Costa Azul, magia francesa
Un litoral entregado a la buena vida. Retiro de Picasso, Modigliani y Renoir. Y escuela de grandes cocineros, como Alain Ducasse
Un desfibrilador preside la plaza principal de cada uno de estos pueblos colgados sobre la Costa Azul. Interpr¨¦tenlo como quieran: que las vistas son tan espectaculares que el coraz¨®n hace bum bum; que aqu¨ª arriba se llega con la lengua fuera... De cualquier modo, la presencia del desfibrilador da a entender que, en caso de infarto, la ambulancia llega con el juicio final. Y el paisaje es de infarto.
01 Menton
Abajo est¨¢ Menton, el ¨²ltimo pueblo de la Costa Azul antes de pisar Italia, uno de los m¨¢s agradables y apacibles de la Riviera. Como todos a pie de mar, es y fue refugio de artistas. Aqu¨ª le levantan un museo a Jean Cocteau, mientras que el escritor valenciano Blasco Ib¨¢?ez dej¨® su huella con Fontana Rosa, uno de los muchos y exuberantes jardines del lugar. Jubilados de oro arrastran su kit hamaca-sombrilla hasta las playas, bellas pero empedradas, y por la noche bailotean en los salones belle ¨¦poque del hotel Westminster. Aqu¨ª los escaparates de lujo tienen nombre de inmobiliaria; por 130.000 euros rifan cuchitriles de 19 metros con vistas al mar, que no junto al mar. Fuera de Par¨ªs, no muchos lugares tan caros como este. No es extra?o que algunas gentes, de hoy y de anta?o, decidieran buscar refugio en las monta?as.
02 Castellar y Castillon
Desde los yates amarrados en el puerto se aprecian casitas en los picos de las monta?as, son los pueblos perch¨¦s, colgados en las estribaciones de los Alpes. La vista enga?a. No es f¨¢cil llegar a ellos, ni siquiera al m¨¢s cercano. Rodeado de olivos y limoneros, Castellar es un pueblecito de 1.000 habitantes m¨¢s bonito de lejos que de cerca. Subido a un mont¨ªculo, tranquilo y bien pintado, tiene la ventaja de poder mirar tanto hacia el mar como a m¨¢s altas cumbres, por ejemplo a Castillon.
Las curvas del camino a Castellar son solo un aperitivo de lo que va a venir. Gargantas profundas separan estos n¨²cleos urbanos. Para subir, antes hay que bajar y otra vez subir. As¨ª se llega a Castillon, varias veces derruido, hasta que despu¨¦s de la guerra, en 1951, fue reconstruido casi totalmente, y el publicista de turno le ha sacado partido: "uno de los pueblos m¨¢s j¨®venes de Francia", se proclama. Al igual que en Castellar, los artesanos han copado la oferta comercial con sus trabajos en cuero, madera y cristal que nos animan a salir huyendo.
03 Las corniches
Las corniches, endiabladas carreteras trazadas horizontalmente de punta a punta de la costa, de Niza a Menton, no rozan ni siquiera el m¨¢s bajo de estos municipios colgados. La corniche baja pasea por villas divinas, cerradas a cal y canto; la corniche media, dise?ada en los a?os veinte, es ni fu ni fa, pero igual de peligrosa, mientras que la gran corniche, creada bajo el reinado de Napole¨®n, siguiendo la calzada romana, tambi¨¦n desconoce las ventajas de una l¨ªnea recta. Estas carreteras tortuosas dan miedo -d¨ªganselo a Alfred Hitchcock en Atrapa a un ladr¨®n- y producen estr¨¦s, como nos ense?a James Bond en GoldenEye.
Las tres famosas corniches son insuficientes para escalar a los pueblos colgados. ?De qu¨¦ escapaban sus habitantes cuando se instalaron ah¨ª? Tampoco vale de mucho la autopista Provenzale, con sus oscuros t¨²neles, sempiternas obras y acueductos sobre el vac¨ªo. Para llegar a las casas m¨¢s perch¨¦s hay que coger carreteras verticales, de carril ¨²nico, una aventura a 20 por hora. El cruce espor¨¢dico con bellos descapotables en sus bellas rubias no mengua el riesgo. En uno de estos caminos de cabras, que enlazan una corniche con otra, muri¨® hace 29 a?os Grace Kelly, la princesa de M¨®naco. No son caminos para ir de noche, y apenas de d¨ªa, pero con paciencia, esquivando microbuses, lamiendo cunetas y motocicletas, se llega a Sainte Agn¨¨s.
