Macron, el zorro y el le¨®n
Solo el presidente franc¨¦s sabe qu¨¦ busca, pero no es descartable que haya introducido en la ecuaci¨®n una posible victoria de RN y est¨¦ anticipando una cohabitaci¨®n con Bardella
Los pa¨ªses donde m¨¢s ha avanzado la extrema derecha despu¨¦s de las ¨²ltimas elecciones europeas son los seis que firmaron el Tratado de Roma, los que m¨¢s tiempo llevan entrelazados. Exceptuando a los sospechosos habituales del Este, que sea precisamente all¨ª donde las pulsiones nacionalistas tengan m¨¢s eco es un signo preocupante. Sobre todo, porque entre ellos se encuentra el poderoso eje franco-alem¨¢n, y a nadie se le escapa que lo que a partir de ahora se dibuje en la pol¨ªtica interior de estos dos pa¨ªses repercutir¨¢ de forma decisiva sobre el devenir de la Uni¨®n. La sacudida provocada en Francia ya ha encontrado su expresi¨®n en la convocatoria de elecciones para la Asamblea Nacional; en Alemania, su impacto se ir¨¢ cociendo a fuego m¨¢s lento, pero tambi¨¦n tendr¨¢ importantes secuelas.
Por lo pronto, Macron consigui¨® que su foto prevaleciera en los titulares de todos los medios internacionales a medida que fue avanzando el escrutinio. No es poco: unas elecciones en 27 Estados y se le escoge a ¨¦l. Es el rostro de un perdedor, aunque lo que le llev¨® a las portadas fue la convocatoria de las legislativas. Toda Europa se pregunta si fue un gesto de astucia o una temeridad.
Las razones que viene dando es que es necesario clarificar la voluntad de los electores franceses e impulsar la ¡°uni¨®n contra los extremos¡±. Puede conseguir lo contrario, que su partido quede aplastado en un s¨¢ndwich entre el reci¨¦n instituido Frente Popular y la extrema derecha liderada por el partido de Le Pen, Reagrupamiento Nacional (RN). El tr¨ªpode sobre el que se ven¨ªa sosteniendo la pol¨ªtica francesa puede acabar en un bibloquismo polarizado similar al nuestro. Los sondeos no le son nada propicios, y aunque es posible que acabe atrayendo a votantes de Los Republicanos, un partido en pleno proceso de autodestrucci¨®n, o a otros de centroizquierda que desconf¨ªen de un heterog¨¦neo Frente Popular, nada le asegura que la operaci¨®n vaya a salirle bien.
Solo Macron sabe exactamente qu¨¦ es lo que busca, pero no es descartable que haya introducido en la ecuaci¨®n una posible victoria de RN y est¨¦ anticipando ya una cohabitaci¨®n con su candidato, Jordan Bardella. Bien pensado, no es ning¨²n disparate si aquello a lo que de verdad aspira es evitar que gane Le Pen las pr¨®ximas presidenciales. De entrada, porque el partido de ultraderecha perder¨ªa aquello que constituye, como en otros del mismo signo, su rasgo m¨¢s caracter¨ªstico y le dota de allure: presentarse como ¡°antisist¨¦mico¡±. Si gana, tendr¨ªa que sujetarse a la prueba de la gesti¨®n y exhibir lo que es capaz de dar de s¨ª. Una cosa son los discursos y otra bien distinta es enfrentarse a una realidad marcada, precisamente, por el system management. Por otro lado, y dadas las competencias presidenciales en Francia, Macron podr¨ªa hacer exhibici¨®n de una defensa numantina de los valores republicanos, erigirse en el contrapeso de la potencial deriva autoritaria y nacionalista. ?Qu¨¦ mejor ocasi¨®n para recuperar su popularidad perdida y poder pasar a la historia como quien acab¨® impidiendo el acceso de Le Pen a la presidencia?
Como es obvio, no son m¨¢s que especulaciones, pero creo que esta aparente temeridad esconde la astucia del pol¨ªtico de raza, el que se crece ante las adversidades. Como dir¨ªa Maquiavelo con referencia al gobernante, ¡°es necesario ser zorra para conocer las trampas y le¨®n para amedrentar a los lobos¡±. Con la convocatoria de elecciones, Macron ha actuado con la taimada habilidad del zorro; el papel de le¨®n se lo reserva para el combate de la cohabitaci¨®n. Nadie puede asegurar que acabe teniendo ¨¦xito o cu¨¢l sea el resultado final.
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