?Qu¨¦ Estado necesita el futuro?
Los Estados del futuro deben ser capaces de gestionar la complejidad global, desde la regulaci¨®n de los gigantes tecnol¨®gicos hasta la lucha contra el cambio clim¨¢tico, y deben hacerlo en colaboraci¨®n con otros Estados y actores no estatales
Las Naciones Unidas han convocado a los l¨ªderes del mundo para la Cumbre del Futuro que se celebra este mes en Nueva York, con el objetivo de acelerar esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Uno de los principales interrogantes que enfrentamos es: ?qu¨¦ tipo de Estado necesitamos para esta tarea?
El cambio clim¨¢tico, las crisis migratorias, la pandemia de covid-19, el capital financiero globalizado y el mundo de los algoritmos han dejado en evidencia que los Estados no cuentan con los instrumentos apropiados, ni el m¨²sculo suficiente, para responder o gobernar estos fen¨®menos. Esta deficiencia se manifiesta tanto a nivel nacional como en el ¨¢mbito multilateral.
No debemos ser injustos: el principal problema radica en que los Estados nacionales se dise?aron para un mundo sin internet, con econom¨ªas predominantemente nacionales y sociedades basadas en el trabajo. Cada vez m¨¢s, estas instituciones concebidas para din¨¢micas centralizadas, territoriales, burocratizadas y con base fiscal nacional, no encuentran sinton¨ªa con el mundo globalizado, interconectado y digital, donde las sociedades son l¨ªquidas y se registra una alta movilidad del capital.
Si bien en las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha avanzado en t¨¦rminos de derechos humanos y cobertura social, la capacidad institucional para gestionar los complejos problemas globales sigue siendo insuficiente. No es extra?o entonces que, seg¨²n la encuesta de la OCDE sobre confianza en las instituciones p¨²blicas de 2023, el 44% de la ciudadan¨ªa conf¨ªe nada o poco en su gobierno nacional. Desde esta perspectiva, la desconfianza no deriva ¨²nicamente de evaluaciones negativas de gestiones particulares, sino de un problema estructural: los Estados no est¨¢n dise?ados para incidir en realidades que se han moldeado, en gran parte, por fuerzas que operan en otra escala y que, adem¨¢s, los consideran un obst¨¢culo para su expansi¨®n. A algunos pa¨ªses les va mejor que a otros, pero la discusi¨®n no es muy diferente en Bolivia, Alemania, Egipto o Indonesia.
Am¨¦rica Latina, como parte del Sur Global, representa un caso particular en esta conversaci¨®n. En su compleja historia de dependencia econ¨®mica, crisis pol¨ªticas y desigualdades sociales, los nuevos conflictos se superponen con viejas deudas: seg¨²n datos de la Cepal de 2023, un tercio de la poblaci¨®n se encuentra en situaci¨®n de pobreza. Los Estados latinoamericanos, muchos de ellos a¨²n profundamente arraigados en estructuras econ¨®micas extractivas y primarias, mantienen una posici¨®n de vulnerabilidad mayor frente a los cambios que est¨¢n redefiniendo la econom¨ªa mundial. En este escenario es que se deben implementar las acciones de transici¨®n verde y digital, o las medidas para reducir la violencia, entre otros objetivos del desarrollo sostenible.
Una de las manifestaciones de esta debilidad de los Estados es que quedan relegados a los espacios donde las corporaciones todav¨ªa no han impuesto sus reglas, actuando de un modo compensatorio o subsidiario, detr¨¢s de las innovaciones. Todo ello fomentado por un imaginario ¡ªapuntalado a fuerza de algoritmos¡ª de que ese es el rol estatal por definici¨®n. Sin embargo, Mariana Mazzucato nos recuerda que el Estado, hist¨®ricamente, no ha sido un ¡°mero corrector de las fallas del mercado¡±, sino un activo creador de mercados y promotor de grandes transformaciones tecnol¨®gicas.
Este enfoque es crucial para repensar el rol del Estado en el Sur Global, especialmente en Am¨¦rica Latina. Se trata de recuperar su papel ordenador y creativo. No se trata de regresar a modelos del pasado, sino de adaptarse a las necesidades y realidades de las sociedades contempor¨¢neas.
