Para ponerse a pensar
El gesto del presidente de enviar una carta a la ciudadan¨ªa a trav¨¦s de una red social y las respuestas que ha generado confirman la falta de cualquier posibilidad de entendimiento pol¨ªtico
Un jurista escribi¨® en tiempos de la Rep¨²blica de Weimar, al ver que los partidos eran incapaces de comunicarse entre s¨ª y que ya solo conoc¨ªan el enfrentamiento y la disputa y la bronca, que el di¨¢logo pol¨ªtico resultaba inabordable porque de nada sirve hablar ¡°cuando la otra parte ha decidido su postura antes de haber comenzado la discusi¨®n¡±. El comentario viene a cuento porque se ajusta a lo que se est¨¢ viviendo en los ¨²ltimos tiempos en el Parlamento espa?ol, si es que no ocurre tambi¨¦n en otras partes de Europa y del mundo, por no hablar de marcos m¨¢s cercanos, como las autonom¨ªas o los ayuntamientos. No hay lugar para la argumentaci¨®n, ya no se reconoce al adversario como interlocutor, y las Cortes han dejado de ser el lugar en el que supuestamente se pueden alcanzar acuerdos para resolver los problemas. Son solo cajas de resonancia de una cruenta batalla donde la meta, por fortuna, no es la liquidaci¨®n del enemigo, sino tan solo conseguir ese voto de m¨¢s que resulta necesario para sacar adelante las leyes o, simplemente, para seguir al mando. Nadie espera hoy de los diputados ni de las diputadas que se enzarcen a pu?etazos, o se muerdan o escupan, as¨ª que se puede hablar de un cierto progreso, aunque la atm¨®sfera siga siendo igual de rijosa, y tambi¨¦n venenosa.
Es, desde luego, imprescindible revisar y analizar, por ejemplo, c¨®mo se hicieron las cosas durante la pandemia, si hubo abusos o no, si algunos se aprovecharon de la fragilidad del momento para enriquecerse, y si hubo quienes desde el poder los ayudaron a conseguirlo; hasta d¨®nde lleg¨®, en fin, la corrupci¨®n. Lo que resulta inusual es que para enfrentarse a ese desaf¨ªo, que tendr¨ªa que ser riguroso y en el que deber¨ªan implicarse cuantos tuvieron responsabilidades en aquellos momentos tan complicados y dif¨ªciles, sean necesarias dos comisiones de investigaci¨®n, una en el Congreso y otra en el Senado. Es como si, al cabo, ese ejercicio necesario de fiscalizar a las autoridades no fuera sino otra oportunidad para endosarle las culpas al otro y lavarse las manos. Por eso, dos ¨¢mbitos distintos donde las mayor¨ªas son tambi¨¦n distintas. ?Hay alguien que pueda fiarse de esos procesos que nacen embarrados desde el principio? Mal asunto si los propios pol¨ªticos no conf¨ªan en las instituciones. Si sus procedimientos est¨¢n contaminados, si cada partido va a buscar el ¨¢mbito donde le salga bien su jugada, si solo se trata de destruir al rival, ?qu¨¦ peso, qu¨¦ relevancia, qu¨¦ papel tienen entonces las C¨¢maras?
Tambi¨¦n resulta inusual la carta que el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, ha dirigido a la ciudadan¨ªa. Se ha hablado de algo ¡°inaudito¡±, o tambi¨¦n se ha dicho que es un gesto ¡°in¨¦dito¡±. ¡°Necesito parar y reflexionar¡±, ha escrito. Se ha tomado unos d¨ªas; el lunes anunciar¨¢ si contin¨²a al frente del Gobierno o lo deja.
En esos tiempos de Weimar empezaba a sentirse un cierto cansancio por las maneras con que opera la democracia: demasiado lenta, demasiado contaminada por las ¨¦lites, poco atenta a los pesares de los ciudadanos. Quiz¨¢ hoy pueda pasar lo mismo. Ocurren estas cosas raras, que no resultan f¨¢ciles de entender, y suceden cuando la pol¨ªtica ha ido llen¨¢ndolo todo, y m¨¢s con la ayuda de las redes, hasta colarse de lleno en la vida privada. Cualquier episodio te obliga a cuadrarte y la indignaci¨®n (a favor o en contra) impone sus maneras. Las emociones empujan, marcan el ritmo, tocan la corneta. Por eso quiz¨¢ sea recomendable, como ha decidido hacer el presidente, ponerse a pensar. Y el lunes, ya veremos.
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