Trump muerde el anzuelo de Harris
La candidata dem¨®crata consigue demostrar en el debate que su egoc¨¦ntrico rival es una amenaza para el futuro de Estados Unidos
Tras el derrumbe de Joe Biden en el debate contra Trump de junio, la expectaci¨®n ante el duelo del expresidente con la nueva candidata dem¨®crata era enorme. Kamala Harris logr¨® en Filadelfia todo lo que Biden no fue capaz de conseguir en Atlanta. Gan¨® en el fondo y en la forma. Su concienzuda preparaci¨®n desarbol¨® a la m¨¢s improvisada actuaci¨®n de su rival. Al tiempo, se present¨® como relevo generacional para pasar la p¨¢gina de la polarizaci¨®n extrema que contamina la pol¨ªtica estadounidense desde la aparici¨®n en escena del magnate neoyorquino. Coloc¨® los lemas de su campa?a en el momento justo mientras Trump jugaba permanentemente a la defensiva. A los republicanos solo les qued¨® culpar a los ¨¢rbitros, unos moderadores que simplemente se atrevieron a hacer su trabajo al cuestionar al menos los bulos m¨¢s disparatados del expresidente.
Ganar un debate tan trascendente ¡ªquiz¨¢ el ¨²nico entre ambos de la campa?a, dado que a Trump no le han quedado muchas ganas de repetir¡ª no garantiza en absoluto ganar las elecciones. Las presidenciales del 5 de noviembre se decidir¨¢n probablemente por unas decenas de miles de sufragios en media docena de Estados clave. En ellos, los votantes indecisos e independientes inclinar¨¢n la balanza. Y si alguno de los dos candidatos sembr¨® el debate de argumentos para cosechar sus votos, fue la vicepresidenta.
Tanto Biden como Trump eran desde el principio candidatos impopulares entre la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, pero la edad y la p¨¦rdida de agudeza mental del presidente en ejercicio convert¨ªan los comicios en gran medida en un refer¨¦ndum sobre su capacidad. Con Biden fuera de juego, los dem¨®cratas siempre han cre¨ªdo que una de las claves para ganar era hacer de las elecciones un refer¨¦ndum sobre Trump.
La dem¨®crata aprob¨® su examen con buena nota asumiendo el papel de una fiscal que trata de convencer al jurado de la amenaza que Trump supone para el futuro de Estados Unidos. Lo retrat¨® como un egoc¨¦ntrico obsesionado consigo mismo que no se preocupa por los ciudadanos. Le bati¨® en los principales temas ¡ªde la inmigraci¨®n al derecho al aborto¡ª y le lanz¨® puyas con el fin de provocarle. Trump, que hab¨ªa despreciado la inteligencia de su rival, cay¨® en la trampa arrastrado por su ego. Harris logr¨® as¨ª que su rival mostrase su peor cara. Al expresidente se le vio enfadado, levant¨® la voz y se desliz¨® por el terreno de la hip¨¦rbole. Su afirmaci¨®n de que los inmigrantes se comen los perros, gatos y dem¨¢s mascotas quedar¨¢ para la historia de los debates presidenciales estadounidenses como el mejor ejemplo de sus disparatados bulos.
La visi¨®n apocal¨ªptica de Estados Unidos que vende Trump tiene muchos clientes. El expresidente se ha mostrado casi invulnerable ante esc¨¢ndalos sexuales, imputaciones penales y condenas judiciales. Un debate no va a provocar que sus fieles le abandonen, pero el de Filadelfia no le ha servido para ampliar su base electoral ni para cambiar la inercia positiva que favorece a Harris.
Los dem¨®cratas siguen presentando a Trump como el favorito. Les conviene para movilizar a sus votantes. Los sondeos, a la espera del impacto del debate, dan hasta ahora una ligera ventaja a Harris en el voto popular, pero un empate t¨¦cnico cuando se considera que al presidente lo elige el Colegio Electoral. Quedan casi ocho semanas de campa?a. Y todo por decidir.
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