04 Sainte Agn¨¨s
Es el pueblo m¨¢s alto de todo el litoral europeo. As¨ª lo dice la propaganda oficial: 750 metros sobre el nivel del mar. Tan alto es que los militares llevan muchos siglos posando sus ojos en ¨¦l. Su estrat¨¦gica posici¨®n sobre la bah¨ªa de Menton justific¨® levantar un fort¨ªn de la l¨ªnea Maginot. Construido entre 1932 y 1938 para detener a Mussolini, esconde la mayor concentraci¨®n artillera de esta l¨ªnea de defensas. Sus ca?ones de 135 mil¨ªmetros pueden hacen chipi chapa sobre las aguas, a tres kil¨®metros en l¨ªnea recta, pero a m¨¢s de doce por asfalto.
El fuerte se mantiene en perfecto estado de revista, no en balde estuvo ocupado hasta el t¨¦rmino de la guerra fr¨ªa y posteriormente el ej¨¦rcito lo mantuvo como posible refugio nuclear. Al comienzo de los noventa se cedi¨® al municipio, que lo cuida como su mejor reclamo tur¨ªstico, a cinco euros la visita.
La fortaleza esconde una comunidad autosuficiente para 300 soldados, con sus camitas, ba?os y cocinas. Es una ciudad subterr¨¢nea, excavada 55 metros bajo las rocas, con central el¨¦ctrica, respiraderos, reservas de agua, talleres y ra¨ªles para el transporte de la munici¨®n. Cuenta la historia que en junio de 1940 bast¨® un ca?onazo sobre la bah¨ªa de Menton para que las tropas italianas salieron corriendo. Una patra?a, de todas todas.
Aunque por aqu¨ª, quien m¨¢s quien menos, corri¨® alguna vez para alg¨²n lado. Italianos o franceses, corsos o monegascos, casi todos han sido una cosa u otra hace un par de siglos. A veces pertenecieron a la familia Grimaldi y a veces al conde de Ventimiglia, que da nombre al primer pueblo al otro lado de la frontera. Y en estos meses que Italia celebra su 150 a?os de unificaci¨®n, por aqu¨ª festejan su anexi¨®n a Francia.
De todos estos cambios sabe m¨¢s el castillo que se mantiene por encima de la l¨ªnea Maginot, a 800 metros de altura. Lo levant¨® en 1180 el conde de Ventimiglia, aunque luego se lo vendi¨® al conde de Provenza, que luego se lo pele¨® con los genoveses y luego con el conde de Saboya, y hasta tuvo su aquel en la Guerra de Sucesi¨®n de Austria, entre 1744 y 1749. Con tantas mudanzas, tiene m¨¦rito que le queden piedras en pie, pocas, aunque lo m¨¢s agradable es el camino que conduce hasta ¨¦l desde el centro de Sainte Agn¨¨s.
05 Gorbio
Vuelta a bajar para volver a subir. As¨ª aparece Gorbio, el m¨¢s abandonado. Hay un dato que dice mucho sobre la dificultad de llegar hasta estos pueblos y su retirada vida: desde Perpi?¨¢n hasta aqu¨ª debe de ser la ¨²nica zona del pa¨ªs donde no se publicita un museo, una huella de un maldito pintor impresionista, la casita donde pas¨® un fin de semana Picasso o el retiro de una amante de un escritor diletante. Qu¨¦ mayor prueba de que la buena vida, si alguna vez lleg¨® hasta aqu¨ª, pas¨® con exceso de velocidad.
Gorbio tiene el encanto de las cosas perdidas, incluso de la ruta tur¨ªstica de los pueblos perdidos. Es s¨¢bado, pega el sol y en el patio de la escuela mujeres y ni?os organizan un pique nique cocinado por ellos mismos. Los hombres no se ven ni en la petanca ni en el bar de la plaza de la Republique, tambi¨¦n desierto. Los ¨²nicos humanos descansan bajo las lilas emparradas del restaurante Beausejour, que intenta hacer gastronom¨ªa de altura a?adiendo al men¨² p¨¦talos de amapola y precios de playa. As¨ª se entiende que los lugare?os se dediquen al pique nique.
