Pausas intencionadas y liderazgo consciente
Frente a un tecnocapitalismo cada vez m¨¢s vertiginoso, aparentemente la ¨²nica manera de recuperar la sensaci¨®n de control de nuestras vidas es parar un tiempo m¨¢s o menos largo
Mucho se ha escrito ya sobre la decisi¨®n de Pedro S¨¢nchez de tomarse una pausa para meditar su continuidad en la presidencia del Gobierno. Sin entrar a especular sobre sus verdaderas motivaciones (?fue un pronto, una estrategia o ambas cosas?), la noticia inicial me llev¨® a indagar sobre las pausas estrat¨¦gicas y los silencios conscientes como tendencia actual en el mundo del liderazgo, especialmente en el mundo empresarial. ¡°?Es la pausa la clave para convertirse en un l¨ªder consciente?¡±, se preguntaba Janice Marturano en la revista Forbes hace un par de a?os. Kevin Cashman, autor de varios best-sellers sobre liderazgo, es contundente: ¡°Si los l¨ªderes de hoy no se toman un momento para detenerse, reflexionar, ganar perspectiva y elevar su liderazgo, seguiremos enfrentando crisis econ¨®micas, personales y colectivas¡±, escribe en The Pause Principle.
En respuesta a la presi¨®n que ejerce un mundo digital tan veloz como voraz sobre cada vez m¨¢s personas en nuestras sociedades, en particular l¨ªderes y personajes p¨²blicos, numerosos coaches aconsejan tomarse pausas a diario para desconectar del ruido incesante de noticias, correos electr¨®nicos y mensajes en las redes y reconectar con el momento presente. Marturano, autora de Mindfulness en el liderazgo (2017), describe las pausas intencionadas como ¡°un momento en el d¨ªa en el que percibes el caos interno y externo y decides prestar atenci¨®n intencionadamente al momento presente¡ a menudo dirigiendo tu atenci¨®n hacia una sensaci¨®n f¨ªsica, como tu respiraci¨®n o la sensaci¨®n de tus pies enraizados en el suelo¡±. El resultado, explica, es que uno consigue ¡°ver con mayor claridad lo que est¨¢ sucediendo y c¨®mo responder a ello¡±, en lugar de reaccionar en la inmediatez, desde emociones como la c¨®lera, la frustraci¨®n o el miedo.
A veces, no bastan peque?as pausas diarias. A Buda se le atribuye la cita ¡°para escucharte a ti mismo, necesitas d¨ªas de silencio¡±. De Cristo se cuenta que pas¨® 40 d¨ªas de ayuno y oraci¨®n en el desierto. Numerosos l¨ªderes han experimentado hist¨®ricamente con la meditaci¨®n y el retiro como herramientas de autoconocimiento, a veces sin propon¨¦rselo: Nelson Mandela atribu¨ªa su apuesta por la pol¨ªtica del perd¨®n y la reconciliaci¨®n a los a?os de silencio e introspecci¨®n que vivi¨® en la c¨¢rcel. Para Lao Tse, el silencio es una fuente de fortaleza. (Para Sun Tzu, incluso una herramienta pol¨ªtica.)
En la actualidad, la neurociencia avala los beneficios de practicar el silencio y la meditaci¨®n. Muchas empresas, deseosas de mejorar la productividad de sus asalariados, incorporan cada vez m¨¢s rutinas de este tipo, desde las micropausas para remediar la fatiga ocular y muscular hasta pausas m¨¢s prolongadas para la meditaci¨®n, la desconexi¨®n tecnol¨®gica e incluso la formaci¨®n. Para algunos cr¨ªticos, estas pr¨¢cticas no son sino una soluci¨®n r¨¢pida, incluso un placebo, para asegurar la supervivencia de un sistema econ¨®mico y social estructuralmente viciado e impedirnos realizar los cambios colectivos necesarios para vivir mejor de manera sostenible. Para los defensores de la meditaci¨®n y la pr¨¢ctica de la consciencia (mindfulness), los efectos de estos peque?os ejercicios cotidianos pueden tener un gran impacto sobre nuestra manera de vivir y abordar los retos que se nos presentan, como individuos y como sociedad.
Es sintom¨¢tico que la necesidad de presionar el bot¨®n de pausa se haya convertido en un tema recurrente en nuestra cultura popular. Cu¨¢ntas pel¨ªculas de Hollywood no habremos visto ¡ªTrabajo basura, Camino salvaje, La vida secreta de Walter Mitty son solo algunos ejemplos¡ª donde los protagonistas deciden interrumpir su vida o abandonar abruptamente sus carreras, porque ya no pueden m¨¢s o no le ven sentido a lo que hacen. En algunos casos, regresan renovados a su vida anterior; en otros, inician nuevos proyectos. En casi todos, la pausa les permite (re)descubrir su verdadero yo, sus genuinos valores, pasiones e intereses, lo que les ayuda a alcanzar una vida m¨¢s arm¨®nica. El fantasma o fantas¨ªa de la pausa forma parte de nuestro inconsciente colectivo como promesa de una vida libre, al menos moment¨¢neamente, de las constricciones y preocupaciones que nos imponen nuestro entorno y la sociedad en su conjunto, evocando la posibilidad de (re)tomar nuestro propio camino.
Frente a un tecnocapitalismo cada vez m¨¢s vertiginoso que todo lo permea, empezando por la pol¨ªtica, aparentemente la ¨²nica manera que tenemos de recuperar la sensaci¨®n de control sobre nuestras vidas es sustray¨¦ndonos a su rigor por un tiempo m¨¢s o menos prolongado. Es posible, adem¨¢s, que, tras la experiencia in¨¦dita de los confinamientos y el par¨®n de la mayor¨ªa de nuestras actividades sociales y p¨²blicas durante la pandemia, en nuestro inconsciente haya sedimentado la idea de que es posible darle al bot¨®n de pausa sin que el mundo se caiga. Quiz¨¢, como sugiere Cashman, deber¨ªamos empezar por normalizar las pausas, quit¨¢ndoles su aura de excepcionalidad. En el caso de los l¨ªderes pol¨ªticos, hablamos de la oportunidad de retirarse discretamente, sin mayores explicaciones, de la presencia f¨ªsica y digital en momentos de especial tensi¨®n para reflexionar, decidir o responder con mayor clarividencia.
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