La banalidad del odio
Es un negocio de alta rentabilidad para aumentar el n¨²mero de seguidores en redes, pero pocos tienen los recursos y la perfidia de Elon Musk
El odio es un buen negocio, su difusi¨®n es barata, sus beneficios inmediatos. No es necesario que haya perversidad. Son muy pocos quienes tienen los recursos y la perfidia de Elon Musk. La mayor¨ªa de las veces es mucho m¨¢s banal. El odio al otro, que es un placebo contra el miedo a la incertidumbre, es una inversi¨®n asegurada y de alta rentabilidad para aumentar el n¨²mero de seguidores en las redes y, a m¨¢s seguidores, mayor capacidad para viralizar y, as¨ª, con la mec¨¢nica actual de Twitter, m¨¢s pasta.
Este parece ser el modelo de negocio del desarrollador Farhan Asif, de 32 a?os, al que detuvieron esta semana en Lahore, la segunda ciudad del Pakist¨¢n. La orden la dio el ala de delitos cibern¨¦ticos de la Agencia Federal de Investigaci¨®n, que, entre otros motivos, lo acusa de ciberterrorismo. Leo la informaci¨®n en el peri¨®dico The Express Tribune. En su casa le incautaron dos ordenadores port¨¢tiles y un tel¨¦fono m¨®vil. Los investigadores pudieron evidenciar que esos dispositivos estaban vinculados a Channel3 Now, un medio que se presentaba como estadounidense.
El 29 de julio, en un pueblo del noroeste de Inglaterra, un hombre armado con un cuchillo atac¨® a los asistentes a un taller que bailaban canciones de Taylor Swift. Murieron tres ni?as, ocho personas resultaron heridas. En las redes se dijo que el asesino era un inmigrante musulm¨¢n o un inmigrante ilegal. Era un rumor, no una noticia, pero los retuits ya se contaban por miles y en especial cuando influencers de extrema derecha (los Alvises de la vida est¨¢n bien repartidos) dieron credibilidad al bulo. A las 4 y 49 minutos de la tarde, en esos canales, se identific¨® al asesino: un tal Ali al Shakati que en 2023 hab¨ªa llegado ilegalmente al Reino Unido en barco. No importaba que las autoridades lo desmintiesen o que en la localidad nadie respondiera a ese nombre. La desinformaci¨®n, que ese mismo d¨ªa ya lleg¨® a plataformas s¨¦pticas espa?olas como 8TV, se aceler¨® cuando antes de las seis de la tarde Channel3 Now difundi¨® ese nombre.
El 31 de julio Sky News describi¨® c¨®mo hab¨ªa sido el proceso de desinformaci¨®n, una din¨¢mica ensayada aqu¨ª tras la tragedia vivida en Mocej¨®n. El 8 de agosto Marianna Spring ¡ªperiodista de la BBC dedicada a redes y desinformaci¨®n¡ª public¨® otro art¨ªculo espl¨¦ndido. Es la diferencia entre bulos y periodismo. El canal no estaba vinculado a la contrainteligencia rusa. ¡°Parece ser una operaci¨®n comercial que intenta agregar noticias sobre el crimen mientras gana dinero en las redes sociales¡±. Localiz¨® un presunto jugador de hockey amateur de Nueva Escocia que trabajaba en aquel canal. Despu¨¦s, a trav¨¦s de sus amigos en Facebook, lleg¨® a Farhan Asif. Le escribi¨® y la bloque¨® en Instagram, pero luego la periodista recibi¨® un mensaje por correo electr¨®nico firmado por un tal Kevin afirmando que Channel3 Now ten¨ªa la sede en Houston. Le dijo que la difusi¨®n de la falsa identidad de Ali al Shakati, por la que se disculpaba, no era atribuible al equipo de Pakist¨¢n y que era exagerado que la informaci¨®n suministrada por el canal fuese el activador de los disturbios racistas.
La noche del crimen empezaron los disturbios racistas en el Reino Unido. M¨¢s de 1.000 detenidos. La web de Channel3 Now desapareci¨®, tambi¨¦n sus cuentas en Youtube o Facebook, pero su rastro sigue en X. El rastro del negocio. Porque el odio consigui¨® lo que pretend¨ªa: una ola de clics. Es rentable para cuentas con enfoque comercial como la de Farhan Asif. Y as¨ª consigui¨® tambi¨¦n lo que parece buscar su propietario, como explic¨® Marta Peirano con la mirada puesta en las presidenciales de Estados Unidos: Elon Musk, comentando im¨¢genes de violencia callejera en las calles inglesas, sentenci¨® que la guerra civil era inevitable.
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