Lo de siempre
No es normal que alguien vaya encapuchado a un estadio, no puede ser normal que unas oposiciones se celebren con gateras por las que hacer trampas desde dentro
Se aplazaron unas oposiciones porque se hab¨ªan filtrado las preguntas del examen y corri¨® un rumor de indignaci¨®n, pero no de sorpresa. No significa que eso ocurra de manera generalizada, ni siquiera que ocurra las m¨¢s de las veces. Significa que no era ni mucho menos la primera vez que suced¨ªa en un proceso de selecci¨®n del personal, de manera que el episodio caus¨® estupor aunque no puede decirse que sorprendiera a nadie. Es curioso que parezca que vivamos en la sociedad del sobresalto si muchas veces lo que nos pasa es lo de siempre.
¡°Lo de siempre¡± es una letan¨ªa por la que se acaban explicando un mont¨®n de cosas. En un estadio de primera divisi¨®n, por ejemplo, un grupo de individuos permaneci¨® con la cara cubierta y lanz¨® objetos contra el portero rival. Al acabar el partido, los jugadores del equipo local fueron a aplaudir a los aficionados de esa misma grada, en se?al de reconocimiento o de gratitud por algo. No est¨¢ claro por qu¨¦. Caus¨® estupor, pero no sorpresa. Lo que hab¨ªa pasado en ese estadio no era la primera vez que pasaba y, si no era lo de siempre, era lo de tantas otras veces.
A menudo nos conformamos con explicaciones demasiado sencillas. Sucede cuando se produce un avance cient¨ªfico de relumbr¨®n y nos decimos: c¨®mo avanza la medicina. No. La medicina, no. Avanza un grupo concreto de m¨¦dicos que lo intent¨®, que fracas¨®, que persisti¨® y que, con un dinero puede que escaso y a costa de sus desvelos, logr¨® un remedio por el que quiz¨¢ nunca ser¨¢n reconocidos. Las cosas las hacen gentes concretas.
Lo mismo se da con aquello que nunca cambia y que, si acaso, ya cambiar¨¢ con el tiempo, como si el tiempo fuera un sujeto. El tiempo somos usted y yo: los que decidimos qu¨¦ hacemos con nuestras indignaciones y en qu¨¦ las aprovechamos en cada ¨¢mbito. En el deporte no es normal que alguien vaya encapuchado a un campo, por citar un caso. En la convocatoria p¨²blica de empleo, por citar otro, no puede ser normal que una corporaci¨®n p¨²blica celebre oposiciones en las que se encuentren gateras por las que hacer trampas desde dentro.
Eso puede que sea lo de tantas otras veces, hasta que deje de serlo. Hasta que quienes mandan en cada sitio lo paren o sientan que no tienen m¨¢s remedio que pararlo, aunque sea por verg¨¹enza. Ya que nos han quitado la capacidad de sorpresa, que nos quede al menos la esperanza de que a¨²n se puede hacer algo con la ingenuidad.
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