Cuando un robot resuelva el enigma del cerebro humano
C¨®mo demonios funciona esa capa fin¨ªsima de c¨¦lulas, arrugada y antiest¨¦tica, que nos permite percibir, sentir, abstraer, razonar, planear, crear y aprender: el c¨®rtex, o corteza cerebral, la sede de nuestra mente
Hay un amplio acuerdo en que el mayor problema sin resolver de la biolog¨ªa actual es c¨®mo funciona el cerebro. No el tuyo o el m¨ªo, sino ambos. No los detalles, sino los principios. No lo privado, sino lo universal, aquello que nos hace humanos a todos los humanos. C¨®mo demonios funciona esa capa fin¨ªsima de c¨¦lulas, arrugada y antiest¨¦tica, que nos permite percibir, sentir, abstraer, razonar, planear, crear y aprender: el c¨®rtex, o corteza cerebral, la sede de nuestra mente.
Imaginemos que los neur¨®logos, hartos ya de acumular toneladas de datos sin que toda esa informaci¨®n se acabe de convertir en conocimiento, alquilan el sistema de inteligencia artificial m¨¢s avanzado del momento ¨Dllam¨¦mosle Gast¨®n, por la energ¨ªa y el agua que consume¡ª, y le hacen engullir un mapa del cerebro de extraordinaria precisi¨®n, con cada neurona y cada sinapsis cartografiada sin la menor ambig¨¹edad. Los neur¨®logos dejan que Gast¨®n haga la digesti¨®n y luego le preguntan: ?c¨®mo funciona el cerebro?
Un inciso en nuestro relato. Lo del mapa del c¨®rtex con precisi¨®n sin¨¢ptica no es ninguna fantas¨ªa delirante. Es justo lo que han hecho los cient¨ªficos de Google y la Universidad de Harvard con un mil¨ªmetro c¨²bico de corteza cerebral humana. Partieron de un loncheado fino de ese material biol¨®gico, examinaron cada loncha con un microscopio electr¨®nico y reconstruyeron el cubito tridimensional en un archivo de 1,4 petabytes que ya han puesto a disposici¨®n de la comunidad cient¨ªfica. Por dar una comparaci¨®n, todo el tr¨¢fico mundial de Google supone 20 petabytes al d¨ªa.
Un mil¨ªmetro c¨²bico puede parecer un fragmento demasiado peque?o, pero el c¨®rtex tiene una estructura muy repetitiva. Ya mires en las ¨¢reas que procesan la informaci¨®n visual o en las que se ocupan de la sintaxis, en las que mueven las manos o las que generan el miedo, te encuentras con la misma organizaci¨®n en seis capas con la misma arquitectura de circuitos reiterada una y otra vez hasta el hartazgo. Quien conoce la descripci¨®n exacta de un mil¨ªmetro c¨²bico de c¨®rtex, conoce todo el c¨®rtex, es decir, toda la arquitectura de la mente. Entonces, volvamos a preguntar a Gast¨®n: ?c¨®mo funciona el cerebro?
Un momento, dir¨¢ Gast¨®n. Por muy detallada que sea, la estructura no basta. Eso ser¨ªa como pretender entender una ciudad a partir de su list¨ªn telef¨®nico. Todo el mundo sale ah¨ª, pero no sabemos qu¨¦ hacen, con qui¨¦n lo hacen ni a qu¨¦ dedican su tiempo libre. Para comprender un sistema no basta con describir su arquitectura. Necesitamos verla en activo.
Este argumento de Gast¨®n es flojo. Para empezar, la mera geometr¨ªa de un sistema puede bastar para entenderlo. Que la ¨®rbita de Marte sea el¨ªptica, como descubri¨® Kepler, es el fundamento de la gravitaci¨®n de Newton. Que el material gen¨¦tico tenga la forma de una doble h¨¦lice explica de inmediato que las c¨¦lulas puedan sacar copias de s¨ª mismas. La estructura y la funci¨®n est¨¢n inexorablemente imbricadas, as¨ª que Gast¨®n puede haber sido demasiado t¨ªmido en este punto. Pero es que adem¨¢s la lectura del c¨®rtex en funcionamiento progresa deprisa. El ¨²ltimo avance (Nature Human Behaviour, 13 de mayo) es un implante cerebral que identifica las palabras que est¨¢ pensando una persona. Lo hace registrando la actividad de las neuronas individuales en tiempo real. No es tan detallado como el mapa estructural del mil¨ªmetro c¨²bico, pero funciona bastante bien.
As¨ª que acabemos el relato de ciencia ficci¨®n. Los neur¨®logos alimentan a Gast¨®n con estos datos estructurales y funcionales y le vuelven a preguntar: ?C¨®mo funciona el cerebro?, y Gast¨®n responde: ¡°Ya lo he descubierto, pero como soy un sistema de IA generativa no estoy capacitado para entender mi propio funcionamiento. No tengo forma ni literaria ni pict¨®rica de expresar mi descubrimiento neurol¨®gico¡±. Condenado trasto.
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