La memoria de Birmingham
Viajar al pasado nos orienta en el presente, nos da un lugar desde el que mirar al mundo; la historia se puede contar con honestidad o desde la mentira
¡°Habitamos un mundo que difiere radicalmente en sus mentalidades pol¨ªticas, perspectivas emocionales y estructuras econ¨®micas del mundo que exist¨ªa hace apenas dos d¨¦cadas¡±. Sabe mucho Pankaj Mishra, quien nos habla de la Historia como un choque entre historias que aspiran a reconocerse. Ese choque lo vive estos d¨ªas Birmingham, ciudad por donde paseo, cuyos ciudadanos muestran orgullosos como la cuna de la Revoluci¨®n Industrial. Esta semana, tambi¨¦n acoge el congreso anual de los tories, y a muy poca distancia de los furiosos delirios de los cuatro candidatos que aspiran a liderar a los conservadores brit¨¢nicos, en la esquina de Inge Street y Hurst Street, resiste un peculiar conjunto de casitas. Empeque?ecidas por las grandes moles de acero y cristal que las rodean, a¨²n cuentan una historia valiosa: la suya, que es la de Birmingham.
El n¨²mero 15 de Inge Street es uno de los ¨²ltimos corredores de casas adosadas conservados en el Reino Unido, la forma m¨¢s com¨²n de vivienda de la clase obrera durante el siglo XIX y parte del XX. Un solo patio interior constitu¨ªa el espacio compartido para jugar, lavar, tender o ir al ba?o de las 60 personas que pod¨ªan llegar a habitar sus apenas 11 diminutas casas. Lo cuenta Jane, la elegante dama de 70 a?os que lidera la visita. Ella misma creci¨® en una de estas casas y mezcla el orgullo con la nostalgia en su esfuerzo por mantener vivos los recuerdos de muchas vidas y de la propia identidad de Birmingham. Hoy, cuando la mentira campa a sus anchas, Jane sabe que los hechos que forman parte de la experiencia vivida dependen de la memoria para existir. La mayor¨ªa de gu¨ªas tienen entre 60 y 80 a?os, y reivindican lo vivido por la gente com¨²n como algo tan digno de contarse como la historia de los gobernantes y las ¨¦lites. Mientras los conservadores chapotean en las fantas¨ªas de grandeza imperial como viejos zares, prometiendo mano dura contra la inmigraci¨®n, Jane nos habla de la ciudad de los mil oficios, de su mestizaje. A¨²n hoy sigue siendo una de las ciudades m¨¢s multiculturales del Reino Unido, pero Birmingham ya lo era a mediados del siglo XIX, cuando recib¨ªa a gente del sur de Italia, Rusia, Polonia o Irlanda, y m¨¢s tarde desde el Caribe, la India, China y otras partes del mundo.
Mientras la candidata conservadora se?ala con sus u?as pintadas a las minor¨ªas sexuales, ¨¦tnicas o raciales como origen de todos los males de Occidente, muy cerca, en este mismo corredor convertido en lugar de recuerdos, Jane cuenta c¨®mo en 1851 en estas casas viv¨ªa ya una comunidad mezclada. Sin demasiado apego por su origen nacional o de clase, este grupo de abuelos, padres e hijos que decidieron rescatar la hilera de casitas del 15 de Inge Street, ha colocado con naturalidad en su fachada una bandera en apoyo de la comunidad trans. Los ca¨®ticos cambios de la ciudad los sit¨²an hoy en pleno centro del Gay Village, en el mism¨ªsimo coraz¨®n del barrio chino. Viajar al pasado nos orienta en el presente, nos da un lugar desde el que mirar al mundo. Hoy, en Birmingham, unos y otros cuentan historias, pero mientras Jane y los suyos lo hacen con honestidad, procurando comprender los cambios dr¨¢sticos que ha vivido su propia calle, hay quien miente para seguir viviendo la inevitable transformaci¨®n del mundo de ayer como una insoportable agon¨ªa.
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