Saber irse
No debe de ser f¨¢cil marcharse de un sitio donde se ha sido todo, especialmente si lo de fuera no sacia tu sed de reconocimiento
Hace tiempo, antes de que la pandemia terminara de encerrarnos en nuestros respectivos laberintos, hubo un compa?ero que se jubil¨® como est¨¢ mandado: con su edad reglamentaria, sus trienios cotizados, su pensi¨®n m¨¢xima y sus 20 a?os de esperanza de vida por delante, pero que no acab¨® nunca de romper el cord¨®n umbilical con el curro. Cada poco, se presentaba con cualquier excusa en la casa que hab¨ªa sido m¨¢s que la suya, saludaba a sus estresados excolegas, que lo ve¨ªamos venir de lejos con una mezcla de envidia y fastidio, y, al poco, cuando se quedaba m¨¢s solo que la una, se iba con su pachorra de desocupado y su escapulario de visitante a cuestas hasta la pr¨®xima. As¨ª estuvo unos a?os, no muchos, hasta que, a la vuelta de unas vacaciones, supe que se lo hab¨ªa llevado un c¨¢ncer por delante, sin poder siquiera ir al tanatorio a despedirlo, y me reconcomi¨® la conciencia los cinco minutos que tard¨® el jefe en endosarme el primer marr¨®n de la temporada e ¨ªrseme el santo al cielo. No estoy orgullosa.
Desde entonces, se han ido jubilando, m¨¢s o menos jubilosamente o a la fuerza, docenas de camaradas, ellos y ellas, y cada cual se ha retirado a su estilo. Desde los que quedan a comer en el pol¨ªgono con los amigos todas las semanas a los que desaparecen del radar y pasan, figurada y literalmente, a mejor vida. A algunos se los echa de menos. Otros se van sin pena ni gloria. Los menos llevan tanta paz como descanso dejan. Para m¨ª, los peores, sin embargo, son quienes se creen imprescindibles, no aceptan pasar a un segundo plano, sea cual sea su idea del primero, y, en su soberbia, creen que, despu¨¦s de ellos, el caos. Me irritan tanto como me conmueven. No debe de ser f¨¢cil irse del sitio donde has pasado tres cuartos de tu vida y has sido todo, sobre todo si lo de fuera no basta para saciar tu sed de protagonismo y reconocimiento, seas el gran jefe o el ¨²ltimo indio. Personalmente, aspiro a hacer un discreto mutis por el foro, disfrutar de la bolsa y de la vida que me queden y dejar un buen recuerdo en la gente a la que le di, y me dio, lo mejor de mi trabajo. Espero que para entonces, sea ma?ana o a los 95 tacos, seg¨²n amenazan los gur¨²s del ultraliberalismo, me quede vivo alg¨²n colega de los que te dicen las verdades a la jeta que me lo recuerde. Y, si no, que me pegue un tiro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.