El rastro del lobo
Ocho a?os de Trump, primero como presidente y luego como justiciable y candidato, adelantan lo que le espera al mundo si regresa a la Casa Blanca
Esta vez no habr¨¢ sorpresa. A diferencia de la victoria de 2016, el mundo est¨¢ advertido. Los a?os de Donald Trump en la Casa Blanca bastan para imaginar lo que nos espera, pero su ¨²ltimo cuatrienio de elusi¨®n de la justicia, radicalizaci¨®n racista y apropiaci¨®n del Partido Republicano a?ade m¨¢s elementos de inquietud. La era Trump cumple casi una d¨¦cada desde el anuncio de su candidatura, pero ahora se enfrenta a la disyuntiva entre una triunfal culminaci¨®n ...
Esta vez no habr¨¢ sorpresa. A diferencia de la victoria de 2016, el mundo est¨¢ advertido. Los a?os de Donald Trump en la Casa Blanca bastan para imaginar lo que nos espera, pero su ¨²ltimo cuatrienio de elusi¨®n de la justicia, radicalizaci¨®n racista y apropiaci¨®n del Partido Republicano a?ade m¨¢s elementos de inquietud. La era Trump cumple casi una d¨¦cada desde el anuncio de su candidatura, pero ahora se enfrenta a la disyuntiva entre una triunfal culminaci¨®n m¨¢s extremista y peligrosa o una derrota que le puede llevar a la c¨¢rcel y no est¨¢ exenta de riesgos de enfrentamiento civil.
El rastro es inconfundible y no enga?a sobre el futuro. El expresidente ha conseguido atravesar impune el entero mandato de Biden, sin rendir cuentas ante la justicia por sus interferencias en los recuentos y su incitaci¨®n al asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Ha convertido en dogma republicano el robo electoral del que se considera v¨ªctima, de forma que casi el 70% de sus votantes da por ileg¨ªtima la elecci¨®n de Biden. Y el viejo Partido Republicano ha pasado a ser su propiedad privada, tras la huida de los halcones neocons y de las tradicionales familias liberal-conservadoras.
En los cuatro a?os fuera del poder ha recogido los frutos sembrados durante su presidencia con el control del republicanismo y el nombramiento de m¨¢s de 200 jueces de la derecha m¨¢s extrema. La capacidad de bloqueo de la minor¨ªa republicana en el Senado le permiti¨® eludir el segundo procedimiento de destituci¨®n o impeachment por incitaci¨®n a la insurrecci¨®n, repitiendo as¨ª el esquema de exoneraci¨®n del primer impeachment dos a?os antes por abuso de poder e interferencia en la acci¨®n de la justicia.
El mayor trofeo lo consigui¨® cuando el Tribunal Supremo anul¨® la sentencia que proteg¨ªa el derecho de las mujeres a la interrupci¨®n del embarazo. Sin estos magistrados nombrados por ¨¦l no se explican las dilaciones y las resoluciones favorables en las cuatro causas penales en las que est¨¢ encausado. No ha podido evitar, en cambio, que se le declarara culpable en una de ellas por 34 delitos de falsificaci¨®n de registros contables para encubrir el soborno a una actriz porno. Ahora est¨¢ a la espera de la sentencia penal que todav¨ªa puede mandarle entre rejas.
El Supremo tambi¨¦n ha reconocido su inmunidad presidencial, de forma que tendr¨¢ a mano nuevos abusos de poder e interferencias en la justicia si gana las elecciones. Entonces tambi¨¦n estar¨¢ cantada su autoexoneraci¨®n, la destituci¨®n del fiscal especial que le investiga, la amnist¨ªa para los asaltantes del Capitolio, y la anunciada venganza para Biden y los republicanos traidores. No hay ning¨²n sistema de control sobre el poder presidencial que no haya fallado.
Las huellas del lobo conducen a los cuatro puntos cardinales de las guerras presentes o futuras. En Ucrania son obvias: las antiguas y las recientes. Han sido constantes los contactos con Putin, siete al menos, seg¨²n ha contado Bob Woodward en su ¨²ltimo libro, y tambi¨¦n sus esfuerzos por dificultar la ayuda a Kiev. Su plan de paz es el de Putin. En Oriente Pr¨®ximo, ha sido el rompehielos de Netanyahu: ruptura del acuerdo nuclear con Ir¨¢n, traslado de la Embajada estadounidense a Jerusal¨¦n, reconocimiento de la soberan¨ªa israel¨ª sobre el Gol¨¢n sirio, clausura de la oficina palestina en Washington y Acuerdos Abraham para terminar el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª a espaldas de los palestinos.
Su c¨®mico idilio con Kim Jong-un no sirvi¨® para desarmar al dictador norcoreano, sino que le dio ¨¢nimos para consolidar a Corea del Norte como potencia bal¨ªstica y nuclear aliada de Rusia y mandar ahora 10.000 soldados a combatir contra Ucrania. La guerra comercial con China ya en marcha no excluye en sus c¨¢lculos mercantilistas que entregue a Taiw¨¢n o desproteja a Jap¨®n si no pagan la factura que reclama por el paraguas nuclear.
Son numerosos los pa¨ªses donde suenan las alarmas ante el eventual regreso del lobo y unos pocos los que lo esperan. Lo temen Ucrania, Corea del Sur, Jap¨®n y Taiw¨¢n, que cuentan con d¨¦biles cartas ante la diplomacia transaccional trumpista. F¨¢cilmente, ser¨¢n moneda de cambio en los tratos con Rusia y con China. Cada uno deber¨¢ hacerse cargo de su propia seguridad, principio que vale para Europa como para Oriente Pr¨®ximo, donde Israel cuenta con la ventaja militar garantizada por Estados Unidos y los palestinos con una nula consideraci¨®n para sus derechos.
Trump ha instalado dos ideas subversivas para la democracia: la negativa a conceder la victoria del adversario y la permanente difusi¨®n de insidias y bulos para desprestigiar el sistema electoral. Si gana este martes, ser¨¢ un amenazante supercontagiador del virus autoritario del que deber¨¢n protegerse las democracias liberales. Estas premoniciones se leen f¨¢cilmente en el rastro de desorden que deja tras s¨ª el gran lobo de la extrema derecha.