Las callejuelas de Gorbio son h¨²medas, estrechas, empedradas al albur, siempre tirando hacia arriba, viejas, lo ¨²nico viejo en kil¨®metros a la redonda, es decir, el ¨²nico sitio al que no lleg¨® una brigada de pintores con su pantone de colores pasteles. Un cartel lo explica, acaban de recibir fondos europeos para restaurar el pueblo. As¨ª que de aqu¨ª a un a?o ser¨¢ otro pueblo salido de un parque tem¨¢tico. Se empiezan a ver sus primeros frutos en estas casas medievales, que se apoyan unas sobre otras, medio jorobadas, que eso no hay quien lo remedie. Pero en sus fachadas en otro tiempo principales, raspando, aparecen angelotes serigrafiados, una costumbre de estos pueblos.
Aparte de gatos aburridos, la parte vieja de Gorbio se dedica a la naturaleza muerta. En las callejucas se exhiben belenes, ajenos a las estaciones del a?o. Unos se animan e iluminan al paso del turista, y en otros solo hay que apretar un bot¨®n, ?gratis!, para que los pastores avancen hacia el pesebre y el agua del r¨ªo le llegue a la lavandera. En lo m¨¢s alto de las calles crece el torre¨®n de Lascaris, donde los ni?os juegan a la pelota y los mayores se asoman al paisaje. En agosto, la tranquilidad de Gorbio se rompe con su fiesta flamenca, digerida a base de sangr¨ªa y paella, que atrae a las gentes de todos los pin¨¢culos perdidos.
Desde el nido de ¨¢guila que es Gorbio solo queda lanzarse hacia abajo, a tumba abierta, para cerrar el circuito en el castillo de Roque Brune, sobre Cap Martin, a pie de mar, y as¨ª envolverse otra vez de belle ¨¦poque, y rastrear vidas de famosos como la modista Coco Chanel, la actriz Silvana Mangano o el arquitecto Le Corbusier, que se hizo una caba?ita (literal) frente al mar. Tambi¨¦n aqu¨ª descansaba el primer ministro brit¨¢nico Winston Churchill, que se fumaba sus puros mirando al mar tan tranquilamente. Detr¨¢s suyo vigilaba la artiller¨ªa del lado verde de la Costa Azul.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Turismo de Francia (www.franceguide.com; 807 11 71 81).
? Oficina de turismo de la Provenza
(www.visitprovence.com; 00 33 491 13 84 13).
? Oficina de turismo de Menton (www.tourisme-menton.fr).
? Turismo de Sainte Agn¨¨s (www.sainteagnes.fr).
? Turismo de Castillon (www.castillon06.com).
? Turismo de Antibes (www.antibesjuanlespins.com).
? Turismo de Cagnes-sur-Mer (www.cagnes-sur-mer.fr).
? Turismo de Villefranche-sur-Mer
(www.villefranche-sur-mer.com).
? Turismo de Mougins (www.mougins.fr/tourisme).
? Turismo de Saint-Paul de Vence (www.saint-pauldevence.com).
C¨®mo ir
? Iberia (www.iberia.com) vuela desde Madrid y Barcelona a Niza: sus precios oscilan alrededor de los 200 euros. Hay m¨¢s variedad y mejores tarifas a Marsella, pero queda a 180 kil¨®metros de Niza.
Dormir
? Hotel Napole¨®n
(www.napoleon-menton.com; 00 33 493 35 89 50), en Menton, tranquilo, correcto y frente a la playa.
? Hotel Westminster
(www.hotel-royal-westminster.com, 00 33 493 28 69 69). Belle ¨¦poque para la tercera edad en la mejor ubicaci¨®n.
Comer
? Beausejour, en Gorbio (Place R¨¦publique, 14; 00 33 493 41 46 15), con demasiadas ¨ªnfulas. No aceptan tarjetas de cr¨¦dito.
? Josy-Jo, en Cagnes-sur-Mer (www.restaurant-josyjo.com).
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