Tirad a quemarropa contra los cascos azules
Netanyahu est¨¢ decidido a imponer un nuevo orden en Oriente Pr¨®ximo opuesto al dibujado durante casi 80 a?os por Naciones Unidas
Lanzar la tercera invasi¨®n israel¨ª del L¨ªbano, tras los fracasos pol¨ªticos cosechados en las de 1982 y 2006. Estigmatizar al secretario general de Naciones Unidas, Ant¨®nio Guterres, como ¡°persona non grata¡±. Y disparar a quemarropa contra los cascos azules, molestos testigos que guardan el precario equilibrio liban¨¦s, destruir sus torres de vigilancia, inutilizar sus c¨¢maras de seguridad. Son tres saltos de una misma secuencia. Que plasma la cruel l¨®gica del extremismo ¡ªlos hay m¨¢s radicales en su Gobierno¡ª de Benjamin Netanyahu, Bibi, decidido a imponer un Nuevo Orden en Pr¨®ximo Oriente.
Su dise?o, si existe, es vol¨¢til. Pero incluye un nuevo esquema opuesto al dibujado en las m¨¢s de 500 resoluciones Naciones Unidas durante 76 a?os (Consejo de Seguridad, Asamblea General, Comit¨¦ de Derechos Humanos), en su mayor¨ªa condenatorias de Israel. Todas parten de la 181, que en 1947 recomend¨® crear dos Estados: cumplida en parte (creaci¨®n de Israel), no en todo (el Estado palestino). Y ha sufrido asechanzas cruzadas, pues aquel solo ha sido reconocido tarde y a rega?adientes desde parte del mundo ¨¢rabe.
Este Nuevo Orden bautiza la operaci¨®n militar ¡°selectiva¡± contra L¨ªbano; opera como coartada belicista a la pretensi¨®n de Bibi de blindar sus presuntos delitos ante los tribunales internos; y envuelve en lema multiuso el salto regional de la ofensiva a siete frentes: de Gaza a Cisjordania, de Yemen a Siria, de L¨ªbano a Irak e Ir¨¢n.
Sus objetivos, nunca concretados, pero inferibles de la acci¨®n sobre el terreno, abarcan el dominio territorial completo de Gaza y Cisjordania para abortar la siempre postergada creaci¨®n del Estado palestino, vaci¨¢ndolas y colapsando su vida cotidiana; desarmar o desactivar las milicias chi¨ªes en L¨ªbano y Yemen; y esterilizar la potencia militar del Ir¨¢n de los ayatol¨¢s, patrocinador de ese frente. O sea, ¡°cambiar el equilibrio de poder en la regi¨®n para los pr¨®ximos a?os¡±, como indic¨® el primer ministro ante la Asamblea general de la ONU el 27 de septiembre.
Pero ese nuevo equilibrio es inconcreto en sus perfiles. Toda reordenaci¨®n territorial requiere un mapa. El doble mapa de la zona exhibido por Netanyahu, titulado Blessing and curse (Bendici¨®n y maldici¨®n) es propagand¨ªstico. Pero indicativo.
Los malditos son Irak, Ir¨¢n, L¨ªbano y Siria. Los benditos forman un corredor de Europa a India, y de Sud¨¢n a Arabia Saud¨ª con epicentro en Israel: es una enso?aci¨®n, pues ya el ministro de Exteriores saud¨ª, el pr¨ªncipe Faisal bin Tarhan, ha contestado por escrito que ¡°esta alianza solo puede llegar si se basa en el alto el fuego en Gaza y estableciendo un Estado palestino independiente con capital en Jerusal¨¦n Este¡±, dos requisitos exactamente contrarios a las pretensiones de Tel Aviv.
Ocurre que este mapa tiene ancestros. Bebe del sue?o b¨ªblico y del primer sionismo irredentista: un Estado que abarque ¡°desde el Nilo hasta el ?ufrates¡±. El ¡°Gran Israel¡± redivivo, que amerita m¨¢s atenci¨®n. Pr¨®ximamente.
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