Madrid, rica y cateta
La transformaci¨®n de las universidades madrile?as ilustra c¨®mo el deterioro de los servicios p¨²blicos en la Comunidad suscita una creciente demanda privada
El ¨¦xito econ¨®mico de Madrid es incuestionable. La Comunidad de Madrid es la regi¨®n con mayor renta per capita de Espa?a, seguida por Pa¨ªs Vasco, Navarra y Catalu?a. Durante la mayor parte del periodo democr¨¢tico, Madrid iba por detr¨¢s de estas autonom¨ªas, pero hace ya algunos a?os que las ha superado y se ha colocado en cabeza.
Siendo la comunidad m¨¢s rica, es tambi¨¦n la que menos invierte por habitante de toda Espa?a en sanidad y educaci¨®n. El modelo madrile?o funciona as¨ª: bajos impuestos y desplazamiento de los servicios p¨²blicos hacia el sector privado. La sanidad y la educaci¨®n privadas est¨¢n m¨¢s extendidas en Madrid que en ninguna otra regi¨®n de Espa?a.
Examinemos las consecuencias de este modelo econ¨®mico en un sector que conozco bien, el de la ense?anza universitaria. En este ¨¢mbito, Madrid es la autonom¨ªa que tiene la financiaci¨®n m¨¢s baja por estudiante (y las tasas de matr¨ªcula m¨¢s elevadas del pa¨ªs). Las universidades p¨²blicas madrile?as sufren un d¨¦ficit cr¨®nico de financiaci¨®n y han sobrevivido en los ¨²ltimos a?os sin tener que realizar recortes traum¨¢ticos gracias a que han ganado en los tribunales diversos pleitos a la Comunidad. Por no haber, no hay ni planes plurianuales de financiaci¨®n. Est¨¢n las universidades, como se dice popularmente, ¡°a verlas venir¡±, sometidas al criterio caprichoso del Gobierno auton¨®mico.
A la vez, Madrid ha dado todas las facilidades a la implantaci¨®n de universidades privadas. Limit¨¢ndonos a las universidades presenciales, en Madrid hay 6 universidades p¨²blicas y 13 privadas (en realidad hay m¨¢s, pues la Universidad de Navarra tiene un campus en Madrid que no se contabiliza por estar la central en Pamplona y la Universidad Instituto de Empresa tiene su sede en Segovia, pero posee un campus importante en Madrid). Las universidades p¨²blicas reciben aproximadamente el 70% de los estudiantes; el resto va a las privadas. En los estudios de posgrado, la proporci¨®n se invierte: las privadas tienen el 69% de las plazas de m¨¢ster.
No escribo desde un prejuicio contrario al sector privado. Yo estar¨ªa feliz si los inversores se pusieran manos a la obra y crearan universidades de alta calidad en Espa?a. Al fin y al cabo, muchas de las mejores universidades del mundo son privadas (Harvard, Stanford, Yale, Princeton, Chicago, MIT¡). Desgraciadamente, el capitalismo espa?ol no da para tanto, y lo que tenemos son campus especializados en formar estudiantes para el mercado de trabajo, algo sin duda esencial, pero que es solo una parte de la misi¨®n de la Universidad: la otra es generar conocimiento. Y aqu¨ª las cosas dejan mucho que desear, pues hasta el momento las inversiones millonarias en universidades privadas en Espa?a no han conseguido crear instituciones punteras: siguen muy por detr¨¢s de las buenas universidades p¨²blicas espa?olas en lo tocante a investigaci¨®n.
Frente a las famosas universidades privadas norteamericanas, lo que tenemos en Madrid, reflejo de nuestra clase capitalista, es una abundancia de universidades en manos de la Iglesia y de grupos cat¨®licos como el Opus Dei, la Asociaci¨®n Cat¨®lica de Propagandistas, los jesuitas o los Legionarios de Cristo. Parece que se va a abrir un campus adicional en Madrid impulsado por Camino Neocatecumenal (los llamados kikos). Entre las universidades privadas laicas, llama la atenci¨®n el perfil conservador de casi todas ellas (basta examinar sus patronatos o sus propietarios). Algunas han sido adquiridas recientemente por potentes fondos de inversi¨®n extranjeros tras oler el negocio en marcha.
