Victoria extremista en Austria
Toda Europa debe sacar lecciones del ascenso imparable de un partido antiinmigraci¨®n con un l¨ªder autoritario y delirante
El Partido de la Libertad (FP?), una formaci¨®n de extrema derecha, prorrusa hasta el entusiasmo, antiinmigraci¨®n, islam¨®foba, negacionista del cambio clim¨¢tico y con pol¨¦micas antisemitas en el pasado, encabezada por Herbert Kickl, un personaje autoritario, antivacunas y amante de las teor¨ªas de la conspiraci¨®n, ha ganado claramente las elecciones generales en Austria. Con este resultado, el FP? pasa de tercera a primera fuerza parlamentaria, aunque queda lejos de la mayor¨ªa absoluta, por lo que tendr¨¢ enormes dificultades para encabezar el Gobierno. En Austria no ha habido cord¨®n sanitario a la extrema derecha desde que hace un cuarto de siglo comenz¨® un ascenso premonitorio respecto al resto de Europa. Parad¨®jicamente, ahora los partidos buscan la f¨®rmula para evitar que Kickl llegue a primer ministro, un t¨ªtulo que este delirante dirigente denomina como ¡°canciller del pueblo¡± (volkskanzler), el mismo que utilizaba el nazismo para Adolf Hitler.
La victoria de Kickl este domingo con el 29,2% de los votos confirma la primac¨ªa electoral que ya obtuvo en las elecciones europeas. La derecha tradicional ha quedado casi tres puntos por detr¨¢s, y a ocho los socialdem¨®cratas. Deber¨¢n pactar entre ellos si quieren evitar un Gobierno liderado por los extremistas. Austria tiene tradici¨®n de grandes coaliciones y no deber¨ªa suponer un desgarro para ninguno de los dos. La peor alternativa ser¨ªa que la derecha buscara una f¨®rmula como la de Pa¨ªses Bajos, donde gan¨® el equivalente al FP? en ese pa¨ªs, pero su m¨¢ximo dirigente, Geert Wilders, qued¨® fuera del Gobierno para permitir un Gabinete de coalici¨®n de apariencia m¨¢s presentable. El ¨¦xito de Kickl, el pol¨ªtico que mayor rechazo suscita y a la vez el m¨¢s votado, refleja la creciente polarizaci¨®n social alrededor de los miedos azuzados sobre los inmigrantes y los asilados, especialmente de origen ¨¢rabe y musulm¨¢n.
Esta primera e inquietante victoria del nacionalpopulismo m¨¢s extremista equivale a la plena normalizaci¨®n de un partido que ya ha participado de cuatro gobiernos desde el a?o 2000, a pesar de los esfuerzos iniciales para frenar su normalizaci¨®n que condujeron incluso a la aprobaci¨®n de unas ef¨ªmeras sanciones diplom¨¢ticas por parte de la UE. El rechazo de la inmigraci¨®n e incluso de los asilados pol¨ªticos, convertidos en aut¨¦nticos chivos expiatorios de las dificultades y de los miedos de la sociedad europea, es la bandera que el FP? ondea con visible ¨¦xito electoral, aprovechando las dudas y las deficiencias pol¨ªticas de los partidos tradicionales. Aunque Kickl no alcance la canciller¨ªa como pretend¨ªa, la fuerza de su partido y de las ideas que defiende se traducir¨¢ en cualquier caso en un escoramiento hacia la extrema derecha del discurso p¨²blico y de las pol¨ªticas de seguridad, fronteras e inmigraci¨®n, en l¨ªnea con lo que est¨¢ sucediendo en el conjunto de Europa.
Toda Europa, tambi¨¦n Espa?a, tiene lecciones que sacar de estas elecciones. El ascenso generalizado de la extrema derecha europea cabalga sobre la premisa de que los inmigrantes, especialmente si no son blancos, son los culpables de los problemas de la clase media, hasta justificar expulsiones masivas para evitar amenazas existenciales imaginarias a la cultura europea. Estos partidos triunfan, como en Austria o en Pa¨ªses Bajos, cuando consiguen convertir el fen¨®meno de la inmigraci¨®n y del asilo en el centro de las preocupaciones pol¨ªticas como explicaci¨®n de las desigualdades, los miedos, la inseguridad o la inflaci¨®n, en detrimento de las agendas racionales de los partidos moderados. Es responsabilidad de estos no dejarse arrastrar. Austria no est¨¢ tan lejos.
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