El debate | El reconocimiento del Estado palestino
Los principales partidos espa?oles pactaron un consenso sobre Palestina hace una d¨¦cada. La discrepancia est¨¢ en el momento adecuado para dar el paso
El Gobierno de Espa?a est¨¢ tratando de acelerar el reconocimiento del Estado palestino como paso necesario para llegar a una paz duradera en Oriente Pr¨®ximo, alrededor del consenso internacional sobre la soluci¨®n de los dos Estados. El debate pol¨ªtico est¨¢ en los tiempos de esa decisi¨®n. El PSOE rechaza el reconocimiento unilateral ¡ªcomo le piden los partidos a su izquierda¡ª ...
El Gobierno de Espa?a est¨¢ tratando de acelerar el reconocimiento del Estado palestino como paso necesario para llegar a una paz duradera en Oriente Pr¨®ximo, alrededor del consenso internacional sobre la soluci¨®n de los dos Estados. El debate pol¨ªtico est¨¢ en los tiempos de esa decisi¨®n. El PSOE rechaza el reconocimiento unilateral ¡ªcomo le piden los partidos a su izquierda¡ª pero ha apostado por acelerar los plazos y articular un grupo de pa¨ªses europeos que reconozcan conjuntamente a Palestina como estado independiente. El PP tambi¨¦n apoya la idea del reconocimiento ¡ªno sin debate interno¡ª pero exige esperar a que la Uni¨®n Europea tome una decisi¨®n conjunta.
Para exponer estos argumentos, escriben Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo, eurodiputado por el PP y exministro de Asuntos Exteriores y de Cooperaci¨®n, y Juan Fernando L¨®pez Aguilar, eurodiputado por el PSOE, exministro de Justicia y presidente de la Comisi¨®n de Libertades, Justicia e Interior del Parlamento Europeo.
Una cuesti¨®n irrelevante en el contexto actual
Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo
Dec¨ªa Ortega y Gasset, con relaci¨®n a los conflictos b¨¦licos, que ¡°mal puede curar la tuberculosis quien la confunda con un resfriado¡±. Mucho menos con un brindis al sol. Siempre he manifestado que soy partidario de los dos Estados. La paz solo llegar¨¢ cuando palestinos e israel¨ªes, cada uno en su propio Estado, comprendan que pueden vivir juntos. Lo dije siendo ministro de Asuntos Exteriores, en mi comparecencia en el Congreso de Diputados el 16 de septiembre de 2014, y en la Resoluci¨®n 2334 del Consejo de Seguridad del 23 de diciembre de 2016. La soluci¨®n alternativa, un estado binacional que englobase Gaza y Cisjordania, ser¨ªa contraria a los intereses de Israel, puesto que en el nuevo Estado la poblaci¨®n estar¨ªa dividida por la mitad y a medio plazo los ¨¢rabes ser¨ªan mayor¨ªa, dada su tasa de fertilidad.
La f¨®rmula es menos sencilla de lo que parece, porque lograr un Israel seguro y una Palestina viable requiere resolver problemas identificados desde hace tiempo. Exige que los dos se sienten a negociar materias como la delimitaci¨®n de fronteras, el regreso de los refugiados, la proclamaci¨®n de Jerusal¨¦n como capital de ambos Estados y la eliminaci¨®n de los asentamientos jud¨ªos en Cisjordania.
De entrada, habr¨ªa que aclarar qui¨¦n representar¨ªa a Palestina en esa mesa: ?el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, que en la pr¨¢ctica solo controla Cisjordania? ?O Ham¨¢s, que ni obedece a la ANP, ni reconoce el derecho a existir de Israel, ni renuncia a la violencia? Lo que no ofrece dudas es el interlocutor de la otra parte: el primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu, en cuya base electoral tienen mucho peso los colonos establecidos en Cisjordania y cuyo desmantelamiento es imprescindible para crear un estado viable.
Tras los atentados terroristas de Ham¨¢s en Israel del 7 de octubre pasado, Netanyahu est¨¢ absolutamente decidido a acabar con Ham¨¢s, desmantelar sus infraestructuras en Gaza y responder a las agresiones de Ir¨¢n y sus sat¨¦lites o asociados (especialmente Hezbol¨¢ en el L¨ªbano, los hut¨ªes en el Yemen y las milicias chi¨ªes en Irak y Siria), bombardeando sus instalaciones nucleares e, incluso, si la situaci¨®n lo exige, utilizando armas at¨®micas t¨¢cticas. Y lo que es m¨¢s importante: ha declarado p¨²blicamente su oposici¨®n a negociar con la Autoridad Palestina cuando finalice la actual guerra. Reconocer Palestina como Estado ser¨ªa visto como una claudicaci¨®n ante el terrorismo de Ham¨¢s, cuando nunca como ahora han cobrado mayor sentido las palabras de Golda Meir de que ¡°los jud¨ªos no tenemos otro lugar a donde ir. Tenemos que pelear¡±. Por tanto, es ilusorio que Israel acepte negociar algo que no fuese rubricado tanto por la ANP como por Ham¨¢s, adem¨¢s de estar garantizado por todos los pa¨ªses de la zona, incluyendo Ir¨¢n.
En cualquier caso, la negociaci¨®n entre ambas partes ser¨ªa solo el primer paso, porque los l¨ªderes jud¨ªos no se f¨ªan de que Ham¨¢s, Ir¨¢n y sus sat¨¦lites est¨¦n dispuestos a renunciar, si se dieran las circunstancias, a la destrucci¨®n de Israel. La demanda b¨¢sica, incluso de los israel¨ªes m¨¢s moderados, es que Israel sea reconocido como un Estado jud¨ªo, un atributo dif¨ªcil de aceptar para la mayor¨ªa de los musulmanes, porque implica una adhesi¨®n religiosa y territorial. Los palestinos, por su parte, no pueden sostener por s¨ª solos el resultado del proceso de paz, a menos que sea respaldado no solo por la tolerancia sino por el apoyo activo de otros gobiernos regionales y por la comunidad internacional.
