El d¨ªa que empezamos a perder
Cuatro a?os despu¨¦s del contagio de la covid en Espa?a, el Gobierno lanza un anuncio conmemorativo en el que aparece una cuarentena divertida, familiar y nost¨¢lgica
Se cumplen cuatro a?os del contagio de la covid en Espa?a y el Gobierno lo conmemor¨® el pasado jueves 14-M, porque el 8 ya estaba pillado. Lo que comenz¨® el 14 de hace cuatro a?os (y dur¨® meses, incluso a?os) fue la cascada de ¡°medidas anticovid¡±: encierros de dudosa legalidad (ni?os casi dos meses sin salir y ancianos con enfermedades vasculares que no pudieron moverse), absurdos toques de queda nocturnos de dudosa efectividad, caos territorial que impon¨ªa cierres por municipios y comunidades aut¨®nomas con niveles de contagio similares, tomaduras de pelo como desrecomendar la mascarilla al principio (porque no hab¨ªa) para despu¨¦s hacerla obligatoria hasta en un bosque solitario, despliegues masivos para fumigar con lej¨ªa desde calles hasta playas contra un virus que no se transmit¨ªa por las superficies, la grotesca danza legislativa (ahora solo pueden salir a la calle los del perro, ahora los convivientes pero de uno en uno, ahora los ni?os hasta 12, ahora hasta 14, ahora los viejos pero solo en tal franja horaria). Todo ello culminado por las presiones para inyectarnos una vacuna experimental a cambio de no ser condenados al ostracismo o a no perder el derecho al movimiento, en mitad de una campa?a de desinformaci¨®n que cada vez exig¨ªa m¨¢s vacunados para alcanzar la ¡°inmunidad colectiva¡± mientras reconoc¨ªa menos efectividad a la vacuna.
Aquellos d¨ªas vivimos la larga espera de una nueva normalidad sufriendo cada d¨ªa una nueva anormalidad nacional o internacional, p¨²blica o privada: nuevas tasas y pasaportes, prohibido quedarse parado en la calle, prohibido hablar en un autob¨²s, prohibido circular en ambos sentidos en este pasillo, prohibido pasar por caja con el carrito de la compra en la orientaci¨®n indebida. Al entrar a un bar tiene que ponerse la mascarilla, dar dos pasos hasta la mesa y volver a quit¨¢rsela. En el coche tiene que conducir con su pareja (con la que convive) sentada en el asiento diagonalmente opuesto. Esperando el metro no pueden sentarse juntos, han de mantener distancia de seguridad hasta que puedan entrar a hacinarse en el vag¨®n. Multas de 500 euros por no hacer la compra en el supermercado m¨¢s cercano al domicilio, mientras las mismas ¨¦lites que han pasado a?os arrasando el comercio local se dedicaban a firmar contratos millonarios en China o Turqu¨ªa para obtener mascarillas, respiradores y todo aquello a lo que pudiesen pegarle una mordida los sat¨¦lites de Ayuso o ?balos.
Hace cuatro a?os hubo un golpe de Estado neoliberal a gran escala que redujo los ingresos de la clase trabajadora a pesar del t¨ªmido escudo social para contenerlo. Pues eran los obreros quienes sufr¨ªan las obligaciones de las leyes covid, mientras que los empresarios recib¨ªan recomendaciones. Luego los esquilmaban mediante multas exageradas que se cebaban con los m¨¢s pobres, para los cuales era m¨¢s dif¨ªcil no trasgredir ninguna ¡°normativa covid¡± sin tener el lujo del teletrabajo, vivienda digna, transporte propio o poder de compra. Lleg¨® a haber personas sin hogar multadas por saltarse el confinamiento.
En el anuncio conmemorativo que ha lanzado el Gobierno estos d¨ªas aparece una cuarentena divertida, familiar y nost¨¢lgica donde la gente vive en un pisazo con ventanales al exterior, o en amplias casas donde han instalado desde un gimnasio propio hasta un peque?o estudio de pintura. No fue el 14-M del 2020 ¡°el d¨ªa que empezamos a vencer¡±, como reza la campa?a, sino a perder. La cabeza, la dignidad y los derechos fundamentales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.