El jard¨ªn y la jungla
La tr¨ªada de libertad, prosperidad y cohesi¨®n europeas est¨¢ amenazada. La UE se la juega con la cuesti¨®n militar y la batalla econ¨®mica
Hace a?o y medio Josep Borrell pronunci¨® un discurso importante en uno de los corazones del continente: el Colegio de Europa de Brujas. Su auditorio era la primera promoci¨®n de la Academia Diplom¨¢tica Europea, un programa financiado principalmente por el Parlamento Europeo y cuya misi¨®n es formar a diplom¨¢ticos de los Estados miembros para que act¨²en como diplom¨¢ticos europeos de pleno derecho. Aquel 13 de octubre de 2022 el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Seguridad de la UE construy¨® su reflexi¨®n a partir de una imagen provocadora que gener¨® una reveladora controversia: describi¨® a Europa como un jard¨ªn y caracteriz¨® como una jungla asediante a la mayor parte del resto del mundo, con Putin como encarnaci¨®n del temible tigre salvaje. Por entonces hac¨ªa medio a?o que el aut¨®crata hab¨ªa decidido invadir Ucrania. La mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa europea, que padec¨ªa las consecuencias econ¨®micas de la guerra, a¨²n estaba altamente sensibilizada con un conflicto que, desde las im¨¢genes inhumanas del sitio de Mariupol, estaba reactivando la memoria secular de una barbarie que dese¨¢bamos lejana y olvidada. ?Europa, atemorizada en su seguridad y bienestar, pod¨ªa dejar de ser aquel vergel? Este domingo, en las urnas, tambi¨¦n damos una respuesta a esa pregunta.
¡°Hemos construido un jard¨ªn. Todo funciona. Es la mejor combinaci¨®n de libertad pol¨ªtica, prosperidad econ¨®mica y cohesi¨®n social que ha construido la humanidad¡±. Lo que vino a decir Borrell en la tranquilidad de Brujas es que esa tr¨ªada de libertad, prosperidad y cohesi¨®n, si segu¨ªamos encerrados en nuestro jard¨ªn, estaba seriamente amenazada. Desde entonces, mientras la guerra ha continuado, nuestras opiniones p¨²blicas, sobre todo las m¨¢s cercanas a Rusia, han ido interiorizando que existe una plausible amenaza de agresi¨®n b¨¦lica y, en paralelo, la UE ha empezado a explorar nuevos mecanismos presupuestarios con el prop¨®sito de financiar el aumento del gasto en defensa. Pero la cuesti¨®n militar no es la ¨²nica en la que Europa se juega el ser o no ser. Hay otra cara del mismo reto. En un momento de transici¨®n global, siguiendo con el argumento de Borrell, los europe¨ªstas interpretan cu¨¢les son las coordenadas de una globalizaci¨®n que ya no solo lidera Occidente. Solo as¨ª, al entender cu¨¢l debe y puede ser su lugar en la tensa coyuntura actual, podr¨¢ seguir siendo un jard¨ªn. Es la otra batalla. La de la econom¨ªa cuando el mercado interior, que fue origen de la Uni¨®n, es un recuerdo del mundo de ayer al que prometen regresar los nacionalpopulismos.
Ese mundo, el que naci¨® hace 80 a?os en la playa de Omaha, tan solo es un recuerdo en el que Europa se mira el ombligo nost¨¢lgico. El de hoy es el del art¨ªculo de portada de The New York Times del pasado mi¨¦rcoles, escrito por Patricia Cohen, donde ya en el titular se formulaba la pregunta esencial: ¡°Europa se ha quedado detr¨¢s de Estados Unidos y China. ?Puede ponerse al d¨ªa?¡±. No ser¨¢ f¨¢cil. El punto de partida son unos datos inapelables que Jos¨¦ Ignacio Goirigolzarri ¡ªpresidente de CaixaBank¡ª puso sobre la mesa hace pocas semanas en un debate en Barcelona: Europa tiene el 6% de la poblaci¨®n mundial, el 18% del PIB mundial y supone el 48% del gasto p¨²blico. Hemos vivido en este jard¨ªn porque ha podido realizarse ese gasto. Pero las cuentas, a medio plazo, no saldr¨¢n. Por eso es clave apostar por un modelo productivo que refuerce la prosperidad econ¨®mica como ¨²nica garant¨ªa del bienestar que cohesiona. Durante la ¨²ltima legislatura se ha abierto un camino propio: la reindustrializaci¨®n a trav¨¦s del vector del Pacto Verde y, sobre todo en Espa?a e Italia, los Fondos Next Generation. No se han planteado otras alternativas realistas. Bueno, s¨ª: las involutivas. Las de la jungla.
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