El voto de las mujeres y los valores europeos
Muchas conquistas de nuestro d¨ªa a d¨ªa corren el peligro de ser revertidas si no se interioriza este legado como un patrimonio com¨²n que hay que continuar defendiendo, cuidando y renovando
A punto de afrontar unas elecciones decisivas para el futuro de las europeas y europeos, interesa poner nuevamente de relieve la poderosa relaci¨®n existente entre los avances de las mujeres, la democracia y los valores que encarna la Uni¨®n Europea.
En la primera mitad del siglo XX se generaliz¨® el voto femenino y la educaci¨®n para las mujeres y durante las dos guerras mundiales, ellas se incorporaron masivamente a las f¨¢bricas en sustituci¨®n de los hombres llamados a filas. El contraste es enorme con un siglo XIX de mujeres invisibles, ignoradas e ignorantes, y violentadas.
En los a?os setenta del siglo XX, las mujeres hicieron su propia revoluci¨®n. El acceso a la educaci¨®n superior, el libre uso de la p¨ªldora anticonceptiva y la legalizaci¨®n del aborto, cambiaron sus expectativas y comportamientos. El control aut¨®nomo de su fecundidad les permiti¨® retrasar el matrimonio y la maternidad para invertir m¨¢s a?os en educaci¨®n con el objetivo de compaginar una buena profesi¨®n con la futura creaci¨®n de una familia.
Las espa?olas obtuvieron sus derechos m¨¢s elementales hace menos tiempo, en los ¨²ltimos 50 a?os, claramente asociados a la democracia y a los servicios p¨²blicos, cuyo desarrollo se inici¨® en la transici¨®n democr¨¢tica. Resulta dif¨ªcil creer que el permiso marital para trabajar, viajar o abrir una cuenta bancaria fue derogado en nuestro pa¨ªs en 1975, la legislaci¨®n contra el adulterio en 1978, el divorcio se legaliz¨® en 1981 y el aborto inici¨® su despenalizaci¨®n en 1985. El ansia de derechos y libertades propio del periodo de la Transici¨®n tuvo a las mujeres como protagonistas y beneficiarias.
El ingreso de Espa?a en la Uni¨®n Europea supuso un nuevo y vigoroso impulso al avance de los derechos femeninos y a la mejora de sus condiciones de vida. Europa era entonces, y contin¨²a si¨¦ndolo hoy, una realidad ¨²nica en el mundo, pese a sus insuficiencias. Lidera todos los rankings de progreso a nivel global respecto al desarrollo humano, la democracia, la justicia, los derechos, la paz, la sostenibilidad medioambiental, la cobertura y calidad de los servicios p¨²blicos, la sanidad, la protecci¨®n de la infancia y la vejez, la cohesi¨®n social y territorial y, por supuesto, la igualdad de g¨¦nero.
El complejo entramado de principios, pactos, tratados, programas, instituciones, agencias, inversiones estrat¨¦gicas, negociaciones, fondos y redes de la Uni¨®n Europea sustenta muchos de nuestros logros del d¨ªa a d¨ªa. Un entramado vibrante que se ha concretado recientemente en vacunas y nuevos fondos para superar la crisis derivada de la pandemia de la covid-19 y que, de manera consistente, ha integrado la igualdad entre los sexos como una se?a de identidad traducida en compromisos y recursos. Una conquista que hoy corre el peligro cierto de revertir si no se interioriza este legado como un patrimonio com¨²n que hay que continuar defendiendo, cuidando y renovando.
Se da, no obstante, la paradoja de que las mujeres se sienten m¨¢s alejadas que los hombres de lo que representa en nuestras vidas la Uni¨®n Europea (con 7 puntos porcentuales menos de inter¨¦s por las noticias relativas a la UE y 13,5 puntos menos en el grado de informaci¨®n), pese a encarnar mucho m¨¢s que ellos sus valores y ser m¨¢s vulnerables a sus retrocesos. A la deficiente comunicaci¨®n a la ciudadan¨ªa desde las instancias europeas se une hoy el insoportable ruido de procesos electorales donde Europa aparece apenas como pretexto de pulsos internos de poder dentro de los Estados.
Los resultados de diversas encuestas recientes del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) sobre inquietudes y valores de mujeres y hombres respecto a la pol¨ªtica y la sociedad en la que viven* reflejan notables divergencias entre los sexos. Para empezar, solo el 54% se sienten muy o bastante interesadas en la pol¨ªtica, 13 puntos menos que los hombres. En cuanto a los principales problemas de Espa?a, les importa m¨¢s la econom¨ªa y la vida cotidiana, el paro, la vivienda, la juventud, los problemas de ¨ªndole social, las desigualdades y la pobreza, mientras que ellos se preocupan m¨¢s por el mal comportamiento de los pol¨ªticos, la corrupci¨®n, el fraude o la inmigraci¨®n. Y se sienten m¨¢s afectadas personalmente por los relacionados con la sanidad, paro, vivienda y falta de oportunidades de los j¨®venes.
A la hora de resolver estos problemas, son m¨¢s favorables que los hombres a que el Estado intervenga en la econom¨ªa (72% frente a 64%) y le dan bastante m¨¢s importancia a los servicios p¨²blicos y la calidad de los mismos (46%-38%). Estiman, asimismo, que en nuestra sociedad deber¨ªa darse m¨¢s valor a favorecer la igualdad y solidaridad entre las personas (62%-53%) que a hacer posible que cada cual llegue a lo m¨¢s alto que pueda con su esfuerzo y su trabajo (29%-38%).
