Joven madurito busca amistad
Una solicitud en Facebook puede ser el kil¨®metro cero para la denominada ¡°estafa del amor¡±
Albert apareci¨® en mi vida una ma?ana de abril. Era lo que suele llamarse un ¡°maduro interesante¡±: un tipo fornido y esbelto cuyo torso hab¨ªa sido trabajado, a todas luces, en el gimnasio, a decir de los m¨²sculos que se marcaban bajo una estilosa camiseta gris. La naturaleza hab¨ªa dotado a Albert de un pelazo canoso que realzaba con un corte impecable. Y esa boca, dientes inmaculados en perfecta formaci¨®n, como los soldados de un cuerpo de ¨¦lite, con la que esbozaba una sonrisa amplia y contagiosa desde el asiento del conductor de su coche. Este prometedor retrato del bello Albert aterriz¨® aquel d¨ªa de abril en mi cuenta de Facebook junto a una solicitud de amistad y un escueto mensaje directo: ¡°?C¨®mo est¨¢s?¡±, me susurr¨® digitalmente, como si nos hubi¨¦ramos encontrado por azar en la barra de cualquier bar de copas.
En realidad, la cuenta de Facebook que recibi¨® el mensaje no era m¨ªa. Llevaba varios meses enredada en un proyecto de investigaci¨®n para el que trataba de reproducir la experiencia de usuario de una se?ora espa?ola de m¨¢s de 70 a?os. Para ello gener¨¦ un perfil ficticio en Facebook, una identidad digital simulada que permitiera identificar qu¨¦ tipo de publicaciones y desinformaci¨®n recomienda el algoritmo a los usuarios de esas edades. As¨ª naci¨® virtualmente M., una viuda de 70 a?os, amante de la copla, de las p¨¢ginas de recetas y de la Semana Santa de su ciudad. Nada en su cuenta de Facebook suger¨ªa que la se?ora buscara amistades masculinas o una relaci¨®n oto?al. Aun as¨ª, Albert busc¨® un primer contacto.
Afortunadamente, ¡°salvamos¡± a M. de un desenga?o gracias a una r¨¢pida comprobaci¨®n de la foto del solicitante con dos herramientas sencillas que permiten buscar im¨¢genes y rostros que hayan podido ser reproducidas en otras webs o servicios de internet. El rostro de Albert apareci¨® replicado en servicios digitales en otros idiomas y con otras identidades diferentes. El impostor qued¨®, en este caso, inmortalizado como perfil falso para el estudio de campo, pero en numerosas ocasiones no es as¨ª. Una solicitud de amistad en Facebook puede ser el kil¨®metro cero para la denominada ¡°estafa del amor¡±: una vez que las mujeres entablan una relaci¨®n sentimental virtual con el guapo de turno, estos piden dinero prestado a sus ¡°novias¡±. Algunas acceden y acaban transfiriendo fondos que nunca volver¨¢n.
Las estad¨ªsticas frenan en seco las ganas de infravalorar la dimensi¨®n de esta variante de la delincuencia econ¨®mica que se ceba con el eslab¨®n m¨¢s vulnerable de la cadena de usuarios de una red social como son las personas mayores de cualquier categor¨ªa econ¨®mica, con capacidades cognitivas mermadas por la edad o que, simplemente, se sienten demasiado solas. Seg¨²n los datos ofrecidos por la Comisi¨®n Federal del Comercio de EE UU, solo en 2022, m¨¢s de 70.000 norteamericanos fueron v¨ªctimas de las ¡°estafas del amor¡± y acumularon una p¨¦rdida estimada en 1.300 millones de d¨®lares. En Espa?a acaban de ser detenidas cinco personas acusadas de robar 325.000 euros a dos mujeres seducidas por un falso Brad Pitt. Otras dos fueron asesinadas a principios de a?o en Morata de Taju?a (Madrid) tras endeudarse para pagar los pr¨¦stamos que les solicitaron dos falsos novios que conocieron en la Red. Y escapan del recuento las v¨ªctimas que prefieren callar por verg¨¹enza cuando descubren el enga?o. Un breve repaso a las solicitudes de amistad que recibimos en nuestro propio Facebook o en el de nuestros seres queridos es suficiente para comprobar hasta qu¨¦ punto abundan los aspirantes a novios, siempre dispuestos a probar suerte.
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