La prisa y los miedos de Lula por las presidenciales del 2026
Al mandatario brasile?o le preocupan las elecciones municipales de octubre pr¨®ximo, que ser¨¢n un indicativo importante para medir la fuerza que a¨²n tiene o no el bolsonarismo
Lula acaba de tener una buena noticia. Por primera vez en su tercer mandato como presidente, los sondeos le dan tres puntos m¨¢s de aceptaci¨®n que de rechazo a su Gobierno. Y a pesar de todo, en las ¨²ltimas entrevistas al mandatario se le advierte nervioso, pensando ya en las presidenciales del 2026 y consciente de que, si no llega a ellas con fuerzas f¨ªsicas y pol¨ªticas necesarias para disputarlas, podr¨ªan resucitar las fuerzas de la extrema derecha bolsonarista.
A Lula le sobra olfato pol¨ªtico y sabe muy bien que hoy en Brasil, a pesar de la derrota de Bolsonaro y sin ¨¦l como candidato, existe la posibilidad real de que gane la presidencia una derecha no fascista pero a¨²n extrema y bolsonarista, como por ejemplo la del actual gobernador de S?o Paulo ¡ªun Estado con las dimensiones de Espa?a¡ª, Tarcisio de Freitas, militar, exministro de Bolsonaro, que aparece cada d¨ªa mejor colocado en los sondeos para enfrentar a la izquierda.
Y es que Lula sabe que en la izquierda, empezando por su formaci¨®n, el Partido de los Trabajadores (PT), hoy por hoy no existe ninguna figura con su fuerza electoral, capaz de vencer a una derecha que intenta despu¨¦s de Bolsonaro parecer como no fascista y que agrade al gran empresariado. De ah¨ª las alusiones de Lula a que en 2026 tendr¨¢ 80 a?os, pero que espera estar con fuerzas para enfrentar de nuevo al bolsonarismo, que se ha debilitado pero que sigue vivo y reorganiz¨¢ndose.
Lula ha llegado a decir con humor que ya le ha advertido a Dios que va a vivir 120 a?os y que la extrema derecha no volver¨¢ a gobernar. La verdad es que el que ha sido, y de alguna manera lo sigue siendo, el pol¨ªtico m¨¢s popular del momento internacionalmente y con su olfato pol¨ªtico sabe que la izquierda brasile?a fuera de ¨¦l no tiene hoy una figura capaz de enfrentar con ¨¦xito a una derecha que abraza cada vez m¨¢s a las clases medias, que son las que est¨¢n sufriendo especialmente la crisis econ¨®mica. Y es que en verdad en la izquierda no ha aparecido, o no le han dejado aparecer, nuevos pol¨ªticos j¨®venes capaces de enfrentar los desaf¨ªos del nuevo mundo digital, que parad¨®jicamente maneja mejor la extrema derecha sin escr¨²pulos al usar las fake news a su antojo.
A Lula, sin embargo, le preocupan, y est¨¢ volcado en ello, las elecciones municipales de octubre pr¨®ximo, que podr¨¢n ser un indicativo importante para medir la fuerza que a¨²n tiene o no el bolsonarismo y en general la derecha. Son unas elecciones que resultar¨¢n el mejor sondeo para conocer hasta d¨®nde llega a¨²n la fuerza pol¨ªtica en las alcald¨ªas del pa¨ªs y que ser¨¢n fundamentales en las presidenciales.
En las municipales anteriores, el PT, el partido de Lula, tuvo la mayor derrota de su historia al no ganar en ninguna ciudad importante del pa¨ªs. De ah¨ª que esta vez Lula se est¨¦ entregando a esa pol¨ªtica interior para poder conquistar por lo menos algunas de las ciudades que le ser¨¢n clave para las presidenciales.
Ser¨¢n tan importantes las elecciones de octubre que hasta los ministros m¨¢s cercanos a Lula le insisten en que viaje menos al exterior y recorra Brasil de norte a sur para que no se repita en dichas municipales el descalabro del 2020, que ser¨ªa un mal presagio como entrada para el desaf¨ªo de las presidenciales.
Mientras tanto, el Gobierno empieza a darse cuenta que no puede competir en la batalla de las redes sociales de la extrema derecha bolsonarista que le dieron la victoria. El problema es que, mientras la extrema derecha usa las redes sin escr¨²pulos con la verdad y como arma para desprestigiar, eso no le es posible a la izquierda. En efecto, cuando ha querido imitarla, ha sido un fracaso aplaudido por la derecha, en una batalla en la que el fascismo pol¨ªtico y sin escr¨²pulos con la verdad llevar¨¢ siempre la ventaja.
Lula, tan anal¨®gico que no tiene ni celular propio, lo ha entendido e insiste m¨¢s bien en mejorar la econom¨ªa y ganarse a los m¨¢s pobres, ya que las clases medias, menos acostumbradas a apretarse el cintur¨®n, se le est¨¢n escurriendo no a la derecha fascista, pero s¨ª a una nueva derecha disfrazada de dem¨®crata, que ya dif¨ªcilmente votar¨¢ a la izquierda como lo hizo al elegir a Lula para evitar el fortalecimiento de la nueva extrema derecha fascista que despu¨¦s de la dictadura hab¨ªa vuelto al poder.
En dicho escenario, no es de extra?ar que a Lula se le vea a veces irritado y con miedo de que las dos elecciones que se le vienen encima puedan dar nuevos ¨ªmpetus a la derecha, aprovechando que tristemente la izquierda se despreocup¨® estos a?os de formar a una nueva generaci¨®n de una izquierda socialdem¨®crata, capaz de frenar a una derecha que aun con Bolsonaro en las cuerdas se resiste a morir.
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