Por eso, la situaci¨®n actual hace irrelevante plantear el reconocimiento de Palestina como Estado, m¨¢s all¨¢ de usarlo como un trampantojo, ¡°los cuadros pl¨¢sticos¡±, en palabras de Ortega. Si de verdad queremos avanzar en una soluci¨®n definitiva al conflicto, ser¨ªa mucho m¨¢s eficaz una decisi¨®n conjunta de la Uni¨®n Europea que indujese a los Estados Unidos a seguir sus pasos.
No a la venganza infinita
Juan Fernando L¨®pez Aguilar
¡°No more blood! Enough!¡± (?no m¨¢s sangre! ?Basta!), proclam¨® Isaac Rabin al firmar los Acuerdos de Oslo (1993). En 1995, el primer ministro laborista mor¨ªa asesinado por un ultranacionalista jud¨ªo. Tr¨¢gicamente encallaba la oportunidad m¨¢s lograda de poner fin al conflicto que envenena Oriente Pr¨®ximo y desaf¨ªa la paz mundial, y cuyas ra¨ªces remontan a inicios del siglo XX, antes de la primera guerra ¨¢rabe israel¨ª (1948). Seguir¨ªan muchas: 1967, 1973, 1982, sucesivas intifadas, y esta ofensiva en Gaza, cuyo doloroso balance de muertes de civiles inocentes ¡ªtantas ni?as y ni?os¡ª crece pavorosamente desde el ataque terrorista de Ham¨¢s, el pasado 7 de octubre.
Las instituciones de la ONU y la UE condenaron sin reservas tan criminal incursi¨®n, exigiendo la inmediata e incondicional liberaci¨®n de rehenes. Pero ante la devastaci¨®n causada por la reacci¨®n de Netanyahu ¡ªexpuesta como nunca antes al escrutinio p¨²blico¡ª, han invocado igualmente el respeto del Derecho que rige incluso en la guerra y en la leg¨ªtima defensa bajo sujeci¨®n a las reglas de proporcionalidad que previenen represalias indiscriminadas y bloqueos que condenen a la entera poblaci¨®n al hambre, enfermedades y desesperaci¨®n. Tal consternaci¨®n explica que, finalmente, el Consejo de Seguridad ¡ªcon la abstenci¨®n de EE UU¡ª adoptase su Resoluci¨®n reclamando el alto el fuego y un espacio para el cauce a la ayuda humanitaria que frene la actual agon¨ªa de asfixia e inanici¨®n, previa a la reparaci¨®n del sufrimiento y la destrucci¨®n.
Tras tantas ocasiones perdidas, errores acumulados e intransigencias cruzadas, nada ser¨¢ suficiente si, adem¨¢s, no se abordan las condiciones necesarias para el reconocimiento del derecho palestino a su Estado en la regi¨®n largamente torturada por un determinismo intergeneracional que la condena al miedo, la violencia y el horror, aceptando compartirla con Israel, inexorable, con su historia irreversible de Estado reconocido. Est¨¢ ah¨ª para quedarse: tiene derecho a existir y a la seguridad frente a cualquier amenaza.
Pero har¨¢n falta dos Estados. Un s¨®lido acervo de resoluciones de la ONU ampara las esperanzas palestinas de disponer del suyo. Tras el encadenamiento de crisis b¨¦licas, cat¨¢strofes (nakba) y cronificaci¨®n de un drama que el solo paso del tiempo no disuelve ni resuelve ¡ªpor contra, lo recrudece¡ª, ?hay alguien dispuesto a dar un paso que promueva, con coraje, pasar de las palabras a los hechos moviendo el tablero de un orden internacional cuestionado, sea por su obsolescencia, sea por su impotencia ante fuerzas que lo quiebran? Moral y pol¨ªticamente, la respuesta, imperativa, valora la iniciativa del Gobierno de Espa?a y liderada por el presidente S¨¢nchez, con un empe?o global ins¨®lito en nuestra diplomacia. De ah¨ª el coraje de aumentar su contribuci¨®n a la UNRWA y los apoyos cosechados ¡ªcomenzando por Noruega¡ª en su gira para concertar voluntades y designios con que, este mismo a?o, Espa?a y otros reconozcan el Estado Palestino junto a quienes en la UE ya apostaron por ello. No puede demorarse m¨¢s la responsabilidad colectiva en aportar la esperanza de que Palestina ser¨¢ un actor reconocible con asiento en la Asamblea de las Naciones Unidas. Con voz en una conferencia internacional de paz que, con la Liga ?rabe, lo haga viable, convenciendo a quienes a¨²n persisten en denegar a Israel su aspiraci¨®n de vivir sin temor a la agresi¨®n de milicias hostiles, escaladas expansivas y represalias desde Ir¨¢n.
El establecimiento de un Estado bajo la ANP, comprometido con la ley, las fronteras de Israel y la erradicaci¨®n de todo terrorismo, en un territorio habitable uniendo Gaza y Cisjordania por un corredor practicable, ser¨¢, por ¨²ltimo, la base ¡ªy, a futuro, garant¨ªa¡ª de esa ¡°paz justa y duradera¡± y del ¡°?no m¨¢s sangre!¡± del que se doli¨® Rabin hasta costarle una vida distinguida con el Nobel. Una paz a¨²n pendiente para la humanidad en la que, de una vez, coexistan palestinos e israel¨ªes. Y la sola alternativa a la espiral del resentimiento y la venganza infinita.