Rechazar el marco xen¨®fobo
El control de fronteras anunciado por Alemania es un s¨ªntoma del peligro de que los partidos moderados asuman el discurso ultra
El Gobierno de Alemania anunci¨® este lunes su decisi¨®n de activar controles en todas sus fronteras terrestres con la intenci¨®n de reducir la inmigraci¨®n irregular y endurecer la pol¨ªtica de gesti¨®n de peticiones de asilo, lo que implica mantener detenidos a los solicitantes mientras se decide si Alemania o cualquier otro Estado de la UE son competentes para decidir sobre sus demandas. La medida, hecha p¨²blica por la ministra del Interior, del socialdem¨®crata SPD, supone aplicar una excepci¨®n a la libre circulaci¨®n establecida por el acuerdo de Schengen, que prev¨¦ la posibilidad de hacerlo cuando exista una seria amenaza para la seguridad interna. Actualmente, hay una decena de pa¨ªses que han activado excepciones, pero, por su centralidad y por la extensi¨®n a todas las fronteras, la decisi¨®n alemana tiene una trascendencia especial.
El anuncio se produjo despu¨¦s de la rotunda derrota de los partidos de la coalici¨®n de Gobierno ¡ªSPD, verdes y liberales¡ª en las elecciones regionales en el este del pa¨ªs, celebradas poco despu¨¦s de un ataque terrorista por el cual se ha detenido a un ciudadano sirio solicitante de asilo y en las que la ultraderecha protagoniz¨® un fort¨ªsimo auge. Llega, adem¨¢s, a pocos d¨ªas de la celebraci¨®n de otros comicios en Brandeburgo, tambi¨¦n en el este. Se trata, a todas luces, de una medida de corte electoral cuyos beneficios pr¨¢cticos son tan dudosos como sus fundamentos: pese a servir de coartada populista, el porcentaje de inmigraci¨®n es escaso en el este de Alemania.
Poca duda hay en cambio acerca de las consecuencias negativas de esta decisi¨®n. Adem¨¢s del entorpecimiento a la libertad de movimiento y del enfado ya evidente de los pa¨ªses vecinos, una decisi¨®n de este tipo por parte de la principal potencia de la UE marca un precedente y debilita un aspecto tan importante para la integraci¨®n europea como la libre circulaci¨®n. No es probable que Schengen acabe revirti¨¦ndose, pero s¨ª que las excepciones a su aplicaci¨®n se tornen norma.
Una consecuencia tanto o m¨¢s preocupante es el riesgo de que la adopci¨®n de ciertas medidas por parte de partidos moderados legitimen el discurso xen¨®fobo de las formaciones ultras y consoliden el marco mental que hace de los inmigrantes el chivo expiatorio de problemas que nada tienen que ver con ellos. Ni el electoralismo m¨¢s demag¨®gico justifica, por ejemplo, propuestas como la de suspender la concesi¨®n de asilo a pueblos enteros, tal y como propuso el l¨ªder de los democristianos alemanes para sirios y afganos.
Alemania no es, con todo, una excepci¨®n. En otros pa¨ªses, formaciones presuntamente nada populistas galopan hacia posiciones extremas en materia migratoria. Baste recordar que en Francia los macronistas aprobaron en diciembre pasado una ley tan dura que fue celebrada como un logro propio por Marine Le Pen. Por su parte, el Gobierno de coalici¨®n holand¨¦s, liderado por los ultras, anunci¨® este viernes medidas draconianas que deber¨¢ detallar a¨²n, pero que pasan por abandonar el consenso comunitario sobre asilo.
Los partidos moderados deben rechazar el discurso migratorio ultraderechista, que alimenta una falsa idea de emergencia e inseguridad alejada de la realidad. Su responsabilidad es contrarrestar las insidias con un discurso apoyado en datos, en el derecho internacional humanitario y en la pura evidencia de la riqueza, no solo material, que la inmigraci¨®n supone para la Uni¨®n Europea.
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