que establecer una relaci¨®n m¨¢s marketiniana que org¨¢nica
¡°El BNG solo ha tenido que sentarse a esperar para ver c¨®mo despu¨¦s de las Mareas las aguas vuelven a su cauce¡±. Esto me dec¨ªa alguien conocedor de la pol¨ªtica gallega a prop¨®sito de uno de los triunfadores de la noche del domingo. El otro, el PP, ha dejado v¨ªa libre a su arrogancia dando por finiquitado a S¨¢nchez. Es cierto que la victoria no entiende de matices, tanto como que los medios de la corte madrile?a tuvieron que reescribir las columnas donde ya le tomaban las medidas a Feij¨®o. Un par de esca?os menos y todo hubiera sido muy diferente.
Ese sentarse a esperar ha sido realmente mucho m¨¢s. Continuidad y cercan¨ªa, algo que en el BNG ha resultado una constante. De repente todo el mundo en la izquierda reclama el valor de la implantaci¨®n territorial para explicar, de alguna manera, el p¨¦simo resultado de Sumar cuando no los despreciables n¨²meros obtenidos por Podemos. Bien est¨¢, sobre todo si se entiende que el apego al territorio es algo m¨¢s complejo que contar con una marca. Existir en un lugar es construir comunidad mediante la pol¨ªtica cotidiana en barrios y pueblos. Aspirar a representar a tus votantes no es lo mismo que ser tus votantes.
Galicia era una prueba dif¨ªcil para Sumar al tener que enfrentarse a opciones m¨¢s consolidadas y competir con hasta cinco partidos con posibilidades. Tambi¨¦n porque su espacio no hab¨ªa obtenido representaci¨®n en 2020: pesa la memoria del voto ¨²til. ?Qu¨¦ pod¨ªa ofrecer el partido de D¨ªaz que no ofrecieran alguna de las otras opciones ya existentes? Ah¨ª el tema trasciende la especificidad gallega y nos sit¨²a ante el problema que esta organizaci¨®n no ha sabido resolver en sus casi primeros dos a?os de existencia.
Un problema que proviene, m¨¢s que de una incapacidad, de una apuesta. Que Sumar parezca m¨¢s un cuadro impresionista que un c¨®mic de l¨ªnea clara no seduce a los votantes, pero tambi¨¦n paraliza a los militantes de los partidos bajo su paraguas: ?por qu¨¦ esforzarte en una campa?a donde los argumentos, candidatos y decisiones se te han impuesto sin que puedas influir m¨ªnimamente sobre ellas? D¨ªaz y su aparato padecen de la misma verticalidad que ya padec¨ªa Iglesias, con la diferencia de que la gente que te pega los carteles carece de la ilusi¨®n de entonces.
La democracia interna es algo m¨¢s que una necesidad ¨¦tica, es un bien organizativo que vale para implicar a los que mueven tu mensaje hasta el emplazamiento m¨¢s rec¨®ndito para que tu proyecto adquiera capilaridad. La pones en funcionamiento si crees que la necesitas. Si no fabulas con que no te hace falta porque no te hacen falta ni los militantes, ni las estructuras ni por tanto un sistema reglado de toma de decisiones. Es con lo que, por desgracia, lleva so?ando el progresismo los ¨²ltimos tiempos: organizaciones indefinidas basadas en el carisma digital de sus l¨ªderes y un cuerpo de simpatizantes con los que establecer una relaci¨®n m¨¢s marketiniana que org¨¢nica.
Alguien ¡ªalguien con un m¨¢ster caro en una universidad extranjera¡ª vendi¨® la moto la pasada d¨¦cada y ah¨ª sigue el cacharro, en el taller, en una continua reparaci¨®n que nunca termina porque nadie se atreve a admitir que le timaron. El 15-M fue bonito pero tambi¨¦n vali¨® para que un incontable ej¨¦rcito de charlatanes creyera ver en las plazas la validaci¨®n de sus novedos¨ªsimas teor¨ªas que, dijeran lo que dijeran, despreciaban a los partidos y a los militantes. Hoy todo el arco pol¨ªtico espa?ol, desde la extrema derecha a la izquierda nacionalista, cuenta con partidos fuertes. Todos menos la izquierda alternativa.
La cuesti¨®n es que lo que funcion¨® por un breve lapso hoy ya no funciona. Las alambicadas enunciaciones que explicaban aquel ¨¦xito nunca tuvieron en cuenta que el contexto era propicio para que triunfara hasta una banda de gardenias dirigidas por un ficus. El paro, la corrupci¨®n, los recortes impuestos desde Europa y perpetrados por el Gobierno de la derecha, m¨¢s una grave crisis de legitimidad del r¨¦gimen pol¨ªtico, estaban entonces muy presentes y hoy pr¨¢cticamente ausentes. Si todo aquello se pudo aprovechar fue porque antes hab¨ªa existido una acumulaci¨®n de fuerzas ¡ªde militantes, pr¨¢cticas e ideas¡ª que hund¨ªa sus ra¨ªces en el arco que va de las manifestaciones contra la guerra en Irak hasta la lucha contra el Plan Bolonia pasando por las primeras protestas enfocadas en la vivienda.
Puede que escribir todo esto nos haga ser parte de esa izquierda prejuiciosa e inquisitorial de la que Alberto Garz¨®n dice haber sido v¨ªctima al ponerle dif¨ªcil vender su agenda para hacer lobby. Quiz¨¢s reclamar que la ministra de Trabajo cuente con un partido centrado en el trabajo nos haga pasar por unos tradicionalistas trasnochados. Lo cierto es que el progresismo no abandona su trayectoria declinante, por m¨¢s que recurra a nuevos rostros, siglas, denominaciones y diversidades. Lo mismo es que todo es m¨¢s sencillo de lo que parece.
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