Kafka en nuestra campa?a europea
Gregorio Mart¨ªnez se despert¨® transformado en un escarabajo. Tocaba votar pero era incapaz de moverse para acudir a las urnas
Cuando Gregorio Mart¨ªnez despert¨®, despu¨¦s de un sue?o intranquilo, se encontr¨® sobre su cama transformado en un aborrecible escarabajo. Tocaba votar en las elecciones europeas y, sin embargo, era incapaz de moverse para acudir a las urnas. Todo a su alrededor le era familiar, la cama, la habitaci¨®n, la luz que entraba por las ventanas. Pero su cuerpo parec¨ªa haber adquirido el caparaz¨®n de un horrible insecto.
El otrora magn¨ªfico citoyen apenas se reconoci¨® en ese abominable ser. ¡°?Qu¨¦ pasar¨ªa, pens¨®, si contin¨²o durmiendo un poco m¨¢s y me olvido de todo este disparate?¡± Imposible. Europa, esa quimera a la que hab¨ªa dedicado todas sus ilusiones, no se le iba de la mente. No pod¨ªa dejar de cumplir con su obligaci¨®n c¨ªvica. Y de repente observ¨® con horror, que ese bendito nombre, Europa, se le confund¨ªa con otro, el ¨²nico que estuvo presente a lo largo de toda la campa?a: ?Bego?a G¨®mez! No se habl¨® de otra cosa, record¨®, mientras trataba de familiarizarse con sus nuevas y saltarinas piernas.
Sigui¨® rumiando. Una campa?a perdida, una m¨¢s, en la que los grandes partidos jugaron a lo ¨²nico que saben, denigrarse entre s¨ª. ?C¨®mo va a ser posible realizar el sue?o europeo si cuando se trataba de difundirlo y de concretarlo en propuestas miramos hacia otro lado? Europa no importa, nada importa salvo el resultado favorable para los nuestros. No habr¨¢ avances en el proyecto europeo si este no se explica, si no hacemos el esfuerzo por presentar alternativas que puedan someterse despu¨¦s a la cr¨ªtica y nos permitan elegir la que consideramos mejor. Por parte de Feij¨®o nos hemos encontrado, sin embargo, con que no tiene nada en su argumentario que no sea su obsesi¨®n contra S¨¢nchez. Es de pi?¨®n fijo. Fuera de su monotema, no hay otro discurso o programa. Ni en pol¨ªtica nacional ni europea. Eso y su propensi¨®n a cometer errores no forzados lo han convertido en uno de los peores gestores de campa?as electorales que se recuerdan. Siempre las termina considerablemente peor que las empieza. Por el otro lado la cosa no es mejor.
S¨¢nchez ha descubierto desde hace a?os que confrontar es m¨¢s rentable; azuzar el miedo a la victoria del adversario, esa es la estrategia que da resultado. Todo lo dem¨¢s sobra. Lo que era inimaginable era que encima fuera de perseguido por el Estado de derecho, que cayera en una suerte de victimismo frente al deep state, y otra vez buscara su defensa abraz¨¢ndose al pueblo mediante una nueva ep¨ªstola. Lo peor de todo, claro, es que nuestro Estado de derecho ten¨ªa el rostro del juez Peinado, un dechado de imprudencia.
Cuanto m¨¢s pensaba nuestro Gregorio sobre la campa?a m¨¢s dif¨ªcil se le hac¨ªa dominar su abombado cuerpo. De repente cay¨® en la cuenta, sin embargo, de que todo a lo que hab¨ªa asistido ten¨ªa algo de simulacro. ?Acaso populares y socialistas no acabar¨¢n abraz¨¢ndose en el Parlamento Europeo despu¨¦s de las elecciones? ?A qu¨¦ viene entonces tanto postureo? Si el mal para Europa es que se afiance en ella la ultraderecha, d¨ªgase as¨ª, ?por ambas partes!, y pasen a explicar su programa.
Fue en ese momento cuando Gregorio tom¨® conciencia de por qu¨¦ sent¨ªa tan profunda alienaci¨®n respecto a su propio cuerpo. Formaba parte de aquellos que hab¨ªan sido expulsados por la confrontaci¨®n sistem¨¢tica, los inmunes a las descalificaciones de unos y otros y a los relatos racionalizadores de las posiciones de parte; los que aspiraban a una pol¨ªtica dial¨®gica y racional y disfrutaban del mundo de las opiniones disidentes. Salt¨® de la cama y se dijo: ¡°Ya que me he convertido en un bicho, votar¨¦ PACMA, los ¨²nicos que protegen a todas las especies animales¡±.
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