Dos Estados para alcanzar la paz
El reconocimiento de Palestina cambia un paradigma internacional del que se ha aprovechado injustamente Israel
Espa?a reconoci¨® este martes el Estado palestino en una decisi¨®n coordinada con la Rep¨²blica de Irlanda y Noruega que ha sido calificada de hist¨®rica por los responsables de sus respectivos gobiernos. No hay precipitaci¨®n ni es fruto del oportunismo de una campa?a electoral, sino todo lo contrario. De forma largamente meditada y negociada, Espa?a ha dado un paso que se concreta en un ...
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Espa?a reconoci¨® este martes el Estado palestino en una decisi¨®n coordinada con la Rep¨²blica de Irlanda y Noruega que ha sido calificada de hist¨®rica por los responsables de sus respectivos gobiernos. No hay precipitaci¨®n ni es fruto del oportunismo de una campa?a electoral, sino todo lo contrario. De forma largamente meditada y negociada, Espa?a ha dado un paso que se concreta en un momento especialmente preocupante, coincidiendo con la matanza atroz perpetrada por el Ej¨¦rcito israel¨ª en un campamento de Rafah y el inicio de una ofensiva que EE UU considera la l¨ªnea roja de su apoyo. El bombardeo y el incendio de los tendales donde se hab¨ªan instalado los civiles, en una zona calificada como refugio, ha descalificado cualquier pretensi¨®n israel¨ª de vender a Washington una ocupaci¨®n militar del sur de Gaza como incruenta para la poblaci¨®n, y ha obligado al primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu, responsable de la tragedia, a confesar un ¡°error tr¨¢gico¡±.
El reconocimiento de Palestina tiene una funci¨®n inmediata, compartida ampliamente por la comunidad internacional, como es ejercer la m¨¢xima presi¨®n para que Israel cese en sus ataques a la poblaci¨®n civil, garantice los suministros vitales a los gazat¨ªes y acceda al alto el fuego permanente que permita la liberaci¨®n inmediata de los rehenes secuestrados por Ham¨¢s. El movimiento diplom¨¢tico se suma a las resoluciones de dos tribunales internacionales, el de Naciones Unidas y el surgido del Estatuto de Roma. El primero ha exigido el cese de las hostilidades y la reanudaci¨®n de suministros, y el fiscal del segundo ha declarado sospechosos de cr¨ªmenes de guerra, y por tanto susceptibles de detenci¨®n, a Netanyahu y a su ministro de Defensa, Yoav Gallant, por el asedio y la hambruna a los que est¨¢ sometida la poblaci¨®n civil, la misma consideraci¨®n que ha aplicado a los l¨ªderes de Ham¨¢s.
Lejos de ser un gesto simb¨®lico, reconocer a Palestina es un impulso para que otros pa¨ªses europeos y finalmente la propia Uni¨®n terminen a?adi¨¦ndose a los 143 pa¨ªses de Naciones Unidas que ya la reconoc¨ªan. Coincide con la convocatoria, decidida por unanimidad de los 27, del Consejo de Asociaci¨®n entre la UE e Israel para verificar por primera vez el cumplimiento de los compromisos israel¨ªes en derechos humanos en el marco de las relaciones privilegiadas y de la estrecha cooperaci¨®n que mantiene con los pa¨ªses europeos.
La f¨®rmula adoptada no es una mera declaraci¨®n con efectos protocolarios, sino un compromiso que pretende superar el paradigma de paz inaugurado en Madrid y Oslo en los noventa. La experiencia demuestra que el punto de llegada que era el Estado palestino debe convertirse ahora en punto de partida, de forma que israel¨ªes y palestinos se vean obligados a negociar bilateralmente a partir de las fronteras reconocidas por la ONU. Favorece el cambio de paradigma la trayectoria pol¨ªtica de Netanyahu, dirigida toda entera a evitar la existencia de un Estado palestino, fomentando la colonizaci¨®n y ocupaci¨®n de su territorio, la divisi¨®n entre palestinos e incluso el asentamiento de la organizaci¨®n terrorista e isl¨¢mica Ham¨¢s en Gaza en detrimento de la pac¨ªfica y laica Autoridad Palestina.
La decisi¨®n no es solo una necesidad hist¨®rica y de justicia, seg¨²n el presidente S¨¢nchez, sino ¡°la ¨²nica manera de avanzar hacia la soluci¨®n que todos reconocemos como la ¨²nica posible para lograr un futuro de paz: la de un Estado palestino que conviva junto al Estado de Israel en paz y seguridad¡±. Espa?a descarta que Israel mantenga su presencia militar o administre la Franja y considera que solo la Autoridad Palestina puede recuperar el control de todo el territorio. Quiere que Palestina sea un Estado viable, asentado sobre Jerusal¨¦n Este, Gaza y Cisjordania, estos dos ¨²ltimos conectados por un corredor terrestre. Y fundamenta tal propuesta en las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 242 y 338, de las que se desprende la abierta ilegalidad de las colonias de ocupaci¨®n jud¨ªas construidas a partir de 1967.
La idea espa?ola, asentada sobre la posici¨®n europea, conduce a una negociaci¨®n ya no sobre la eventualidad del Estado palestino, sino sobre la exacta delimitaci¨®n de las fronteras entre ambos Estados, en la que se presuponen canjes y ajustes de territorios. Madrid, en consecuencia, ¡°no reconocer¨¢ cambios en las l¨ªneas fronterizas de 1967 que no sean los acordados por las partes¡±. Se entiende la irritaci¨®n que ha producido en un Gobierno como el de Netanyahu, ya que si prospera esta v¨ªa se ver¨¢ obligado a negociar en igualdad de condiciones, a diferencia de lo que ha sucedido desde Oslo, y quedar¨¢n obsoletas las pretensiones expansionistas de la derecha israel¨ª sobre el territorio ¨ªntegro entre el Jord¨¢n y el Mediterr¨¢neo.
No se entiende el desvar¨ªo del ministro de Exteriores Israel Katz con su airada e injusta reacci¨®n contra Espa?a, con la que est¨¢ hundiendo a la prestigiosa diplomacia israel¨ª en el barro del insulto y la coacci¨®n, la difamaci¨®n y la manipulaci¨®n de la historia, pr¨¢cticas incivilizadas y ajenas a las buenas costumbres diplom¨¢ticas. Este gobierno de extrema derecha que padece Israel act¨²a como si su pa¨ªs solo tuviera derechos y ninguna obligaci¨®n, ni siquiera con las formas educadas y civilizadas, sustray¨¦ndose de la legalidad internacional y de las reglas de juego en general siempre que le conviene y acept¨¢ndolas solo si se ajustan exactamente a sus intereses. No se lo merecen los ciudadanos de Israel ni tampoco los numerosos amigos que tiene Israel en Espa?a y en el mundo.