Defender cada cent¨ªmetro de democracia

En su discurso sobre el estado de la Uni¨®n, Joe Biden dijo que, a su juicio, en EE UU la democracia y la libertad est¨¢n bajo ataque como nunca ¡°desde el presidente Lincoln y la guerra civil¡±. Tiene raz¨®n. La posibilidad de un regreso de Trump al poder es un riesgo enorme. Biden tambi¨¦n subray¨® las amenazas que la democracia afronta en otros lares. En efecto, el panorama global no es prometedor. El estudio anual de The Economist Intelligence Unit (publicado en febrero) registr¨®, una vez m¨¢s, un deterioro de la calidad democr¨¢tica global, agravando una senda de descenso casi ininterrumpida desde 2015.

En lo que concierne a la UE, el veredicto del informe para Europa occidental ¡ªcategor¨ªa que incluye a gran parte del bloque¡ª fue de estabilidad entre 2022 y 2023, pero la regi¨®n sigue claramente por debajo del pico de calidad alcanzado en 2008. En conjunto, visiones apocal¨ªpticas son injustificadas. Pero no hay ning¨²n margen para la autocomplacencia.

Los motivos de preocupaci¨®n son m¨²ltiples. Por el lado de la acci¨®n gubernamental, m¨¢s all¨¢ de extremos como la deriva autoritaria brutal de Hungr¨ªa, asistimos al aflorar de episodios inquietantes, como las maniobras del primer ministro eslovaco, Robert Fico, que acaba de cerrar la fiscal¨ªa especial anticorrupci¨®n, o las que le han granjeado a Grecia una resoluci¨®n del Parlamento Europeo que manifiesta su preocupaci¨®n acerca de la libertad de prensa, el trato policial a los migrantes y las escuchas a opositores pol¨ªticos.

Por el lado de los votantes, vimos tasas de abstenci¨®n muy fuertes en las ¨²ltimas elecciones en Francia e Italia, un claro s¨ªntoma de desapego. Un estudio publicado a finales de febrero por el Pew Center (con unos 31.000 encuestados en 24 pa¨ªses) aporta otros valiosos datos acerca de la desafecci¨®n democr¨¢tica. Entre ellos, dos muy interesantes sobre Espa?a: es el pa¨ªs de los 24 objeto de estudio en el que es m¨¢s alto el porcentaje de encuestados que considera que a los pol¨ªticos no les importa lo que piensan personas como ellos (un 85%, frente a una media del 74%); y es uno de los pa¨ªses en los que, en comparaci¨®n con una radiograf¨ªa equivalente hecha en 2017, m¨¢s ha aumentado el porcentaje de quienes consideran favorablemente un Gobierno de t¨¦cnicos en vez de pol¨ªticos (era un 49% a favor y otro tanto en contra entonces; ahora un 65% lo ve bien, y solo un 34% mal).

Por el lado de los votantes, por supuesto, tambi¨¦n hay que tomar nota del auge de voto extremista. Hoy, en Alemania, AfD, partido con componentes extremadamente inquietantes, es el segundo en intenci¨®n de voto. Por la izquierda, se est¨¢ configurando una formaci¨®n esc¨¦ptica con el cambio clim¨¢tico y reacia a apoyar a Ucrania. En Italia, Meloni est¨¢ gobernando de forma m¨¢s pragm¨¢tica de lo que algunos pensaban, pero es un hecho que el panorama pol¨ªtico est¨¢ dominado por fuerzas exc¨¦ntricas y no especialmente tranquilizadoras en cuanto a perspectivas de refuerzo de una democracia insatisfactoria (menor calidad, seg¨²n el EIU, que las de Francia, Alemania o Espa?a).

El diagn¨®stico no tiene secretos. Muchos est¨¢n disgustados con c¨®mo las democracias europeas han gestionado fen¨®menos como la globalizaci¨®n o la inmigraci¨®n. Graves episodios de corrupci¨®n indignan. La polarizaci¨®n, enconada por las redes sociales, galopa, y dificulta la acci¨®n pol¨ªtica consensuada y moderada. Lentitud e ineficacia de las respuestas democr¨¢ticas en un mundo cada vez m¨¢s turbulento, cambiante y vertiginoso crean frustraci¨®n.

Por supuesto, hay luces en el horizonte. Las democracias de la UE respondieron de forma solidaria a la crisis pand¨¦mica. Polonia logr¨® librarse en las urnas de los promotores de una pavorosa deriva autoritaria. Francia acaba de enviar un estupendo mensaje elev¨¢ndose por encima de las tan a menudo pat¨¦ticas trincherillas partidistas para consagrar por abrumadora mayor¨ªa en la Constituci¨®n el derecho de las mujeres al aborto. Pero las amenazas son serias, no podemos no ver que incubamos virus, que la defensa de la democracia requiere esfuerzo constante y disposici¨®n generosa y valiente.

En una tribuna recientemente publicada en este diario, el presidente de Brasil. Luis In¨¢cio Lula da Silva, defendi¨® que ¡°la respuesta a los ataques a la democracia es mejorar la vida de las personas¡±. Tiene por supuesto raz¨®n. Servicios p¨²blicos que garanticen cohesi¨®n social, como ¨¦l promueve en su pa¨ªs, son esenciales. Tambi¨¦n lo es responder a los ataques a la democracia, como el de Rusia en Ucrania, con los tanques. Si no es enviando tanques o sancionando al agresor, al menos deber¨ªan evitarse equidistancias entre agresor y agredido, que ¨¦l ha marcado p¨²blicamente.

La democracia no puede darse por descontada. Hay que defenderla cent¨ªmetro a cent¨ªmetro. Todos estamos convocados a ello, cada cual dentro de sus capacidades. En la UE hay mucho trabajo interno por hacer, sobre todo para superar la enfermedad de una polarizaci¨®n enconada, alejada del inter¨¦s colectivo y de datos contrastables, que unos espolean sin escr¨²pulo, y en la que muchos otros acaban alimentando la espiral. Pero tambi¨¦n lo hay para defenderse de las amenazas externas. Hay una ¡ªRusia, con el apoyo militar de Ir¨¢n y Corea del Norte, y pol¨ªtico-econ¨®mico de China¡ª que reclama que no miremos hacia otro lado.