La debacle estrat¨¦gica de Netanyahu
El freno de Biden a la entrega de bombas, las protestas universitarias y los pasos para reconocer a Palestina son s¨ªntomas de una indignaci¨®n internacional que debilita a Israel
En Europa, proliferan las protestas estudiantiles contra la respuesta de Israel al ataque de Ham¨¢s del 7 de octubre y algunos Gobiernos del continente se declaran listos a reconocer el Estado palestino. Mientras, en EE UU, donde las protestas universitarias e...
En Europa, proliferan las protestas estudiantiles contra la respuesta de Israel al ataque de Ham¨¢s del 7 de octubre y algunos Gobiernos del continente se declaran listos a reconocer el Estado palestino. Mientras, en EE UU, donde las protestas universitarias empezaron antes y sufren una fort¨ªsima represi¨®n, la administraci¨®n de Biden por fin empieza a tocar la tecla clave: el freno a los suministros de armas a Israel. En la ONU, una votaci¨®n en la Asamblea General mejor¨® ayer el estatus de Palestina en la organizaci¨®n y emiti¨® una clara se?al de apoyo pol¨ªtico a su plena membres¨ªa: 143 votos a favor, 25 abstenidos y nueve en contra. Todos ellos son s¨ªntomas de la grave enfermedad en la que Netanyahu y sus ac¨®litos est¨¢n hundiendo a Israel: el oprobio internacional ante una reacci¨®n militar al ataque de Ham¨¢s a todas luces desproporcionada y deshumana, que incluye no solo infligir bombardeos, sino hasta el hambre y la escasez de medicinas a la poblaci¨®n civil palestina de forma deliberada.
Mientras a nivel t¨¢ctico avanza en una campa?a que, adem¨¢s de buscar la aniquilaci¨®n de Ham¨¢s, parece querer convertir a Gaza en un c¨²mulo terror¨ªfico e inhabitable de escombros y dolor, Netanyahu cosecha poco a poco una derrota estrat¨¦gica de peligrosas dimensiones para Israel, hecha no solo del odio imperecedero de los palestinos, sino de la indignaci¨®n de gran parte del mundo. El riesgo de una victoria t¨¢ctica a costa de una derrota estrat¨¦gica lo se?al¨® ya en diciembre pasado Lloyd Austin, que no es un radical activista propalestino sino el secretario de Defensa de EE UU. Pero a Netanyahu probablemente le interesa m¨¢s su supervivencia pol¨ªtica hoy que las posibles consecuencias para Israel ma?ana. Es sobre todo para lo primero que toca sin descanso el tambor de guerra y dice que est¨¢ dispuesto a que Israel luche solo. En efecto, cada vez m¨¢s solo se va encontrando.
Hay que ser claros. El ataque de Ham¨¢s del 7 de octubre fue un acto b¨¢rbaro e intolerable. El secuestro de civiles es un crimen de guerra y deber¨ªan ser liberados inmediatamente. Ham¨¢s gan¨® las elecciones hace dos d¨¦cadas, pero no por ello es un actor pol¨ªtico leg¨ªtimo, porque abraza el terrorismo sin escr¨²pulos. D¨¦cadas de opresi¨®n y abusos israel¨ªes justificados por presuntas razones de seguridad no avalan de ninguna manera esa clase de ofensiva. Por otra parte, nadie discute que Israel vive en un entorno peligroso y hostil, con actores en los que no se puede confiar, y que debe contar con una defensa adecuada para disuadir malas ideas de sus enemigos.
Nada de ello, sin embargo, justifica la devastaci¨®n que Israel est¨¢ causando en Gaza, como nada de ello tampoco justifica el robo de tierra que es la colonizaci¨®n, toda la opresi¨®n a ella vinculada, las insidias lanzadas sin pruebas contra agencias de la ONU para desviar la atenci¨®n en momentos cr¨ªticos o, en general, la calculada, sistem¨¢tica voladura de toda opci¨®n de hallar una soluci¨®n con dos Estados.
A quienes desde Israel argumentan que la guerra es dura, basta responder que s¨ª, lo es, pero incluso la guerra tiene reglas. Si es o no un genocidio le corresponde a la justicia internacional decirlo ¡ªNetanyahu, dicho sea de paso, da claras muestras de temer la justicia internacional¡ª. Pero los dem¨¢s tenemos todo el derecho de formarnos una opini¨®n y emitir un juicio con la informaci¨®n disponible ¡ªpoca: las bombas de Israel han matado a decenas de periodistas en Gaza¡ª. Los israel¨ªes deber¨ªan saber a estas alturas que ese juicio es a nivel mundial mayoritariamente condenatorio. En EE UU, su aliado vital, el apoyo a la acci¨®n militar israel¨ª baj¨® de un 50% en noviembre a un 36% en marzo, seg¨²n un sondeo de Gallup. Poca duda cabe de que ahora debe de ser menor a¨²n. No es solo cuesti¨®n de unos pocos universitarios. El rechazo es grande, e incluso las nuevas generaciones de jud¨ªos estadounidenses se alejan del Israel de Netanyahu.
