¡®La piedra venezolana en el zapato de la izquierda¡¯
La crisis en Venezuela nos demuestra que ser de izquierda significa defenderse de los que usan el nombre tambi¨¦n
Quiz¨¢ el m¨¢s exasperante de los valores intelectuales de la izquierda sea la incapacidad manifiesta para enterrar a sus muertos. En un mundo sin peso, asustado por su propia sombra fascista, la derecha es inmediata y espectral como una transacci¨®n bancaria y la frecuenta no solo la gente que es capaz de reconocerse en ella. Tambi¨¦n, incluso de modo m¨¢s peligroso, los que dicen no profesar nada. Sus l¨ªderes act¨²an como una banda global de rock corporativo, son los esperpentos crepusculares del neoliberalismo, mientras que la izquierda comercia todav¨ªa con la tediosa econom¨ªa moral de la Guerra Fr¨ªa.
Despu¨¦s de las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela, los principales l¨ªderes progresistas latinoamericanos, con la excepci¨®n del chileno Gabriel Boric, cuyos firmes cuestionamientos a Nicol¨¢s Maduro lo descartaron como interlocutor, buscan una salida pactada al conflicto desatado entre el chavismo y su oposici¨®n pol¨ªtica, que reclama transparencia en los resultados de unos comicios fraudulentos, sobre todo porque el fraude no se reduce a la manipulaci¨®n de los votos y sus cifras ¨²ltimas, sino al proceso electoral entero, repleto de arbitrariedades, y en general a la vida de un r¨¦gimen militarizado que provoc¨® a lo largo de los a?os el desplazamiento forzado de millones de individuos y hundi¨® al pa¨ªs en un permanente estado neocubano de represi¨®n y pobreza.
Gustavo Petro, Lula y L¨®pez Obrador facilitaron las reuniones entre la oposici¨®n y el chavismo en M¨¦xico en 2021 y en Barbados en 2023, lo que reactiv¨®, de un modo in¨¦dito en mucho tiempo, la posibilidad de una vuelta de la democracia al pa¨ªs. Tal como lo hizo Mar¨ªa Corina Machado, los intermediarios extranjeros deben haber previsto el intento de fraude y han decidido seguir adelante con un plan que ahora se adentra en una siguiente etapa. Tampoco nadie puede garantizar que Maduro admita su derrota o someta a escrutinio su victoria, que libere a los centenares de presos que acumula apenas en pocos d¨ªas, que contenga la represi¨®n del Ej¨¦rcito o de los colectiveros contra los manifestantes en las calles o que repliegue de alguna manera las l¨ªneas de su atrincheramiento. La conversaci¨®n con un tirano y el retiro de algunas sanciones econ¨®micas no garantizan de antemano el reconocimiento de ning¨²n derecho para el pueblo, pero s¨ª le han devuelto al pa¨ªs un escenario real de disputa, algo que ni de cerca hay en Nicaragua o Cuba.
?Los presidentes de M¨¦xico, Colombia y Brasil reconocen para s¨ª el car¨¢cter desp¨®tico del Gobierno venezolano, o llegan a admitir que el fracaso del chavismo no ocurre solo porque se trata de un desv¨ªo de la izquierda, un accidente, sino tambi¨¦n porque en la praxis hist¨®rica esta es una de las cosas que la izquierda es? Los tres tienen en com¨²n haber construido su educaci¨®n sentimental alrededor de la revoluci¨®n cubana, aunque son distintos entre s¨ª. L¨®pez Obrador es un cardenista, un nacionalista que aparenta no saber ni interesarle demasiado lo que ocurre fuera de M¨¦xico, y cuando lo hace, uno dir¨ªa que lo hace a rega?adientes, como si le correspondiera m¨¢s por la naci¨®n que dirige que por su propia voluntad o deseo. A su vez, Petro y Lula, un exguerrillero y un antiguo sindicalista, son pol¨ªticos con vocaci¨®n global, l¨ªderes ampliamente escuchados fuera de la regi¨®n no solo por los poderosos pa¨ªses que representan, sino tambi¨¦n por sus dotes de estadistas y su comprensi¨®n de un mundo multipolar.
