La ¡®fatwa¡¯ de la obediencia catalana
Junts se erige en la autoridad de todo el independentismo catal¨¢n y pretende que ERC acate su orden de no investir presidente a Salvador Illa
De resultas de las elecciones al Parlament del 12 de mayo hay ahora mismo una pugna abierta en el escenario pol¨ªtico catal¨¢n entre dos posiciones contrapuestas. La primera es la del PSC negociando con ERC y los Comunes la articulaci¨®n de la mayor¨ªa progresista para elegir presidente de la Generalitat a Salvador Illa y formar el nuevo gobierno catal¨¢n. La otra es la de Junts, que consiste simplemente en lograr el fracaso de la negociaci¨®n entre el PSC y ERC y la consiguiente repetici¨®n de las elecciones.
En tanto que uno de los tres socios imprescindibles para dar forma a la mayor¨ªa progresista existente en el Parlament, ERC ha fijado las condiciones para forjar un acuerdo. Se resumen en tres puntos: avances para un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, mejora de la financiaci¨®n de la Generalitat y garant¨ªas para la consolidaci¨®n de las pol¨ªticas de bienestar social.
Nadie piensa que vaya a ser una negociaci¨®n f¨¢cil, tanto por las dificultades de las condiciones en s¨ª como por la incidencia de factores ajenos a ellas y en el entorno pol¨ªtico catal¨¢n y espa?ol. Una de las mayores dificultades es precisamente la determinaci¨®n que exhibe Junts para impedir el acuerdo. Para sabotearlo antes de que frag¨¹e, la direcci¨®n de Junts ha recurrido a un viejo argumento del nacionalismo catal¨¢n: la descalificaci¨®n de los socialistas como eventuales aliados o socios de gobierno por no ser ¡°un partido de obediencia catalana¡±. Anta?o, hasta 1914, la interdicci¨®n de los socialistas por parte de las derechas se basaba en su pertenencia a la Segunda Internacional, lo que seg¨²n ellas les restaba fiabilidad como partido nacional, fuera cual fuera la naci¨®n. Ahora se trata de lo contrario: su condici¨®n de partido espa?ol les niega, a los ojos de Junts, la legitimidad para dirigir el Gobierno catal¨¢n.
Es una versi¨®n local de la fatwa de los musulmanes: la autoridad religiosa se atribuye la facultad de decidir qu¨¦ se permite y qu¨¦ est¨¢ prohibido a los fieles. En este caso, Junts se erige en la autoridad de todo el independentismo catal¨¢n y pretende que ERC acate su orden.
Puede parecer una exageraci¨®n, pero no lo es. El nacionalismo de Junts no es el ¨²nico en el mundo. Sin ir m¨¢s lejos, su esquema pol¨ªtico e ideol¨®gico es el mismo que rige en Espa?a. La medicina que Junts quiere aplicar al PSC en Catalu?a es la misma que PP y Vox aplican all¨ª donde pueden. El nacionalismo espa?olista libra desde hace cinco a?os una feroc¨ªsima batalla en la que PP y Vox niegan toda legitimidad pol¨ªtica al Gobierno de Pedro S¨¢nchez precisamente porque se sostiene en una coalici¨®n parlamentaria de la que forman parte partidos que a su juicio no son de obediencia espa?ola, sino catalana, vasca, gallega, valenciana. Esquerra y Junts entre ellos, en posici¨®n destacada.
Esta argumentaci¨®n est¨¢ lejos de ser una excentricidad. Se basa en ideas muy arraigadas: nosotros y ellos; los de aqu¨ª y los de fuera. Los partidos nacionalistas catalanes, ahora convertidos en independentistas, son, seg¨²n Junts, los ¨²nicos con legitimidad para gobernar la Generalitat. Los otros pueden existir, concurrir a las elecciones, incluso puede que alguno de ellos las gane alguna vez, pero gobernar Catalu?a, no. De ninguna manera. Eso solo deben hacerlo los de obediencia catalana, los nuestros, los de casa.
La receptividad entre las bases de ERC a este mantra, que en Catalu?a resuena desde 1980, determinar¨¢ ahora que haya o no un acuerdo pol¨ªtico de las izquierdas en el Parlament.
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