Catalu?a no puede esperar
Toda la estrategia de Carles Puigdemont se dirige a torpedear el hipot¨¦tico apoyo de ERC a la investidura de Salvador Illa
La larga huida de Carles Puigdemont de la justicia parece estar tocando a su fin. En el acto celebrado este s¨¢bado en la localidad francesa de Am¨¦lie-les-Bains, cerca de la frontera espa?ola, anunci¨® su regreso coincidiendo con el pleno de investidura en el parlamento catal¨¢n o con la primera campa?a electoral que se celebre, que podr¨ªa preceder a unas nuevas elecciones auton¨®micas en caso de que no haya mayor¨ªa de gobierno antes de la fecha l¨ªmite del 25 de agosto. El objetivo de Puigdemont es que Salvador Illa, vencedor en los comicios del 12 de mayo, no sea investido con los votos de Esquerra Republicana.
Poco parece importarle al l¨ªder de Junts que Catalu?a se encuentre en situaci¨®n de interinidad desde hace tres meses, situaci¨®n que podr¨ªa prolongarse hasta entrado 2025 si hay que volver a las urnas, como parece desear ¨¦l. Tampoco le import¨® dejar en minor¨ªa al Govern de Pere Aragon¨¨s, ni alargar el tr¨¢mite de la ley de amnist¨ªa, rechazar en el Congreso los objetivos de d¨¦ficit o votar con PP y Vox contra la reforma de la ley de extranjer¨ªa y el reparto solidario de menores migrantes. A nadie se le oculta que es su forma de subrayar el peso de sus siete diputados nacionales en la aprobaci¨®n o rechazo de las iniciativas del Gobierno de Pedro S¨¢nchez.
Puigdemont invoca ret¨®ricamente los intereses de Catalu?a, pero lo que hace con sus actos es perjudicar a los catalanes al perpetuar la inestabilidad, adem¨¢s de fragilizar al Ejecutivo que ha promovido la amnist¨ªa y de obtener ¡ªse necesitan mutuamente¡ª las ir¨®nicas sonrisas de complicidad de la derecha. Junts es, pese al radicalismo disruptivo de Puigdemont, una formaci¨®n conservadora que, sobre todo, combate a Esquerra por la hegemon¨ªa soberanista mientras llama a reconstruir una unidad que ¨¦l mismo rompi¨® al dejar solos a los republicanos en la Generalitat.
Espoleado por la pol¨¦mica decisi¨®n del Tribunal Supremo que le impide por ahora beneficiarse de la amnist¨ªa, su estrategia de intimidaci¨®n se dirige estos d¨ªas a los militantes de ERC ante la hipot¨¦tica consulta sobre el acuerdo al que puedan llegar la direcci¨®n de ese partido y el PSC. Puigdemont sabe que, tambi¨¦n para Junts, la repetici¨®n electoral es una apuesta arriesgada, dada la competencia creciente de la xen¨®foba Alian?a Catalana desde su derecha y la vocaci¨®n de gobierno de Esquerra. Pese a todo, sostiene el desaf¨ªo aunque su apuesta por la v¨ªa unilateral fuera rechazada mayoritariamente por la sociedad catalana en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas. Si ERC consigue un buen acuerdo fiscal en su negociaci¨®n con el PSC, Junts habr¨¢ perdido adem¨¢s una baza clave en la disputa nacionalista.
La tradici¨®n pactista y posibilista de la que proceden los exconvergentes ha quedado rota en manos de Carles Puigdemont. Sin embargo, Catalu?a no puede esperar. Necesita cuanto antes un Gobierno estable que se ponga manos a la obra para solucionar los problemas de la ciudadan¨ªa tras una d¨¦cada de inestabilidad. Durante la campa?a electoral Puigdemot anunci¨® que se retirar¨ªa si no sal¨ªa investido president. La aritm¨¦tica parlamentaria surgida de las urnas hace muy improbable, si no imposible, que se cumplan sus deseos presidenciales. Al reconocer que los partidos independentistas no tienen mayor¨ªa en el Parlament y que la sociedad catalana debe salir cuanto antes de esta larga interinidad institucional, ERC demuestra un mayor sentido de la realidad y, sin renunciar a su leg¨ªtimo programa nacionalista, se consolida como factor de estabilidad pol¨ªtica y social para Catalu?a.