Todo lo que no har¨¦
Es inevitable pensar entonces en el viaje que quisieras hacer y en c¨®mo ser¨ªan tus vacaciones so?adas, porque el verano, tan lleno de gloria y de luz y de filtros de Instagram, te brinda sin querer esas miserias
Est¨¢ agosto por llegar, con su azul del mar y sus atardeceres tard¨ªos, y con las redes sociales repletas de v¨ªdeos que muestran el atractivo que debe de tener contemplar miles de pies ajenos hundi¨¦ndose en la arena de playas remotas. Es inevitable pensar entonces en el viaje que quisieras hacer y en c¨®mo ser¨ªan tus vacaciones so?adas, porque el verano, tan lleno de gloria y de luz y de filtros de Instagram, te brinda sin querer esas miserias: te invita a darte cuenta de aquello que quisieras hacer y no har¨¢s nunca por falta de tiempo o de dinero o por miedo a la verdad, que a veces pasa. Suele deberse a razones vinculadas con el capitalismo, como el precio de los sue?os y las servidumbres de un horario laboral.
Mi anhelo de siempre consiste en alquilar un coche y recorrer la costa mediterr¨¢nea, con parada de varios d¨ªas en la Costa Azul, hasta ir a parar a Italia, que es donde terminan los viajes que no acaban nunca. Una vez all¨ª, con ese mismo coche y con mi italiano de andar por casa, har¨ªa carretera de norte a sur y de sur a norte. G¨¦nova, Mil¨¢n, Florencia, Ferrara, Roma, N¨¢poles o Palermo, pero tambi¨¦n pueblos rec¨®nditos de los que salen en los reels. Todo est¨¢ en los reels, como bien sabe el algoritmo.
Me digo mil veces que tengo que hacerlo y otras mil veces me contesto que no puede ser, que no tengo el tiempo ni el dinero, y dejo la cosa ah¨ª, muerta en un lado de mi cabeza. Prefiero el remordimiento a preguntarme si habr¨¦ ordenado bien mis prioridades en la vida, en una escala que sepa poner en su sitio las cosas que m¨¢s me apetezcan. Como la respuesta depende de m¨ª y me da miedo, huyo de la pregunta. Eso es la felicidad, al cabo: escapar de las peores preguntas.
Somos aquello a lo que renunciamos y, por supuesto, aquello que no haremos nunca. Somos el valor que en ocasiones nos falta para decirnos la verdad y la nostalgia por las cosas que no dejaremos que pasen. Quiz¨¢ los que saben llamen a eso frustraci¨®n, y es posible que lo sea. Pero, en los d¨ªas malos o regulares, s¨¦ que tengo la opci¨®n de arrebatarme y mirar coches, precios y rutas por un pa¨ªs que apenas conozco. Que eso tambi¨¦n somos: lo que nos quede por hacer en el tiempo que nos quede. Aunque fuera un d¨ªa y nada m¨¢s. Eso me digo, todav¨ªa hoy: que Italia no est¨¢ tan lejos y todav¨ªa hay tiempo. Chi lo sa.
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