La pol¨¦mica forzada contra Imane Khelif o c¨®mo envenenar con odio un acontecimiento planetario

Los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs se han envenenado, pero la toxina se ven¨ªa inoculando hace mucho. No ha tenido nada de espont¨¢neo. La pol¨¦mica en torno al combate de las boxeadoras Imane Khelif y Angela Carini, forzada e inflamada, es un episodio m¨¢s de c¨®mo la internacional del odio se sirve de todo su arsenal para contaminar cualquier debate. Pero este no es un ¨¦xito cualquiera: han logrado envenenar un acontecimiento planetario. Las ¨²ltimas 24 horas las redes han ardido y, como siempre que arden, alguien hab¨ªa sembrado de cerillas el bosque.

Cuando Carini recibi¨® el pu?etazo de Khelif, la derecha italiana llevaba d¨ªas gritando que la argelina es un hombre trans, que era trampa, que su vida estaba en peligro, que la iban a masacrar. El Gobierno de Giorgia Meloni hab¨ªa convertido ese combate en una batalla pol¨ªtica y medi¨¢tica y a Khelif en un monstruo. El ministro de Deportes, Andrea Abodi, habl¨® de ¡°garantizar la seguridad¡± de las deportistas, y la ministra de Familia, Eugenia Roccella, lament¨® la participaci¨®n de ¡°hombres que se identifican como mujeres¡±. El presidente del Senado, Ignazio La Russa, escribi¨® en Facebook: ¡°Un transexual argelino contra una italiana en los Juegos Ol¨ªmpicos... ?Es pol¨ªticamente incorrecto decir que apoyo a la mujer?¡±. El que m¨¢s ¨¦xito tuvo fue el ministro Matteo Salvini con un tuit con dos millones de visionados dos d¨ªas antes del evento en el que hablaba del da?o que le hab¨ªa causado ¡°la boxeadora trans¡± a otra rival y acababa con un grito: ¡°?Basta de locuras de la ideolog¨ªa ¡®woke¡¯!¡±. La ideolog¨ªa woke, dice, como si hablara de la Rep¨²blica Queer de Argelia, un pa¨ªs en el que en realidad el activismo LGTB est¨¢ prohibido. Como para dedicarse a militar con una atleta trans en los Juegos.

Con ese ambiente t¨®xico, es probable que Carini subiera a ese ring sugestionada y lejos del 100% de concentraci¨®n. Ahora la italiana ha pedido disculpas a su contrincante, porque Khelif no es trans. El Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) lo ha negado rotundamente. Las dudas sobre su condici¨®n surgieron por un test filtrado por la Asociaci¨®n Internacional de Boxeo (enfrentado al COI) que se?alaba que cuenta con cromosomas XY, los masculinos. Pero, ?c¨®mo va a ser trans si conocemos que desde que era peque?a luch¨® por boxear, porque su padre cre¨ªa que no era un deporte para ni?as? Hasta UNICEF relataba su historia como una inspiraci¨®n para las mujeres.

?Hay mujeres con cromosomas XY? Que se lo pregunten a la velocista espa?ola Mar¨ªa Jos¨¦ Mart¨ªnez Pati?o, que sufri¨® un calvario cuando en 1985, en los Mundiales de Kobe, tuvo ese mismo resultado. La humillaron (como ahora a la argelina) y descalificaron. Pati?o tiene un s¨ªndrome que la hace insensible a los andr¨®genos: su cuerpo no sabe administrar la testosterona y no desarrolla los rasgos fisiol¨®gicos externos que le suponemos a los hombres. ¡°Dif¨ªcilmente podr¨ªa fingir ser un hombre, tengo pechos y vagina. Nunca hice trampas¡±, dijo Pati?o tras ganar su pleito, al demostrar que es una mujer y no una tramposa, y explicar su caso ¡ªparadigm¨¢tico¡ª en The Lancet, referencia de la ciencia m¨¦dica. Todo indica que este tipo de intersexualidad pueda ser el caso de Khelif, que este s¨¢bado compite contra una boxeadora h¨²ngara: Anna Luca Hamori. Ella dice que pasa de pol¨¦micas, aunque su federaci¨®n (del pa¨ªs que gobierna Viktor Orb¨¢n) compra el discurso de Meloni.