Gracias al m¨²sculo financiero con el que cuentan, los campus privados impresionan por sus instalaciones y equipamientos. Es un se?uelo irresistible para las familias adineradas de Madrid, que son muchas (y tambi¨¦n para las aspiracionales dispuestas a realizar un sacrificio econ¨®mico que creen que vale la pena).
Las familias dan importancia a la formaci¨®n profesional de los estudiantes, pero tambi¨¦n a la selecci¨®n social. De hecho, el nivel del alumnado de secundaria es igual en centros p¨²blicos y privados cuando se tiene en cuenta el nivel socioecon¨®mico de los hogares, pero hay una preferencia por el modelo privado. Existe, pues, una voluntad clara de mantener el ciclo reproductivo de las ¨¦lites ejecutivas y directivas, solo que ahora en un entorno m¨¢s exclusivo, con menor mezcla de or¨ªgenes que en la p¨²blica. Si adem¨¢s la filosof¨ªa de la universidad es conservadora, los j¨®venes quedar¨¢n a salvo de la ¡°confusi¨®n ideol¨®gica¡± a la que se exponen en los centros p¨²blicos, en los que todo resulta m¨¢s imprevisible y el profesorado es heterog¨¦neo y tiene mayor independencia.
M¨¢s all¨¢ del sesgo de clase inherente al modelo privado espa?ol, cabe a?adir que el tipo de ense?anza tiene consecuencias. Que los profesores combinen docencia e investigaci¨®n, tal y como sucede en la universidad p¨²blica, significa que los estudiantes se abren a ideas novedosas y originales, as¨ª como a un esp¨ªritu cr¨ªtico, abierto y exploratorio. En muchos casos, la ense?anza que imparten aquellos que no investigan suele acabar siendo una mera extensi¨®n de la educaci¨®n secundaria.
Al centrarse fundamentalmente en la formaci¨®n de profesionales, las universidades privadas espa?olas tienden a dejar de lado lo que hace verdaderamente excitante y valiosa la ense?anza superior. No se trata de idealizar la universidad p¨²blica, en la que hay problemas de todo tipo, pero es importante recordar que mantiene el objetivo de generar conocimiento. En la mayor¨ªa de los casos, los nuevos centros privados carecen de la ambici¨®n que debe tener toda universidad. El modelo en el que se basan es probable que agrave un problema que arrastramos desde hace tiempo: la estrechez de miras, la falta de creatividad y el conservadurismo vital de buena parte de nuestras clases dirigentes.
La transformaci¨®n que est¨¢ teniendo lugar en la universidad no es sino una ilustraci¨®n de un mecanismo m¨¢s general que opera en la Comunidad de Madrid desde hace m¨¢s de un cuarto de siglo: el deterioro de los servicios p¨²blicos provoca una demanda creciente de servicios privados; una vez que los hogares deciden obtener educaci¨®n y sanidad en el sector privado, apoyan rebajas fiscales, pues dejan de beneficiarse de los renqueantes servicios p¨²blicos. Se produce as¨ª un fen¨®meno de sustituci¨®n que est¨¢ lejos de haber terminado. En la medida en que este sistema se alimenta de la insatisfacci¨®n de la ciudadan¨ªa con los servicios p¨²blicos, insatisfacci¨®n que crea el propio Ejecutivo auton¨®mico con sus pol¨ªticas de recortes fiscales, se produce un cierto equilibrio entre oferta y demanda de servicios como sanidad y educaci¨®n.
A corto plazo, y dado el fuerte nacionalismo espa?ol de los madrile?os, hay un factor que podr¨ªa sacudir la desidia (cuando no hostilidad) de la Comunidad de Madrid hacia las universidades p¨²blicas. Me refiero al hecho de que las universidades p¨²blicas madrile?as est¨¦n quedando por detr¨¢s de las catalanas. Los rankings muestran que las catalanas copan los primeros puestos. Ya s¨¦ que estos rankings son problem¨¢ticos, que es muy dif¨ªcil evaluar con un n¨²mero el rendimiento y calidad de instituciones tan complejas como las universidades, pero el hecho de que queden tan bien las catalanas seguro que no deja indiferente a la ciudadan¨ªa de Madrid (y menos todav¨ªa a sus ¨¦lites pol¨ªticas). La ciudad de Madrid acaba de celebrar su primer Festival de las Ideas, imitando la Bienal del Pensamiento que Barcelona inici¨® en 2018. Ojal¨¢ el orgullo no impida imitar tambi¨¦n el buen rendimiento de las universidades catalanas.
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