En la monta?a
Permanec¨ª en esa cueva hasta que pude aniquilar la pregunta que me hab¨ªa llevado hasta all¨ª: c¨®mo hubiera sido esa otra vida

Pas¨® hace tiempo. Dos b¨®lidos lanzados hacia una zona de cat¨¢strofe. No hab¨ªa posibilidad de evitarla, pero ¨¦ramos tan humanos que cre¨ªmos que s¨ª. Hasta que un d¨ªa todo se estrell¨® sin ruido por causa de una frase, dos palabras hijas del Armaged¨®n. Fue como una de esas devastaciones de la naturaleza que sobrevienen con rapidez e indiferencia. Algo destructivo y poderoso. Utilic¨¦ lo que no hab¨ªa necesitado hasta entonces: una estrategia de salvataje. No ten¨ªa d¨®nde ir m¨¢s que a mi cueva en la monta?a. Es un lugar en el que se permanece sin esperar nada: ni cobijo, ni consuelo. Se vive como si uno ya se hubiera muerto. Los recuerdos se aniquilan antes de que surjan: adi¨®s al rostro, adi¨®s a los d¨ªas de la dulzura. Para resistir all¨ª hace falta entereza. Se sobrevive apenas, con la respiraci¨®n aplastada y un vibrato ag¨®nico en el pecho, ¨²nico indicador de la existencia. El sitio tiene la hostilidad de una garra, una desmesura que devora cualquier atisbo de pensamiento relacionado con el encono o la melancol¨ªa: es un lugar tan duro que todo se concentra en la idea de subsistir. Cuando el cuerpo ya se ha acostumbrado a la brutalidad, llega el furor qu¨ªmico de la angustia, una v¨ªbora demente que recorre esa tierra yerma. No hay forma de evitarla. S¨®lo queda ahogarse en su oc¨¦ano ceniciento para vencerla sin pensar, obedeciendo a impulsos ciegos mientras los ¨®rganos chillan retorcidos por el esfuerzo inhumano. Hasta que un d¨ªa, sorpresivo y cruel, llega el olvido. La m¨¢s perfecta nada. La desaparici¨®n del rastro. Permanec¨ª en esa cueva hasta que pude aniquilar, y enviar de regreso al infierno del que hab¨ªa salido, la pregunta que me hab¨ªa llevado hasta all¨ª: qu¨¦ hubiera pasado si, c¨®mo hubiera sido la vida esa. ?Cu¨¢ntos caminos se perdieron con ese que sell¨¦, tapi¨¦, lapid¨¦ para siempre ¨Dcuando a¨²n estaba vivo¨D para poder vivir yo? Desde entonces, bajo capas de lo que no fue ni ser¨¢, de lo que ni siquiera es, escribo. Con eso basta. O deber¨ªa bastar.
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