Pero da igual. Da exactamente igual si es trans, intersexual o ingeniero en din¨¢mica de fluidos agroindustriales. La extrema derecha y sus camaradas ya hab¨ªan localizado a su presa y no pensaban dejarla escapar. Porque el (supuesto) peligro de lo trans es su ¨²ltima cruzada y llevaban d¨ªas, meses y a?os agitando este miedo: una deportista derrotada por un hombre trans. El pu?etazo, y las l¨¢grimas amargas de Carini, le aportaban todo el dramatismo necesario. En cuanto la italiana tir¨® la toalla, salieron todos en tromba a correr en la ruleta de h¨¢mster de la indignaci¨®n: Meloni, Trump y su vice, Ayuso, Milei y hasta Borja S¨¦mper, que afortunadamente borr¨® sus tuits.

Esta persecuci¨®n de lo trans tiene su explicaci¨®n, y la han dado honestamente sus propios ide¨®logos. Tras la derrota social contra los derechos de los homosexuales, necesitaban otro caballo de batalla cultural para movilizar a sus bases. El fantasma de las atletas trans es muy f¨¢cil de vender, porque es visible. ¡°Mira qu¨¦ pinta de t¨ªo¡±, se dice de muchas atletas. Desde que arrancaron los Juegos, comenz¨® una aut¨¦ntica cacer¨ªa de ¡°transvestigaci¨®n¡± protagonizada por troles obsesionados con descubrir que todas las celebridades son trans. Y la villa ol¨ªmpica est¨¢ llena de mujeres con los hombros m¨¢s anchos que los de tu cu?ado el que retuitea a Capit¨¢n Bitcoin. Antes que a Khelif, esta jaur¨ªa acus¨® de ser un hombre a la jugadora de rugby Ilona Maher, que cont¨® entre l¨¢grimas el da?o que estaba perpetrando esa persecuci¨®n de toda deportista que no sea ¡°fr¨¢gil, peque?a y d¨®cil¡±. Incluso cargaron contra la m¨ªtica nadadora Katie Ledecky.

Si se te nota el tr¨ªceps, eres deforme. En esta l¨®gica estamos. Se trata de identificar el progresismo con lo woke (ese caj¨®n de sastre de los miedos reaccionarios) y lo woke con lo monstruoso, lo antinatural, lo que rompe el orden saludable de nuestras sociedades, lo que pone en peligro a las verdaderas mujeres (las fr¨¢giles y d¨®ciles). Por eso, medio en broma, medio en serio, a Bego?a G¨®mez la llaman Bego?o, Brigitte Macron fue Jean-Michel, Michelle Obama fue Michael, y ahora Kamala Harris resulta que antes de transicionar se llamaba Kamal Aroush. Los torrentes de odio que corren por redes y foros tienen muy clara la funci¨®n de estos bulos a la hora de generar un imaginario detestable.

Pero esos torrentes no surgen de las cloacas de internet, sino de los despachos adornados con las maderas m¨¢s nobles. Trump es el alcalde de la ciudad de los bulos, pero uno de los que lleva tiempo agitando este p¨¢nico moral de primer orden es, c¨®mo no, Elon Musk. Tiene sus motivos. ?l mismo ¡ªque ahora intima con Meloni¡ª reconoce que compr¨® Twitter para corregir la deriva de la red, causante a su parecer de que su hija se hiciera trans. Hace unos d¨ªas dijo una barbaridad tan salvaje que ubica al personaje: ¡°Mi hijo est¨¢ muerto¡±. En realidad, fue ella la que le sac¨® de su vida por ser, sencillamente, un mal padre. En la pol¨¦mica de las boxeadoras, la red X fren¨® la visibilidad de todos los tuits que la denominaban cisg¨¦nero (por oposici¨®n a trans), porque Musk considera un insulto denigrante esa palabra, mientras permite que se diseminen sin freno todo tipo de mensajes de odio.

?Te convierte en tr¨¢nsfobo no entender qu¨¦ pasa con Khelif? En absoluto. La biolog¨ªa humana es compleja y la intersexualidad (si se confirma) lo es m¨¢s. Pero conviene tener presente qui¨¦n empuja con fuerza estas pol¨¦micas, qui¨¦n se?ala a todas las mujeres por su aspecto, qui¨¦n las deshumaniza. Y, sobre todo, por qu¨¦, en los Juegos m¨¢s paritarios de la historia, se ha desatado una cacer¨ªa que, por ahora, ya tiene dos v¨ªctimas: Khelif y Carini. Dos boxeadoras, dos mujeres.

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