Narrar la guerra
No solo hemos de preguntarnos por la legitimidad de los medios utilizados por Israel para conducir este conflicto, sino tambi¨¦n por el fin ¨²ltimo de los ataques
Vuelve el escalofr¨ªo, si es que se fue alguna vez. Esta vez son personas que explotan al lado de sus hijos, de sus mujeres, de sus padres. Ocurre en los bazares y mercados de L¨ªbano, en lugares p¨²blicos atestados de personas, y el escalofr¨ªo nos atraviesa de nuevo. Los hospitales colapsan, incapaces de atender a tiempo a los m¨¢s de 3.000 heridos que llegan a urgencias. Veo en la BBC una entrevista a los cirujanos: ¡°Fue muy duro. La mayor¨ªa de los pacientes eran hombres j¨®venes de unos 20 a?os, y a algunos tuve que extirparles los dos ojos. Nunca en mi vida hab¨ªa visto escenas como las de ayer¡±. El titular televisivo dice: ¡°Un cirujano se robotiza para tratar a un gran n¨²mero de heridos libaneses¡±. El doctor, Elias Jaradeh, explica que tienes que disociarte para enfrentarte a algo as¨ª, convertirte en un robot, aunque por dentro est¨¦s devastado. El ministro de Sanidad liban¨¦s declara que los ataques son un crimen de guerra. El ministro de Defensa israel¨ª anuncia el comienzo de ¡°una nueva fase de la guerra¡±.
Es dif¨ªcil encontrar las palabras adecuadas para contar lo que est¨¢ ocurriendo, pero las declaraciones de ambos ministros sobre un mismo objeto, la guerra, abren un peque?o espacio para reflexionar sobre su significado y c¨®mo debemos nombrarla, si necesitamos palabras m¨¢s rotundas para expresar la radicalidad de lo que vemos. Si la divisi¨®n entre civiles y militares desaparece, ?acaso no era eso terrorismo? ?Qu¨¦ pasa si un Estado act¨²a como una organizaci¨®n terrorista? ?Qu¨¦ l¨ªneas rojas est¨¢n obligadas a respetar en la conducci¨®n de la guerra eso que llamamos democracias? Israel contin¨²a masacrando civiles en Gaza alegando la presencia de milicianos de Ham¨¢s, incluso en lo que ¨¦l mismo define como ¡°zonas seguras¡±. Todos hemos visto que los ataques en suelo liban¨¦s se produjeron en mercados, que no eran personas combatiendo en un campo de batalla. Por eso, no solo hemos de preguntarnos por la legitimidad de los medios utilizados por Israel para conducir esta guerra, sino tambi¨¦n por el fin ¨²ltimo de los ataques. Si buscasen la paz o la devoluci¨®n de los rehenes secuestrados por Ham¨¢s, podr¨ªan entonces enmarcarse (haciendo una interpretaci¨®n muy generosa) dentro de esa definici¨®n cl¨¢sica de la guerra donde esta misma se acepta como un medio de la pol¨ªtica, la vieja m¨¢xima de Clausewitz: la continuaci¨®n de la pol¨ªtica con otros medios.
Netanyahu no ha aceptado la salida diplom¨¢tica propuesta por EE UU, tal vez para no alienar a unos aliados a¨²n m¨¢s de extrema derecha que ¨¦l mismo, vitales para su mera supervivencia pol¨ªtica. ?Qu¨¦ busca entonces el Gobierno de Netanyahu? Porque todo parece indicar que nos acercamos peligrosamente a un punto de inflexi¨®n, all¨ª donde el objeto de las negociaciones pretenda ser la simple existencia de todo un pueblo, es decir, su aniquilaci¨®n. Y una guerra existencial es, por definici¨®n, una guerra total. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ entonces, cuando ya no se pueda dar por sentada la coexistencia misma de las partes enemigas de una guerra, cuando la ¨²nica forma de zanjar el conflicto parezca la aniquilaci¨®n completa del enemigo? La aniquilaci¨®n, nos recuerda Arendt (siempre Arendt), es la ¡°¨²nica guerra adecuada al sistema totalitario¡±. ?En qu¨¦ lugar deja eso al supuesto Estado democr¨¢tico de Israel? ?D¨®nde quedamos el resto como narradores de esta guerra? Y aunque nos hieran, ?nos atreveremos a encontrar las palabras para contarla?
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