El momento S¨¢nchez
Al presidente del Gobierno no le ha ido mal con sus golpes de efecto, que han transformado el bipartidismo en un pluripartidismo

Se atribuye a Pedro S¨¢nchez un peculiar sentido t¨¢ctico y se le niega una cierta capacidad estrat¨¦gica. ?Y si fuera un efecto ¨®ptico? El sentido de la oportunidad que le permite capitalizar momentos de desconcierto con cambios de ritmo ruidosos funciona porque responde a un criterio de fondo. Conservar el poder, dir¨¢n sus rivales. Sin duda, ?alguien me puede presentar un pol¨ªtico que no est¨¦ pose¨ªdo por esta obsesi¨®n? Si existiera, probablemente no estar¨ªa all¨ª. Pero m¨¢s all¨¢ de este lugar com¨²n, los movimientos de S¨¢nchez, con sus puntuales golpes de efecto, derivan del paso del bipartidismo imperfecto al pluripartidismo que exige pensar en t¨¦rminos de amplio espectro ideol¨®gico. Los pasos de S¨¢nchez tienen en cuenta m¨¢s all¨¢ de su propio partido. Y no le ha ido mal. El resultado est¨¢ a la vista: el PP acorralado con Vox a la derecha, y el resto picoteando en la mayor¨ªa parlamentaria. As¨ª S¨¢nchez lleva tiempo haciendo camino, tumbando al PP cuando parec¨ªa imposible (la noche del desplome de Rajoy) y surfeando sobre una mayor¨ªa parlamentaria cargada de contradicciones. Y la nave va.
Vivimos ahora mismo otro impulso del estilo S¨¢nchez. Atento a todos los escenarios, ha captado la oportunidad que representaba la crisis de Gaza. Cada vez es m¨¢s insostenible la insoportable prudencia de Occidente frente a Netanyahu. Y el presidente S¨¢nchez ha dado el paso que, en Europa, solo Josep Borrell hab¨ªa osado apuntar. Lo ha hecho pidiendo el reconocimiento del Estado palestino y promocionando su propuesta con un viaje a cinco pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo. La actualidad ha aportado tr¨¢gicos motivos a su argumentaci¨®n. Cierto que bastaba con la destrucci¨®n sistem¨¢tica de Gaza por parte del ej¨¦rcito israel¨ª para pedir actuaciones que cambien el rumbo de las cosas, apelando especialmente Estados Unidos, que es quien tiene m¨¢s capacidad de influencia. ?Es posible justificar la continuidad de una estrategia que ha producido m¨¢s de 30.000 muertos mientras el Gobierno israel¨ª a¨²n no se da por satisfecho porque considera que no ha conseguido sus objetivos? El ataque a la caravana de la WCK, la ONG de Jos¨¦ Andr¨¦s, ha dejado en m¨ªnimos la credibilidad de Netanyahu. Y hace m¨¢s apremiante la apelaci¨®n de Pedro S¨¢nchez para que se pongan l¨ªmites a Israel, en un momento en que la guerra puede saltar cada vez m¨¢s fronteras.
Este es el estilo S¨¢nchez, momentos puntuales que pueden mover los escenarios. Ahora vienen elecciones. En Catalu?a tendremos la oportunidad de verificar la suerte del modo de operar del presidente. Ser¨¢ la hora de valorar la amnist¨ªa, una operaci¨®n que en sectores que van desde la derecha hasta los poderosos socialistas del pasado que, ya jubilados, siguen crey¨¦ndose propietarios del partido al tiempo que viven una deriva cada vez m¨¢s reaccionaria, ha sido presentada como un delito de alta traici¨®n.
De momento, la amnist¨ªa ya ha conseguido que en Catalu?a se imponga, tambi¨¦n en una parte importante del independentismo, que el regreso a 2017 es una f¨¢bula y que hay que entrar en una fase de distensi¨®n que es ahora mismo el espacio de lo posible. De hecho, la candidatura de Puigdemont lo confirma. Se presenta para evitar la explosi¨®n de Junts, un magma ideol¨®gico unido solo por la barretina del independentismo, que habr¨ªa entrado en una descarnada lucha interna. ?Y qu¨¦ es lo primero que hace el expresident? Escoger como n¨²mero dos a Anna Navarro, una tecn¨®crata sin perfil pol¨ªtico. Por algo ser¨¢.
Cierto, a los poderes del Estado se les puede ir la mano por el camino, por ejemplo, suspendiendo la aplicaci¨®n de la amnist¨ªa y realimentando el bollo de la confrontaci¨®n. Pero el clima de opini¨®n generalizado en Catalu?a es que ahora toca pausa. Y que el problema no estar¨¢ en volverlo hacer, que ahora mismo solo est¨¢ en la mente de sectores muy concretos, sino en c¨®mo recomponer el panorama, m¨¢s all¨¢ del frentismo. En contra de lo que algunos por ilusi¨®n o por obsesi¨®n creen, el retorno de Puigdemont no ser¨¢ volver donde lo dej¨®, sino m¨¢s bien un final de etapa y un futuro a reinventar.
Dice Feij¨®o, y siguiendo su trayectoria desde que fue elegido presidente del PP parece un chiste, que hay que ¡°sacar a la pol¨ªtica del enfrentamiento y de la hip¨¦rbole permanente¡±. ?Ser¨¢ que los momentos puntuales de S¨¢nchez han hecho mella en ¨¦l y que ha empezado a entender que solo con la bravura dial¨¦ctica est¨¢ condenado a una larga dependencia de Vox? Que aprenda de Portugal.
La realidad es que, en una sociedad tan diversa nacionalmente e ideol¨®gicamente como Espa?a, el que se enquista pierde. Y bien lo entendieron los gru?ones del viejo PP y del viejo PSOE que buscaban a Pujol y a Arzallus sin descanso para que les echaran una mano cuando hiciera falta. Los viejos tiempos de las mayor¨ªas absolutas no es f¨¢cil que vuelvan. Y, mientras tanto, Pedro S¨¢nchez por lo menos ha entendido que hay que reconocer al otro y que hay que favorecer las condiciones que permitan pactar y negociar. Y sobre todo, despu¨¦s de un encontronazo como el de 2017 en que unos pagaron la p¨¦rdida de la noci¨®n de l¨ªmites ¡ªquerer hacer lo que no estaba a su alcance¡ª y otros fueron incapaces de lidiar el problema pol¨ªticamente, a pesar de que tuvieron cinco a?os para hacerlo. Hay que aprender de este episodio. El 12 de mayo en Catalu?a ser¨¢ en el fondo una evaluaci¨®n del estilo S¨¢nchez y de la amnist¨ªa, uno de sus gestos referenciales.
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