La realidad escamoteada

Como advert¨ªa Conrad, las palabras son grandes enemigas de la realidad. Este verano, la pol¨¦mica entre el PP y el PSOE sobre la inmigraci¨®n mostr¨® que hemos dejado atr¨¢s cualquier aspiraci¨®n de sentido. Si la gesti¨®n de los dos partidos ha sido bastante similar, el discurso era casi id¨¦ntico: tanto sobre las contrataciones en origen como sobre las expulsiones. El reproche dirigido al contrario ¡ªprovocar el efecto llamada, adoptar las estrategias de la extrema derecha¡ª val¨ªa para lo que hab¨ªas hecho o ibas a hacer. Solo se puede reconocer la verdad cuando no hay testigos.

El escamoteo de la realidad es particularmente grotesco en el caso del pacto catal¨¢n. Desde hace dos meses, el Gobierno se niega a explicarlo, y enga?a diciendo lo que significa y no lo que dice el texto. Como con la amnist¨ªa, se exhibe una delirante ristra de trampantojos: es el federalismo, es como Alemania, es como Soria y Teruel, es como lo de Aznar, es la corresponsabilidad, hemos dado mucho dinero a las comunidades (?gracias, presidente, no te merecemos!), vamos a doblar algo que representa el 0,3% de la financiaci¨®n de las autonom¨ªas y santas pascuas, el problema ahora lo tiene el PP que debe definirse sobre lo que nosotros no decimos o no sabemos lo que es, todos lo copiar¨¢n (pero ojo, Murcia no puede ser Catalu?a, sus habitantes son ontol¨®gicamente distintos), esto se arregla con impuestos a los lamborghinis, todos tendremos m¨¢s recursos. Esa falta de claridad es un fraude a los votantes y un desprecio a los ciudadanos. Quienes dicen para tranquilizarnos que el concierto no saldr¨¢ adelante aplauden el cinismo como elemento fundamental en nuestra vida pol¨ªtica.

Lo importante no se explica. Las alarmas surgen y desaparecen. El presidente del Gobierno, al comenzar el curso, olvid¨® aquella regeneraci¨®n democr¨¢tica tan crucial. El Congreso, que el ministro de Justicia, abogado pro bono de la mujer de su jefe y creativo int¨¦rprete de la Constituci¨®n, hab¨ªa convertido en ¡°sede de la soberan¨ªa popular¡±, ya no es lo que era. El presidente declar¨® que seguir¨¢ gobernando ¡°con o sin concurso del Legislativo¡±. C¨®mo nos escandalizar¨ªa si lo hubiera dicho otro. Pero esa macarrada tambi¨¦n es una confesi¨®n de impotencia: displicencia y actitud autoritaria por un lado, inestabilidad e inoperancia por otro, y un elevado precio para estar en el Gobierno, aunque se gobierne poco. El presidente, que ya ha tenido que adelantar que no es grave si fracasa en su intento de aprobar los Presupuestos, habla de cambiar el modelo de Estado sin los apoyos parlamentarios ni la legitimidad para hacerlo.