Catalu?a y la burbuja europea

Las elecciones catalanas constatan que las urnas plasman la l¨®gica b¨¦lica y tribal cuando las campa?as se dise?an para tal fin, esto es, para alimentar la polarizaci¨®n. Por eso hemos de agradecer a Salvador Illa que haya evitado la tentaci¨®n de sacar r¨¦ditos de los antagonismos y su l¨®gica ensimismada, esa que nos dice que no merece la pena discutir con quien afirma ciertas cosas. Solo as¨ª ha conseguido resquebrajar un bloque que parec¨ªa petrificado mostrando, adem¨¢s, generosidad en la victoria con su compromiso de no humillar al vencido. El peligro de hacer pol¨ªtica con la l¨®gica amigo/enemigo es que, tras las elecciones, se impone la exclusi¨®n del derrotado, nunca su cuidado. Por eso es importante ese ¡°gobernar¨¦ para todos, vengan de donde vengan y hablen lo que hablen¡±. Vivimos tiempos de luchas identitarias por el simple temor a que la gente pueda elegir libremente lo que quiere ser. Que le pregunten a Putin qu¨¦ es lo que intenta evitar con la invasi¨®n de Ucrania.

Lleven ahora estas reflexiones a las inminentes elecciones europeas. Uno de los principales retos de las democracias es romper las burbujas que nos envuelven: la crisis europea tiene que ver con la aparici¨®n de tribus pol¨ªticas que no encajan con los patrones ideol¨®gicos tradicionales que permit¨ªan, curiosamente, una conversaci¨®n com¨²n. Si muchos dirigentes pueden hoy decir barbaridades es porque tambi¨¦n los ciudadanos decidimos saltar fuera de cualquier comunidad de comprensi¨®n para refugiarnos al calor de las emociones tribales. Lo explica el polit¨®logo Ivan Krastev con una incre¨ªble paradoja: desde que Giorgia Meloni lleg¨® al poder, ha aumentado el n¨²mero de inmigrantes irregulares en Italia, pero la inquietud por las olas migratorias se ha apaciguado. Cuando se trata de inmigraci¨®n, ¡°la extrema derecha se ve recompensada simplemente por su ret¨®rica hostil a los inmigrantes: para muchos votantes de extrema derecha lo importante es que su Gobierno exprese abiertamente como ellos su odio a la inmigraci¨®n¡±.

El ejemplo muestra hasta qu¨¦ punto nos han dejado de importar los hechos y c¨®mo nos refugiamos en la promesa de un mundo alternativo que nos ofrezca seguridad emocional. Pero la realidad alternativa no se crea con hechos alternativos, sino con emblemas efectistas que prometen un futuro estable y previsible, un mundo de consistencia aparente que, como dec¨ªa Hannah Arendt, es ¡°m¨¢s adecuado a las necesidades de la mente que la realidad misma¡±. Meloni sabe que su discurso de odio es m¨¢s ¨²til que los hechos porque preferimos nuestras burbujas a la compleja realidad del desacuerdo. Pero hay una manera de romper esa burbuja que apenas mencionamos: hablar abiertamente de las cosas. Los ultras simulan ser los ¨²nicos que dicen las verdades del barquero en la escena p¨²blica, de revelar mediante puras soflamas lo que denominan ¡°verdades inc¨®modas¡±, por supuesto abiertamente falsas. Lo hacen porque los pol¨ªticos tradicionales han decidido dejar fuera de la conversaci¨®n los temas con los que se sienten inc¨®modos, o imitar en su lugar la ret¨®rica ultra. Lo hemos visto en Catalu?a. Mientras el PSC guardaba silencio sobre la inmigraci¨®n, Feij¨®o alertaba en Cornell¨¤, al m¨¢s puro estilo Abascal, contra el peligro de que ¡°ocupen nuestras casas y nuestras propiedades¡±. Por eso, ante las pr¨®ximas elecciones europeas cabe preguntarse, as¨ª, en qu¨¦ se diferencia el PP de Vox, la Uni¨®n C¨ªvica de Orban, Junts o Alian?a Catalana, m¨¢s all¨¢ de las banderas nacionales que dicen defender.