Hay cosas que ya no van a decir en p¨²blico, sea porque traicionar¨ªan o mentir¨ªan sobre sus convicciones ¨ªntimas, porque en sus posiciones se tratar¨ªa de un acto de imprudencia o torpeza, o por ambas a la vez, pero eso podr¨ªa resultar beneficioso en un conflicto donde Gabriel Boric, por lo menos treinta a?os m¨¢s joven que los dem¨¢s, no parece tener cabida. Hasta su embajador fue expulsado de Caracas. Se trata, Venezuela, de un nudo pol¨ªtico en el que una de las partes chapotea, c¨®mo decirlo, en una jalea estalinista cristiana, y es de alguna manera una buena noticia que un joven ide¨®logo de izquierda no pueda acceder a esa conversaci¨®n. Hay algo viejo ah¨ª, algo que, fuera del pragmatismo diplom¨¢tico, no admite m¨¢s ret¨®rica.
Aun as¨ª, justo un malabar ret¨®rico le enreda la lengua en este momento a gran parte de la izquierda latinoamericana y, por supuesto, de la espa?ola tambi¨¦n. Niegan y relativizan los signos del hartazgo y la rebeli¨®n popular. Las estatuas de Ch¨¢vez han sido diligentemente derribadas, pero las izquierdas han olvidado a las clases, hablan en dialecto geopol¨ªtico como m¨¦todo de evasi¨®n o bien en clave de culturalismo identitario como forma de blindaje burgu¨¦s. La izquierda, la rabia democr¨¢tica, es pulsi¨®n jacobina atravesada por raz¨®n kantiana (no hay que guillotinar a nadie ya), no jerga decolonial con defensa de soberan¨ªa abstracta. No hay menos hambre en Venezuela, ni en este punto significa nada para los venezolanos, que PDVSA no est¨¦ en manos privadas, aunque por otra parte lo est¨¦, porque el secuestro de todo Estado lo convierte en una empresa.
La derecha lanza soflamas vac¨ªas en Twitter, la salida que alguna vez propuso, con el expresidente Iv¨¢n Duque a la cabeza, fue la farsa Juan Guaid¨®, un espect¨¢culo que consigui¨® atornillar a¨²n m¨¢s a la ¨¦lite chavista a la silla del poder, pero al mismo tiempo resucita a un mu?eco de paja que llama comunismo para barrer cualquier asomo de pol¨ªtica p¨²blica restante dentro del liberalismo, plantea para sus seguidores un frente ¨²nico y entiende el terreno global.
La izquierda, en cambio, act¨²a desde sus respectivos feudos nacionales, peleando este asunto con sus oligarqu¨ªas propias, movi¨¦ndose dentro de sus estructuras municipales de poder, utilizando el conflicto venezolano para hacer pol¨ªtica interna y rebajar con ortodoxia la experiencia de un pa¨ªs desesperado. Sus procedimientos generan un bucle de fuerzas que tienden al reposo y suman cero. No toman distancia del r¨¦gimen chavista porque el exilio venezolano ha establecido alianzas con las derechas de los lugares a los que llegan, y el exilio venezolano establece alianzas con las derechas de los lugares a los que llegan porque la izquierda no toma distancia del r¨¦gimen chavista.
Hablan de dial¨¦ctica, es decir, de intemperie, pero no salen de su caverna, cosa que la derecha no tiene que hacer porque la derecha es, de hecho, la caverna en la que la izquierda se cobija. Insisten en el blanqueamiento pol¨ªtico del r¨¦gimen de turno porque del otro lado hay un contrincante conservador, pero la izquierda debe saber cu¨¢ndo, adem¨¢s del derecho inalienable a competir, el capital subversivo le pertenece a un rival y cu¨¢ndo, por otra parte, lo entregaron ellos. No s¨¦ si esperaban que para enfrentar a Maduro los venezolanos depositaran sus esperanzas en el fantasma de Gramsci redivivo, pero en tiempos de Milei y Bolsonaro, y despu¨¦s de todo lo que el chavismo ha hecho, la verdad es que Venezuela la ha sacado barata.
Mar¨ªa Corina Machado es una liberal cl¨¢sica propia de la tradici¨®n de su pa¨ªs, de la escuela de Carlos Rangel, y ha tenido incluso que rebajar alguna de sus declaraciones m¨¢s extremas para obtener el fervor popular. Como sea, el momento de quiebre le pertenece, y tambi¨¦n, por ahora, la iconograf¨ªa, el discurso y la legitimidad del cambio, que no se trata solo de traspaso de poder, sino de corte de ¨¦poca. Un conservador tambi¨¦n puede capturar el ethos de la revuelta, m¨¢s poderoso que la doctrina. Al final, en la conversaci¨®n sobre sus vidas hay algo que los venezolanos saben y los progresistas no. La luz de alante es la que alumbra, la historia hay que destrabarla.
Este episodio, que es el mismo de siempre, nos demuestra que ser de izquierda significa defenderse de los que usan el nombre tambi¨¦n.
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