Las mujeres muestran mayor simpat¨ªa que los hombres ¡ªcon diferencias en varios casos de 10 puntos o m¨¢s¡ª por organizaciones ecologistas (22%-14%), pacifistas (28%-18%), feministas (25%-14%), de derechos humanos (48%-35%) y LGTBIQ+ (27%-17%. Y manifiestan mayor preocupaci¨®n por las grandes amenazas de nuestro tiempo, como el cambio clim¨¢tico (88/66) la invasi¨®n de Ucrania y la guerra en Oriente Pr¨®ximo (14 puntos de diferencia).
Tambi¨¦n son m¨¢s abiertas, ya que al 70% (frente al 59% masculino) les gustar¨ªa vivir en una sociedad con personas de diferente origen, cultura y religi¨®n. Probablemente, la conciencia de las mujeres respecto a las necesidades de cuidados, de los que son las responsables casi exclusivas, facilita que no perciban a las personas inmigrantes como una amenaza sino como una ayuda necesaria.
El estudio del CIS Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de g¨¦nero confirma las considerables diferencias entre uno y otro sexo tambi¨¦n en este aspecto: el 67% de las mujeres opina que las desigualdades son muy grandes por solo el 48% de los hombres. Frente a la percepci¨®n de que se ha llegado tan lejos en la promoci¨®n de la igualdad de g¨¦nero que ahora se est¨¢ discriminando a los hombres (32% de las mujeres y 44% de los hombres de acuerdo/muy de acuerdo), la realidad muestra retrocesos en igualdad como que el n¨²mero de v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero no ha dejado de aumentar desde 2020, mientras que las brechas (laborales, tecnol¨®gicas, de cuidados o de liderazgo) contin¨²an estancadas o creciendo.
Destaca, sin embargo, la perspectiva inclusiva de las mujeres sobre el avance de sus derechos. Creen que todos ganamos con la igualdad, sin dejar a los hombres atr¨¢s porque saben que esta no se lograr¨¢ a menos que ellos tambi¨¦n luchen por alcanzarla (81,2% de las mujeres y 74,2% de los hombres).
Respecto a las opiniones y actitudes ante la Uni¨®n Europea, coinciden en que la principal medida a adoptar por la Uni¨®n es establecer un salario m¨ªnimo europeo (31%-29%), pero divergen notablemente en la segunda y tercera prioridad: avanzar en los derechos sociales y pol¨ªticos de la ciudadan¨ªa (30% ellas y 22% ellos) y reforzar la pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n (13%-21%). Se aprecian igualmente brechas de g¨¦nero en cuanto al tema m¨¢s importante para el futuro de Europa, con claras diferencias en torno a las migraciones (5 puntos menos en opini¨®n de las mujeres), el cambio clim¨¢tico (4 puntos m¨¢s) y la defensa y la seguridad exterior (4 puntos menos). Por ¨²ltimo, entre los temas a abordar por el Parlamento Europeo de forma prioritaria, la lucha contra la pobreza y la exclusi¨®n social se sit¨²a en primer lugar (casi 5 puntos m¨¢s que los hombres), seguida por la sanidad p¨²blica (9 puntos m¨¢s).
Puede concluirse que las mujeres son hoy, aun sin saberlo, las mayores garantes del avance del proyecto europeo y tambi¨¦n de la mejora de la vida de los hombres, porque su revoluci¨®n es una revoluci¨®n inclusiva. Sin embargo, en un contexto crecientemente polarizado, divisorio y vociferante, su mirada est¨¢ cada vez menos presente en la construcci¨®n de las nuevas agendas y, lo que es peor, la campa?a de las elecciones al Parlamento Europeo se est¨¢ desarrollando en un marco de ofensiva creciente contra sus derechos, los derechos humanos en general y los derechos de la tierra en que vivimos y nos da sustento. La propia democracia se cuestiona al demonizar la agenda que incluye todas estas dimensiones, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y se debilita peligrosamente con el protagonismo mundial de l¨ªderes y reg¨ªmenes autoritarios claramente patriarcales, junto a una ultraderecha globalizada con un programa com¨²n de destrucci¨®n de la democracia, sustituida por la reafirmaci¨®n de ideolog¨ªas, culturas e identidades marcadamente individuales y ajenas a lo social, a lo diverso, al otro, a lo humano en definitiva. Mientras, los desaf¨ªos actuales solo podr¨¢n abordarse con ¨¦xito apostando por una Europa de proximidad y con m¨¢s mujeres contribuyendo a moldear la Uni¨®n que necesitamos, una comunidad pol¨ªtica, econ¨®mica y social resiliente desde la cual navegar con mejores vientos por las tormentas que hoy sufrimos, m¨¢s las que se avecinan. Lo que es seguro, y bien lo sabemos las mujeres, es que el ¡°s¨¢lvese quien pueda¡± no es otra cosa que un salto hacia el abismo.
* Bar¨®metro de mayo 2024 y Encuestas sobre H¨¢bitos democr¨¢ticos, Tendencias sociales, Calidad de los servicios p¨²blicos.
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