En lugar de simplemente reaccionar ante las crisis, los gobiernos pueden adelantarse a ellas, utilizando herramientas avanzadas para gestionar las transformaciones tecnol¨®gicas y econ¨®micas que ya est¨¢n en marcha.
En este sentido, es ineludible discutir la regulaci¨®n y el cobro de impuestos en econom¨ªas desterritorializadas, los modos de imponer sanciones por fuera de estructuras estatales tradicionales, la coordinaci¨®n de medidas para hacer frente al cambio clim¨¢tico, y hasta cuestiones de formaci¨®n de identidad y de cultura en el nuevo paradigma que se desmarca de lo local.
?Por d¨®nde comenzar? Existen cuatro elementos clave para imaginar los Estados del futuro. En cada uno propongo, como punto de partida, una base que sirva de detonante para avanzar.
1. Dise?os institucionales basados en la colaboraci¨®n. Deben responder a los intereses de sus comunidades, y a la vez tener la fortaleza de negociar los pactos indispensables para una gobernanza colaborativa, tanto a nivel nacional como multilateral. Para incorporarla, es preciso crear mecanismos de coordinaci¨®n multinivel y multiactoral. Buscamos un enfoque que refleje con honestidad la correlaci¨®n de fuerzas: el Estado sigue siendo central, pero ya no es el ¨²nico actor. Es necesario integrar a los poderes emergentes no gubernamentales en la ecuaci¨®n.
2. Incorporar herramientas para la innovaci¨®n. Necesitamos Estados inteligentes, basados en la inteligencia colectiva, que sean adaptables a las demandas actuales y que puedan integrar los saberes de la sociedad. Para ello, es fundamental redise?ar los espacios de trabajo, incorporar metodolog¨ªas ¨¢giles y convocar a los actores sociales en la creaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas.
3. Impulsar la transformaci¨®n digital. La incorporaci¨®n de tecnolog¨ªa en los gobiernos aporta agilidad, ahorro presupuestario y mejora de los procesos administrativos. Am¨¦rica Latina est¨¢ rezagada en comparaci¨®n a los pa¨ªses OCDE, por lo que es crucial priorizar inversiones en la gesti¨®n basada en datos, la digitalizaci¨®n de la participaci¨®n ciudadana, la interoperabilidad de sistemas y el impulso de una revoluci¨®n de habilidades en la ciudadan¨ªa.
4. Recursos humanos. Debe asegurarse que est¨¦n altamente capacitados y adecuadamente remunerados para impulsar los desaf¨ªos del nuevo Estado, incorporar los dise?os y soluciones tecnol¨®gicas y, a su vez, en la regi¨®n latinoamericana, no perder de vista como parte de su labor las brechas econ¨®micas, socioculturales, tecnol¨®gicas y territoriales que a¨²n persisten.
Lejos de simplemente ajustar los mecanismos actuales, la realidad solicita una reinvenci¨®n. Los Estados del futuro deben ser capaces de gestionar la complejidad global, desde la regulaci¨®n de los gigantes tecnol¨®gicos hasta la lucha contra el cambio clim¨¢tico, y deben hacerlo en colaboraci¨®n con otros Estados y actores no estatales.
El Sur Global tiene un papel fundamental el nacimiento de este nuevo paradigma. Am¨¦rica Latina, en lugar de posicionarse como un receptor pasivo de las pol¨ªticas globales, puede convertirse en un impulsor de innovaci¨®n institucional y pol¨ªtica, liderando nuevas formas de gobernanza desde una perspectiva de justicia y equidad. En la regi¨®n, las soluciones emergentes de movimientos sociales, las innovaciones en energ¨ªas renovables y las nuevas formas de organizaci¨®n pol¨ªtica, sumadas a la resiliencia democr¨¢tica luego de atroces autoritarismos, nos han dejado grandes ense?anzas.
La Cumbre del Futuro ser¨¢ una oportunidad para trazar el camino hacia una nueva gobernanza global, que contemple las voces y necesidades del Sur Global.
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