Techos libres
Los problemas para tener una vivienda asequible no son un destino fatal ni un fen¨®meno natural
Pude pagar las tres mensualidades de dep¨®sito del primer piso en el que viv¨ª sola con el anticipo de mi primer libro hace exactamente 20 a?os. No sin pasar, claro est¨¢, por el interrogatorio del arrendador que, entre otras cosas, me solt¨®: ¡°Ya sabes c¨®mo sois vosotros¡±. ¡°Nosotros¡±, no me hizo falta preguntarlo, ¨¦ramos los moros que, a?adi¨® el hombre, ¡°alquila uno y luego os met¨¦is 20¡±. Veinte no, pero al cabo de unos meses, con un contrato temporal a tiempo parcial de mediadora y otros trabajillos complementarios, me di cuenta de que no llegaba para mantenerme a m¨ª y a mi hijo. As¨ª que lo puse a dormir en mi cuarto conmigo para alquilar la otra habitaci¨®n a una estudiante.
Pasamos a?os as¨ª, siendo una microfamilia viviendo con desconocidos (todos muy majos, la verdad, en esto tuvimos suerte). Asistimos entonces a una manifestaci¨®n multitudinaria en Barcelona. El lema era: ¡°No tendr¨¢s una casa en tu puta vida¡±. Algunos amigos que viv¨ªan en la ciudad empezaron a sufrir el acoso de un incipiente mobbing inmobiliario: si dejabas de pagar el alquiler un par de meses, recib¨ªas orden de desahucio. Y algunos propietarios rechazaban a prop¨®sito el ingreso porque ya est¨¢bamos en pleno proceso de gentrificaci¨®n y con algo de pladur, una mano de pintura y unos muebles de Ikea pod¨ªan convertir los viejos pisos del G¨®tico o el Raval en coquetos apartamentos para extranjeros cobrando mucho m¨¢s de lo que se les cobraba a los estudiantes.
No ten¨ªamos tiempo para leer en los peri¨®dicos los distintos cambios legislativos que iban aprobando los sucesivos gobiernos tanto de derechas como de izquierdas, pero not¨¢bamos los efectos de la liberalizaci¨®n en nuestras carnes. Ning¨²n partido parece haberse opuesto a ella de forma contundente y la derecha se ha felicitado por haber acabado con el ¡°intervencionismo¡± que, dec¨ªan, lastraba el mercado. La construcci¨®n de vivienda social es algo que ha brillado por su escasez o su ausencia. En la ¨¦poca de la que hablo, a la m¨ªnima que nos enter¨¢bamos de que hab¨ªa una nueva promoci¨®n, j¨®venes, personas mayores, madres solas, discapacitados y familias numerosas present¨¢bamos nuestras gruesas carpetas de papeles para demostrar que merec¨ªamos la paz de una vivienda que pudi¨¦ramos pagar con nuestros sueldos. Aquello parec¨ªan los juegos del hambre.
Los problemas para tener un techo seguro y asequible no son un destino fatal ni un fen¨®meno natural; son el producto de unas pol¨ªticas liberales muy concretas que han dado v¨ªa libre a los especuladores. La ¨²nica soluci¨®n es revertirlas con decisi¨®n y valent¨ªa.
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