?Ser¨¢ verdad que los pol¨ªticos son el espejo de la sociedad?
Quiz¨¢ el divorcio entre los sentimientos de la sociedad y las actitudes de muchos de sus representantes pol¨ªticos es lo que est¨¢ llevando a muchos pa¨ªses a soluciones de extrema derecha
No s¨¦ en otras partes, pero en Brasil la sociedad como tal suele ser mejor que sus representantes pol¨ªticos: desde el presidente a los simples concejales de provincia. Eso de que los parlamentos son el reflejo de la sociedad, y menos de la m¨¢s sacrificada, es pura ficci¨®n. Lo que llamamos la ¡°gente¡± suele ser en general mejor que quienes les representan y deber¨ªan gobernar pensando en ella y no en sus privilegios personales.
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No s¨¦ en otras partes, pero en Brasil la sociedad como tal suele ser mejor que sus representantes pol¨ªticos: desde el presidente a los simples concejales de provincia. Eso de que los parlamentos son el reflejo de la sociedad, y menos de la m¨¢s sacrificada, es pura ficci¨®n. Lo que llamamos la ¡°gente¡± suele ser en general mejor que quienes les representan y deber¨ªan gobernar pensando en ella y no en sus privilegios personales.
Son a veces los lectores de los peri¨®dicos quienes mejor olfato reflejan para analizar ese abismo que a veces existe entre los intereses de los ciudadanos y los de quienes les representan. Leo esta ma?ana en el diario O Globo de Brasil una carta dolorida del lector Renato Pereira que desmiente que el Congreso, en su mayor¨ªa retr¨®grado, ¡°sea el espejo de la sociedad¡± que, seg¨²n ¨¦l, ¡°est¨¢ formada en su mayor¨ªa por personas honradas, trabajadoras y solidarias¡± que fueron las que ya en el pasado acogieron a los que buscaban refugio huyendo del Holocausto perpetrado por Hitler y su gobierno nazi.
El ejemplo que acaba de dar: el Congreso brasile?o, intentando aprobar una ley que puede condenar hasta a 20 a?os de c¨¢rcel a una joven que aborta tras haber sido estuprada, ha indignado a la gran mayor¨ªa de la sociedad. As¨ª como el mal gusto de un diputado que llev¨® al Congreso un feto para ense?arlo. O el diputado que, tras haber dado un pu?etazo en la cara de un colega, le grit¨® mir¨¢ndole a los ojos: ¡°Y agradece que estoy sin pistola¡±.
Y quiz¨¢s ese divorcio entre los sentimientos de la sociedad y las actitudes de muchos de sus representantes pol¨ªticos, cada vez m¨¢s centrados en su propio ombligo y en el enriquecimiento de sus familias y amigos, es lo que est¨¢ llevando a muchos pa¨ªses del mundo a soluciones de extrema derecha, en la vana y falsa esperanza de pol¨ªticos menos centrados en sus intereses personales y m¨¢s en defender las costumbres y los mitos de patria, dios y orden.
Quiz¨¢s, por todo ello, vuelve a ser actual la frase acu?ada por el espa?ol Francisco de Quevedo: ¡°Poderoso caballero es don dinero¡±. El dinero, necesario para vivir en paz, no puede convertirse en la finalidad de m¨²ltiples esc¨¢ndalos de tantos pol¨ªticos a pesar de haber sido elegidos muchas veces con la compra descarada de votos. O el enriquecimiento rel¨¢mpago de pol¨ªticos y sus familias o la acumulaci¨®n descarada de cientos de privilegios personales.
Lula acaba, por ejemplo, de anular una subasta para importar 263.000 toneladas de arroz y venderlas a un mejor precio en el mercado porque descubri¨® la faena de que la subasta la hab¨ªa ganado una empresa insignificante que vend¨ªa quesos y chucher¨ªas. Y son decenas las obras p¨²blicas en los estados y provincias que acaban muchas veces por construir carreteras de asfalto para llegar a la finca de la familia del pol¨ªtico y hasta para construir en la misma un aeropuerto particular. Y eso, a la luz del sol.
Hago un par¨¦ntesis para recordar que hoy, hasta los pol¨ªticos que aparecen con mayor respeto por la democracia, no soportan a una prensa libre y buscan todos los medios para combatirla. Incluso aqu¨ª en Brasil, el presidente Lula y, sobre todo, su partido de izquierdas, el PT, se quejan cada vez que los medios serios, con controles de cualidad, democr¨¢ticos, que quieren hacer informaci¨®n libre, no se arrodillan a sus pies. Es curioso c¨®mo a los pol¨ªticos le molestan las palabras a veces duras, que desnudan los bajos fondos de sus peque?as o grandes corrupciones.
En marzo del a?o pasado, en Valencia, Espa?a, durante la entrega de los Premios Ortega y Gasset, la directora de este diario, Pepa Bueno, elogi¨® con orgullo la profesi¨®n que no ¡°huye frente a la barbarie, sino que la retrata para que los cr¨ªmenes no queden impunes, para que el mundo sepa¡±. Seg¨²n ella, la funci¨®n de la prensa libre es la de ofrecer a los lectores informaci¨®n valiente y precisa ¡°para ayudarles a entender el mundo de la cacofon¨ªa global y del uso perverso de las palabras¡±.
En aquel d¨ªa fue premiado curiosamente con el Ortega y Gasset el periodista Mart¨ªn Caparr¨®s, uno de los grandes escritores actuales, destripador de la fuerza que entra?an las palabras para evitar el uso perverso de las mismas. Quiz¨¢s no sea a caso que cuando fue inventado el lenguaje escrito estuvo ya ligado al dinero. En las primeras tablillas de hace siglos, en Mesopotamia, en la de la Torre de Babel se hablaba de cuentas y de monedas. Solo m¨¢s tarde nacieron los poemas, las palabras gr¨¢vidas de creatividad y liberadoras del enga?o, las met¨¢foras y las palabras que acabaron siendo a la vez m¨¢s peligrosas que las mismas armas. Estas asesinan el cuerpo. Ese ¡°uso perverso¡± de las palabras falsas o hueras de contenido, a veces asesinas, ?no ser¨¢ lo que alimenta el descr¨¦dito, por no decir el desprecio, de las nuevas generaciones por la democracia?
A la pol¨ªtica le sobran palabras hueras y le faltan palabras libertadoras y valientes que generen confianza en un mundo que mal sabe en este momento. ?Por qu¨¦ carriles se mueve el tren de la esperanza de los nuevos descubrimientos? ?Nos har¨¢n m¨¢s libres o nuevos esclavos de las palabras perversas con los ojos puestos en el poderoso caballero de nuestro ¨ªnclito Quevedo?
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