Palestina: reconocer lo obvio
La opci¨®n pol¨ªtica que se crea con la mayor legitimidad perder¨¢ todo tipo de raz¨®n si niega el reconocimiento a la dignidad de la condici¨®n humana y el derecho de los civiles a vivir
Se ha puesto de actualidad el verbo reconocer y eso explica muchas cosas. Para empezar, explica el momento, porque si se ha vuelto noticia que se reconozca a algo o a alguien ser¨¢ porque en alg¨²n momento dej¨® de hacerse eso que parece tan obvio y fundamental para mantener cualquier conversaci¨®n: admitirle al otro cierta dignidad o, como poco, una entidad suficiente solo por el hecho de que exista. Lo contrario es negar que existe, o ignorarlo. Reconocer implica asumir que hay otros, aunque resulta de lo m¨¢s pol¨¦mico cumplir con lo m¨¢s sencillo. Por ejemplo, con aquello que se haya aprobado antes en decenas de resoluciones.
El reconocimiento es clave en la vida pol¨ªtica y diplom¨¢tica, pero la reflexi¨®n va m¨¢s all¨¢. Buena parte del debate p¨²blico ha crecido a partir de la premisa de dejar de reconocer al otro, lo cual es parad¨®jico porque si se niega al otro se niega el debate. As¨ª se entienden algunos discursos y as¨ª se entiende el punto del debate.
Se deja de reconocer a la ONU, por citar un caso. O a lo que siempre fueron consensos b¨¢sicos para una sociedad y su convivencia. Se puede dejar de reconocer la sentencia de un tribunal internacional y hacer lo contrario de lo que han dictado los jueces. Se puede, adem¨¢s, en un sentido literal, porque no pasa nada.
Se deja de reconocer a alguien por su condici¨®n o creencia, por su lugar de nacimiento o por su renta. Se deja de reconocer a un rival pol¨ªtico o a un Gobierno y su legitimidad. Ni siquiera en el teatro ocurre lo que en la vida se da en ¨¢mbitos tan distintos, porque hasta en los mon¨®logos teatrales se reconoce al espectador. Los Gobiernos han de reconocer a la oposici¨®n y su deber fundamental de cr¨ªtica y la oposici¨®n ha de reconocer a un Gobierno democr¨¢tico. Es obvio, pero ese tambi¨¦n es un rasgo que define la ¨¦poca: conviene mentar lo obvio.
No hace falta acudir a la historia, tan llena de ejemplos, para adivinar lo que hay al final de la falta de reconocimiento. Tampoco hace falta visitar las tablas de desigualdades para constatar los efectos sociales de la discriminaci¨®n. Pero quiz¨¢ sea necesario recordar que incluso la opci¨®n pol¨ªtica que se crea con la mayor legitimidad perder¨¢ todo tipo de raz¨®n si niega a los dem¨¢s aquel reconocimiento del que nunca podr¨¢n despojarles: la dignidad de la condici¨®n humana y el derecho de los civiles a vivir.
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