?Qu¨¦ le debe el PSOE a Marruecos? (II)
Cuando parec¨ªa que no pod¨ªan caer m¨¢s bajo, cuando parec¨ªa que era imposible hacerlo peor, nos han vuelto a sorprender
En 2016 viaj¨¦ a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf. Lo hice para reencontrarme, casi veinte a?os despu¨¦s, con Fatma y Lehbib, los ni?os que pasaron varios veranos en mi casa cuando tambi¨¦n yo era una ni?a. Lo hicieron gracias al programa Vacaciones en paz, que cada a?o permite que cientos de familias espa?olas acojan ni?os saharauis.
Del desierto me traje algunas cosas. Un poema de Marcos Ana en la cabeza ¡ªese que dice ¡°rec¨ªtame un horizonte/ sin cerradura y sin llave¡±¡ª, un par de collares de d¨¢tiles, una conversaci¨®n sobre Dios al caer la tarde que incluso a m¨ª, entonces atea, me conmovi¨®, las manos pintadas de henna, mucha rabia y un dibujo hecho por la que, durante mi estancia all¨ª, se convirti¨® en mi gu¨ªa: la peque?a Fatma, sobrina de Fatma y Lehbib. En la hoja arrancada de un cuaderno, la ni?a pint¨® una jaima como en la que dorm¨ªamos cada noche. Y, sobre ella, dos banderas: de un lado, la saharaui, del otro, la espa?ola. Debajo escribi¨® su nombre y el m¨ªo.
Con cada traici¨®n del PSOE a ese pueblo hermano vuelvo a ese dibujo, al pasaporte espa?ol que me ense?¨® un anciano saharaui con acento cubano (qu¨¦ extra?as las terribles dictaduras que se empe?an en ayudar a pueblos a¨²n m¨¢s pobres que ellos) y al cari?o con el que todos en los campamentos me hablaban de Espa?a. As¨ª que he vuelto unas cuantas veces en los ¨²ltimos a?os: cuando S¨¢nchez le llev¨® flores a la tumba de Hassan II, cuando tom¨® partido por Marruecos, contraviniendo a la ONU, en el conflicto con los saharauis, cuando el PSOE se qued¨® solo en el Congreso votando en contra de otorgarle la nacionalidad a los saharauis nacidos bajo la soberan¨ªa espa?ola o cuando votaron junto a Le Pen en el Parlamento Europeo contra una resoluci¨®n que ped¨ªa libertad de expresi¨®n en Marruecos.
Y cuando parec¨ªa que no pod¨ªan caer m¨¢s bajo, cuando parec¨ªa que era imposible hacerlo peor, nos han vuelto a sorprender: en esta ocasi¨®n, neg¨¢ndoles el asilo a m¨¢s 40 saharauis perseguidos por el reino marroqu¨ª. Llevan m¨¢s de una semana en la sala de inadmitidos de Barajas y entre ellos hay dos ni?os de uno y dos a?os y un enfermo. Como destac¨® Ione Belarra, es incomprensible que en el pa¨ªs que ha acogido a 210.000 ucranios en los ¨²ltimos dos a?os o a 40.000 venezolanos, entre ellos Leopoldo L¨®pez, no haya hueco para estos 40 saharauis.
Cuando Fatma vino a mi casa, en el noventa y pico, era un poco m¨¢s mayor que los dos ni?os de Barajas y estaba enferma: ten¨ªa una afecci¨®n ocular que le causaba estrabismo. Nada m¨¢s llegar, mis padres la llevaron a una oftalm¨®loga, que les dijo que hab¨ªa que operarla. Al contarle el caso, la doctora se ofreci¨® a renunciar a su salario y cobrarles ¨²nicamente las costas de la cl¨ªnica. La factura fue de 200.000 pesetas, que termin¨® pagando el Ayuntamiento de Noblejas en otro bonito gesto de solidaridad.
Su alcalde, Agust¨ªn Jim¨¦nez, llevaba siempre una bufanda roja, seg¨²n dec¨ªan mis padres cuando les preguntaba, ¡°porque era socialista¡±. Con cada traici¨®n del PSOE tambi¨¦n me acuerdo de ¨¦l. De todos esos votantes y militantes que, como Agust¨ªn, viajaron a Tinduf o promovieron la acogida de ni?os saharauis desde sus ayuntamientos. Y me pregunto c¨®mo es posible que una ni?a de seis a?os que ha crecido en una c¨¢rcel de arena, dos carteros como mis padres, una oftalm¨®loga o un alcalde de pueblo comprendan mejor lo que significamos los espa?oles para los saharauis y viceversa que las ¨¦lites del Gobierno m¨¢s progresista de la Galaxia.
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