Durante muchas d¨¦cadas, el espanto del Holocausto ¡ªla m¨¢s terror¨ªfica persecuci¨®n de un pueblo en la Historia¡ª ha condicionado la posici¨®n pol¨ªtica de muchos pa¨ªses y muchas personas de cara a Israel. Esto (junto, en el caso de EE UU, a c¨¢lculos geopol¨ªticos) ha creado una suerte de excepcionalismo de Israel, un marco en el que se han tratado sus acciones pol¨ªticas y militares con una vara de medir propia, tolerando sin verdadera reacci¨®n atropellos como la colonizaci¨®n. Sobre la base de ese contexto, representantes de Israel han en ocasiones agitado la acusaci¨®n de antisemitismo con la evidente intenci¨®n de inhibir leg¨ªtimas cr¨ªticas pol¨ªticas. Durante tiempo fue una t¨¢ctica eficaz. Ya no tanto. El antisemitismo sigue existiendo y debe ser combatido y erradicado. La cr¨ªtica a la campa?a en Gaza y llamar a acciones pol¨ªticas para frenarla obviamente no es antisemitismo. Lo primero es un fen¨®meno lamentable pero marginal. Lo segundo es leg¨ªtimo y cada vez m¨¢s mayoritario en el mundo.
Este marco que toleraba ciertas cosas se est¨¢ quebrando. La hipersensibilidad ante la perspectiva de proferir ciertas cr¨ªticas ¡ªo de no entregar bombas estadounidenses, no esgrimir vetos en la ONU o de no reconocer a Palestina como Estado¡ª se est¨¢ difuminando. Sigue habiendo resistencias. En la UE, son evidentes en el caso de Alemania, un poderoso freno para que el grupo tenga posiciones comunes m¨¢s contundentes en esta materia. Pero, aun as¨ª, el cambio es evidente.
Hace bien Biden en dejar pasar resoluciones en la ONU y en frenar la entrega de bombas ¡ªdeber¨ªa haberlo hecho mucho antes¡ª. Y en Europa hacen bien el Gobierno de Espa?a y otros en proceder con el reconocimiento. Claro que lo ideal hubiese sido hacerlo en la estela de un acuerdo entre israel¨ªes y palestinos; y que, subsidiariamente, hubiese sido mejor un paso conjunto de los Veintisiete. Pero tal y como est¨¢n las cosas, no es correcto quedarse paralizados porque otros no est¨¢n listos. Es justo avanzar para elevar la presi¨®n, aunque sean pocos, y no est¨¦n los principales. Otros, probablemente, seguir¨¢n. Los israel¨ªes tienen todo el derecho a ser gobernados por un Ejecutivo democr¨¢ticamente elegido. El resto del mundo no tiene derecho a intentar cambiar ese Gobierno, pero s¨ª a tomar iniciativas pol¨ªticas y civiles legales para ejercer presi¨®n sobre sus decisiones. Esto no es ni antisemitismo ni simpatizar con Ham¨¢s, como insin¨²an algunos pol¨ªticos, en Europa, no solo en Israel.
No cabe ser ingenuos. Este cambio de clima ¡ªesta derrota estrat¨¦gica¡ª no es ninguna garant¨ªa de que cuaje una presi¨®n internacional suficiente para llegar al punto necesario: el de una soluci¨®n pol¨ªtica, que obviamente es la de los dos Estados con garant¨ªas de seguridad para ambos, que Netanyahu torpedea desde que tiene el mando. D¨¦cadas de historia reciente dejan claro que Israel ha podido hacer lo que ha querido. Por el apoyo de la superpotencia global, la aceptaci¨®n de los europeos y ¡ªconviene no olvidarlo¡ª la creciente connivencia de pa¨ªses ¨¢rabes a los que les interesa m¨¢s como socio frente a Ir¨¢n que cualquier otra cosa. No est¨¢ claro que este cuadro cambie del todo. Pero es evidente que algo est¨¢ cambiando y que es una derrota estrat¨¦gica para Israel.
Es desde la convicci¨®n de que Israel tiene derecho a existir en paz, desde la inquebrantable empat¨ªa por el espantoso sufrimiento del Holocausto, desde la admiraci¨®n por la extraordinaria altura de los hallazgos culturales y cient¨ªficos del pueblo jud¨ªo que hay que decir claro y fuerte que el Israel de Netanyahu ¡ªque es mucho m¨¢s que solo una persona¡ª se est¨¢ equivocando de una manera que no solo inflige un sufrimiento intolerable a los palestinos, sino que expone a Israel al debilitamiento que la indignaci¨®n internacional por su acci¨®n genera. Europa deber¨ªa hacer o¨ªr su voz m¨¢s fuerte en ese sentido, y actuar pol¨ªticamente en ese sentido.