Una decisi¨®n controvertida
El nombramiento de Escriv¨¢ erosiona a quien lo propone, al propio designado y a un ecosistema democr¨¢tico que acusa una fuerte p¨¦rdida de confianza en las instituciones
Le corresponde al presidente del Gobierno proponer al Rey el nombramiento de la persona que asumir¨¢ las funciones de gobernador del Banco de Espa?a, sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo. La ley de autonom¨ªa del Banco de Espa?a se?ala que ser¨¢ el ministro de Econom¨ªa el que, con car¨¢cter previo al nombramiento, comparecer¨¢ en la Comisi¨®n competente para informar sobre el candidato propuesto, algo que ya ha ocurrido. Y ha sido ah¨ª, en la Comisi¨®n de Econom¨ªa, Comercio y Transformaci¨®n Digital, donde el ministro ha glosado con detalle las virtudes formativas y la experiencia profesional del todav¨ªa ministro Jos¨¦ Luis Escriv¨¢, que ma?ana tomar¨¢ posesi¨®n de su nuevo cargo. Hasta aqu¨ª nada que objetar dado que el candidato cumple sobradamente con los criterios de elegibilidad que impone la ley por la que se regulan los ¨®rganos rectores del Banco de Espa?a: ser espa?ol, mayor de edad y reconocida competencia en el ¨¢mbito de la econom¨ªa ?Fin del debate? Evidentemente, no.
La cr¨ªtica a la propuesta de nombramiento no est¨¢, como es obvio, en la falta de concurrencia de los criterios de elegibilidad del candidato. Algo as¨ª es condici¨®n necesaria, pero no suficiente. De ah¨ª que las cualidades profesionales no puedan ser, ni en este caso ni en otros, el argumento que ampare la decisi¨®n finalmente adoptada. Tampoco la existencia de nombramientos similares en pa¨ªses de la Uni¨®n Europea convierte la decisi¨®n, por s¨ª misma, en una opci¨®n adecuada. Pero si la raz¨®n por la que la propuesta suscita motivos de contestaci¨®n no est¨¢ ni en la falta de competencia de quien lo nombra, ni en la capacitaci¨®n t¨¦cnica del candidato, entonces ?d¨®nde est¨¢ el reparo?
La decisi¨®n pol¨ªtica es, a mi entender, desacertada desde la l¨®gica de la ¡°idoneidad¡± pol¨ªtica o, si lo prefieren, de la pura conveniencia democr¨¢tica. Y es que el resultado final erosiona a quien propone el nombramiento, al propio designado y tambi¨¦n a un ecosistema democr¨¢tico que acusa una fuerte p¨¦rdida de confianza en las instituciones. Al margen de la sobreactuaci¨®n de la oposici¨®n, siempre deseosa de encontrar razones para el aspaviento, no es pol¨ªticamente conveniente nombrar a un ministro en activo como gobernador de una instituci¨®n cuyo funcionamiento se ordena, por mandato del Derecho de la Uni¨®n Europea, en torno al principio de autonom¨ªa. No es cuesti¨®n, por tanto, de analizar si el candidato es o deja de ser una persona con criterio e independencia. Tales virtudes se le presumen. Lo mollar en esta decisi¨®n est¨¢, m¨¢s bien, en entender c¨®mo afecta a la reputaci¨®n y a la apariencia de autonom¨ªa de la instituci¨®n en cuesti¨®n que quien se acueste hoy ministro pueda despertarse ma?ana gobernador del Banco de Espa?a. Algo as¨ª, convendr¨¢n conmigo, no responde al ideal de autonom¨ªa en el que estaba pensando el legislador cuando regul¨® el funcionamiento de la instituci¨®n monetaria. Para comprobarlo basta con leer el t¨ªtulo de la ley que lo regula, que no es una ley del Banco de Espa?a, sino de autonom¨ªa del Banco de Espa?a.
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