Ayuso humorista
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha encontrado su estilo, un estilo desprejuiciado que se ha saltado las normas de lo que hasta ahora ejerc¨ªan los pol¨ªticos conservadores
Cuando Isabel D¨ªaz Ayuso accedi¨® al poder en 2019 mediante un pacto que la convertir¨ªa en lideresa de la derecha en toda su extensi¨®n, tendimos a subestimar su potencial; era entonces algo com¨²n pensar que su desacomplejada manera de ejercer el cargo, con declaraciones chocantes y burlescas, estaba dictada por un hombre que le susurraba al o¨ªdo esas ocurrencias que pose¨ªan la facultad de hacerse populares y que habr¨ªan de convertirla en icono pop de la derecha madrile?a, a¨²n no se sabe si exportable al resto de Espa?a. Pero estos cinco a?os de reinado han confirmado que part¨ªamos de un error: por mucho que su entrenador se empleara a fondo, la presidenta se ha desvelado como una mujer no solo capaz de liderar la derecha macarra sino de fracturar las normas de lo aceptable con discursos en los que bascula entre lo despreciativo y lo humor¨ªstico, a veces mezclando los dos tonos como parte de su estratagema. El poder la ha empoderado, algo que suele sucederle a quienes ostentan el liderazgo durante el tiempo suficiente como para regodearse en su astucia. Ya no es la mujer en manos de un perverso ventr¨ªlocuo, ya no necesita que le escriban el guion porque la astracanada sale de manera natural de su boca. Ella es rotundamente ella.
Solo una vez se la ha visto descolocada: cuando un periodista en absoluto agresivo como Carmelo Encinas apel¨® a la humanidad de la presidenta para preguntarle por los ancianos muertos en las residencias. Es probable que, dado que se encontraba en un medio favorable, no se esperara el puro cuestionamiento de su falta de piedad y respondi¨® furiosa, desabrida, afirmando que nadie tiene derecho a hacerle ese tipo de preguntas. Pero la realidad es que Ayuso ha encontrado su estilo, un estilo desprejuiciado que se ha saltado las normas de lo que hasta ahora ejerc¨ªan los pol¨ªticos conservadores. Ayuso se sirve de la broma como si fuera una humorista, se salta los l¨ªmites de cualquier cortes¨ªa asumida en el espacio p¨²blico y al hacerlo genera una complicidad con aquellos que dicen sentirse constre?idos por una correcci¨®n en el habla que les provoca ira. Esta utilizaci¨®n tramposa del humor que permite decir cualquier groser¨ªa en nombre de la libertad es hom¨®loga de un estilo transnacional que est¨¢ dando asombrosos resultados y de la que Trump es, sin duda, la estrella rutilante a la hora de destrozar el consenso democr¨¢tico. Como escribe el periodista Fintan O?Toole en Laugh riot (el mot¨ªn de la risa), un ensayo publicado en The New York Review of Books sobre el uso del humor como arma pol¨ªtica en el discurso de Trump, lo que consigue el expresidente cada vez que recurre a bromas despreciativas es hacer desaparecer los tab¨²s a fin de crear una comunidad en la que los que se sienten excluidos puedan expresar barbaridades sin ser se?alados. Entre el vodevil y el insulto todo es permisible. Si alguien se molesta en exceso queda el recurso de decir: ¡°?Si solo era una broma!¡±.
De esa manera podr¨ªa responder Ayuso a las que nos hemos llevado las manos a la cabeza al escuchar su grotesco discurso del 8 de marzo: hay m¨¢s hombres asesinados que mujeres, dijo, m¨¢s conductores muertos en accidentes, dijo, m¨¢s soldados v¨ªctimas de guerra. Siendo esta la realidad, concluy¨®, ?por qu¨¦ no un D¨ªa del Hombre? Ella sabe que cada una de esas afirmaciones en nada contradicen la verdad demostrada, que hay una violencia que se ejerce contra las mujeres por el hecho de serlo y que si atendemos a las guerras, miremos a Gaza, son las mujeres y los ni?os los que engrosan masivamente el n¨²mero de v¨ªctimas. De los conductores que hable la DGT. Yo tengo mi teor¨ªa, pero no viene a cuento.
Ella sabe que en este reivindicar un d¨ªa para el hombre hay una burla sobre el feminismo que tiene a¨²n m¨¢s impacto por expresarla en un d¨ªa tan se?alado. Lo sabe y se relame, porque hay hombres que le r¨ªen la gracia y piensan, al fin alguien lo ha dicho.
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