No s¨¦ lo que soy
La gran paradoja que vive el feminismo es que, tras 300 a?os impugnando la idea del g¨¦nero, ahora deba dedicarse a defender la existencia del sexo
Gracias al enorme impacto medi¨¢tico de los Juegos Ol¨ªmpicos, la gran confusi¨®n sobre sexo y g¨¦nero se ha hecho mundial. Aunque los humanos no somos caracoles, ahora ya no hay modo alguno de saber lo que es una mujer. Todo es duda y todo es sospecha, y la que quiera salir a reivindicarse como hembra humana ser¨¢ arrinconada a las filas del fascismo. Sobre lo que no hay ning¨²n tipo de duda es sobre lo que es un hombre. No hay m¨¢s que ver esas convenciones del poder donde todos los presentes van enfundados en trajes oscuros o repasar las listas de los m¨¢s ricos para saber qu¨¦ es un macho humano. En cambio, las mujeres, ¡°la mujer¡±, no se sabe muy bien lo que es, no hay forma cient¨ªfica de averiguarlo. As¨ª, sin m¨¢s, hemos vuelto al mundo de lo indiferenciado, ahora por la v¨ªa de la reivindicaci¨®n de la fluidez del g¨¦nero y la supuesta subversi¨®n que conlleva (y que seguro que acabar¨¢ con la subida de los alquileres y la inflaci¨®n). Donde s¨ª saben lo que es una mujer es en Afganist¨¢n, Irak e Ir¨¢n.
La gran paradoja que est¨¢ viviendo hoy el feminismo es que despu¨¦s de 300 a?os impugnando la idea del g¨¦nero (esto es, que las mujeres somos humanamente distintas de los hombres y estamos determinadas a comportarnos y a tener ciertas caracter¨ªsticas esenciales tales como la domesticidad, la sumisi¨®n, la fragilidad y la falta de dotes intelectuales o de capacidad para ser ciudadanas) ahora tenga que dedicarse a defender la existencia del sexo. Acusar al feminismo de la igualdad de ser biologicista es pura y simple difamaci¨®n, dado que siempre ha defendido exactamente lo contrario: todas las pensadoras importantes han venido denunciando que las diferencias biol¨®gicas no justifican, ni de lejos, todo el entramado de discriminaciones, segregaciones y opresiones que nos han atenazado desde hace miles de a?os. Pero hoy la confusi¨®n y el pensamiento m¨¢gico se difunden sin freno porque nadie quiere arriesgarse a ser se?alado como portador de alguna fobia, y negar la existencia de los sexos, algo tan descabellado como defender que la Tierra es plana, se ha convertido en lo m¨¢s progresista que se puede hacer.
La verdad es que a muchas nada nos gustar¨ªa m¨¢s que olvidarnos de la biolog¨ªa: ni fluctuaciones hormonales, ni reglas dolorosas, ni anemias, ni c¨¢ncer de mama, ni el dolor del parto, ni m¨¢s osteoporosis y depresiones. Pero somos ego¨ªstas, nos dicen, excluyentes por querer patrimonializar el chollo de ser ¡°mujer¡± y encima pretender saber lo que somos y qui¨¦nes somos. ?C¨®mo nos atrevemos?
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