En espera del pr¨®ximo verano
Est¨¢s leyendo esto que no te habla a vos ni de vos. Que habla de que todos llevamos, a veces, el mismo nombre sin apellido, hu¨¦rfanos ancestrales
Est¨¢s leyendo esto en el banco de una plaza de Madrid, o de Bogot¨¢, o de Ciudad de M¨¦xico, una plaza repleta de ni?os ajenos que juegan como si el mundo fuera a ser siempre un carrusel o una hamaca, y toda esa felicidad te resulta ofensiva y dolorosa porque no es tuya. Est¨¢s leyendo esto intentando sobrellevar ¡ªsin demasiado ¨¦xito¡ª la perspectiva de otro fin de semana sin planes, el largo puente de la abulia tendido de s¨¢bado a domingo con la posible salvaci¨®n opaca del lunes que, as¨ª y todo, queda demasiado lejos. Est¨¢s leyendo esto mientras las ratas roen los d¨¦biles cables que todav¨ªa te atan a las cosas mientras tom¨¢s un caf¨¦ sobre un mantel de hule en una cocina que da a un contrafrente y en la que flota el aroma de repasadores sucios. Est¨¢s leyendo esto con temor al sue?o ¡ªpor las pesadillas¡ª y a la vigilia ¡ªpor las pesadillas¡ª, en un largo viaje hacia la noche que no llega nunca. Est¨¢s leyendo esto tratando de sentir algo ¡ªcari?o por un gato, ganas de leer un libro¡ª pero no sent¨ªs nada. Est¨¢s leyendo esto mientras ¨¦l te dej¨®, mientras ella se fue, cuando todos ellos se murieron. Est¨¢s leyendo esto balance¨¢ndote con amargura en el recuerdo feliz de un tiempo lejano del que s¨®lo quedan hilachas, un par de zapatos y un vestido pasado de moda. Est¨¢s leyendo esto que no te habla a vos ni de vos. Que habla de que todos llevamos, a veces, el mismo nombre sin apellido, hu¨¦rfanos ancestrales, hijos de la l¨¢grima. Hoy sal¨ª a correr a ¨²ltima hora de la tarde. El verano del sur se aleja con honradez, con belleza y se?or¨ªo, glasea las copas de los ¨¢rboles con su luz talentosa. Todo anuncia su fin ¡ªlos d¨ªas m¨¢s cortos, la temperatura m¨¢s baja¡ª, y sin embargo correr a esta hora sigue siendo como nadar entre peces dorados. Dice un poema: ¡°Hay un desierto. Hay otro desierto que llamamos hogar¡±. Los hogares se desvanecen. S¨®lo quedamos nosotros. Conviene permanecer, atravesar el invierno de nuestro descontento en espera del pr¨®ximo verano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.