Nostalgia del 15-M
Los mismos que dec¨ªan que el movimiento fue una ¡°vacuna democr¨¢tica¡± que garantizaba que en Espa?a nunca existir¨ªa la extrema derecha, ahora insin¨²an que algunos discursos y sentires de entonces podr¨ªan contener trazas reaccionarias
Esta semana ha sido el aniversario del 15-M y ha pasado sin pena ni gloria entre quienes se reclamaban sus herederos. Creer¨¢n que se ha quedado viejo y ya no moviliza. Habr¨¢n encontrado nuevos mitos en el 8-M, la revuelta clim¨¢tica o los aplausos en los balcones, que han envejecido peor que las manifestaciones de 2011 y emocionan a menos de los que cab¨ªan en la Puerta del Sol.
Tal vez el olvido del 15-M tenga que ver con que sus autoproclamados representantes cambiaron las lonas por la moqueta. ?C¨®mo seguir hablando de ¡°la primera generaci¨®n que vive peor que sus padres¡± cuando uno se embolsa un salario que roza o sobrepasa las seis cifras anuales? Aunque bien es cierto que algunos de ellos simplemente igualaron el nivel de vida de su linaje.
Estuvieron en las plazas moment¨¢neamente junto a aquellos que de verdad no ten¨ªan futuro entonces ni lo tendr¨ªan en lo venidero: ni trabajo estable, ni acceso a vivienda, ni la posibilidad de formar una familia. Coincidieron en el espacio f¨ªsico y luego se fueron al lugar que, por clase, les correspond¨ªa. Se dejaron de ¡°democracia real¡± y ¡°momento populista¡± para ocupar un lucrativo espacio en el r¨¦gimen del 78 como sucursal del PSOE y en el esquema general del capitalismo como agencia eco-trans-racializada. El mejor predictor de d¨®nde va a acabar alguien es de d¨®nde viene, y algunos supuestos heraldos del 15-M no dejaban de ser una caterva de pijos con educaci¨®n privada, buenos barrios, una red de contactos importantes e incluso apellidos hist¨®ricos de la progres¨ªa. Su sitio no era la tienda de campa?a, sino aquel en el que han acabado: alg¨²n ministerio desde el que poder preocuparse por el g¨¦nero no binario en las escuelas y descolonizar los museos.
La mayor¨ªa de los que compartieron plaza y protestas con ellos ten¨ªan un pasado peor que pronosticaba un futuro peor: barrios pobres y periferias, padres sin formaci¨®n ni contactos, la necesidad de trabajar mientras estudiaban. Pero tambi¨¦n ten¨ªa un legado que hacer valer: la dignidad de la clase obrera, la protecci¨®n de unas familias que en lo peor de la crisis salvaron a los suyos sin grandes apellidos pero con gran generosidad, el saberse de un lugar (madrile?os, catalanes, espa?oles) incompatible con la tutela de ¡°hombres de negro¡± desde Bruselas y la incendiaria memoria reciente, la certeza de que las cosas se estaban poniendo cada vez m¨¢s negras para ellos.
Lo escrib¨ªa Juan Carlos Monedero, uno de los pocos que se ha acordado del 15-M en este aniversario: ¡°Desde entonces est¨¢n peor las guerras, el clima, la vivienda, el empleo y la importancia de Espa?a¡±. Pero muchos de sus excompa?eros tildar¨¢n estas palabras de peligrosa melancol¨ªa. Los mismos que dec¨ªan que el 15-M fue una ¡°vacuna democr¨¢tica¡± que garantizaba que en Espa?a nunca existir¨ªa la extrema derecha, ahora insin¨²an que algunos discursos y sentires de entonces podr¨ªan contener trazas reaccionarias. Han conquistado su calma en la vida burguesa y ahora les asustan los que siguen indignados, esc¨¦pticos o con cualquier sentimiento distinto a felicidad bobalicona, resiliencia o, como mucho, terrores clim¨¢ticos como los de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix.
Por eso tildan de reaccionario a quien afirme o piense lo mismo que entonces: que ¡°mandan los mercados y no los hemos votado¡±, que ¡°PSOE y PP la misma mierda es¡± y que los (ya no tan) j¨®venes ¡°somos la primera generaci¨®n que vive peor que sus padres¡±. Porque la progres¨ªa del buen pasado individual no quiere reconocerle al pueblo ning¨²n buen pasado colectivo.
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