La democracia tiene sentido
Con el reconocimiento de la victoria y el relevo presidencial, Biden y Harris muestran a Trump c¨®mo debe comportarse un gobernante ante la derrota
No es quien obtiene m¨¢s votos quien mantiene viva la democracia. Es el gobernante perdedor, el que ha obtenido menos votos, pero acepta la victoria de su adversario, le felicita sinceramente y facilita el relevo pac¨ªfico en el poder, en vez de ausentarse despechado, vaciar los cajones, dejar alg¨²n muerto en el armario o promover un alzamiento violento para evitarlo.
Este es el comportamiento ejemplar de Kamala Harris y Joe Biden, expresado en sendos discursos que legitiman a Donald Trump como presidente y expresan su disposici¨®n a facilitar la transici¨®n y asistir a la toma de posesi¨®n. Harris y Biden har¨¢n todo lo que no quiso hacer Trump cuando sali¨® derrotado en 2020 y se dedic¨® a obstaculizar los recuentos, amenazar a funcionarios para que le buscaran los votos que le faltaban y finalmente convocar el tumulto que asalt¨® el Capitolio. No cab¨ªa esperar nada distinto de los dem¨®cratas.
La aceptaci¨®n del resultado electoral por parte de Harris y Biden no ha sido mediante un simple y tedioso tr¨¢mite, sino con palabras llenas de elegancia y deportividad, de las que se ha ausentado cualquier resentimiento y solo conten¨ªan en su ejemplaridad un ¨²nico e impl¨ªcito reproche. Solo Trump, escandalosa excepci¨®n de la regla democr¨¢tica que suelen seguir todos los candidatos, no acept¨® el resultado precisamente cuando las elecciones se celebraron bajo su presidencia, pero todo le parece impecable cuando las ha ganado bajo presidencia dem¨®crata.
Por una paradoja de la gran democracia americana, el actual vencedor tendr¨¢ en sus manos todos los poderes y eludir¨¢ cualquier escrutinio, a excepci¨®n de la opini¨®n p¨²blica, pero la ¨²ltima salvaguardia de la democracia la constituyen los dem¨®cratas, que reconocen la derrota y facilitan el gobierno a quien les ha vencido. Las nuevas mayor¨ªas pueden cambiar en sucesivas elecciones, pero solo suceder¨¢ si la democracia resiste, algo que exige como premisa la actual alternancia pac¨ªfica que en 2021 no fue posible gracias a la actitud de Trump.
Esta es la primera advertencia al presidente electo y a la vez el severo reproche por su mal perder de hace cuatro a?os, heraldo del mal ganar que anuncian todos sus gestos y palabras. Los dos actos legitimadores de toda democracia, como son el reconocimiento de la victoria ajena y la tranquila entrega del poder, no pertenecen a su mentalidad autoritaria. No los quiso protagonizar cuando le correspond¨ªa y no pensaba hacerlo ahora si las urnas le negaban la mayor¨ªa. As¨ª pudo sostener y alimentar durante cuatro a?os el bulo de las elecciones robadas hasta convertirlo en dogma trumpista.
La actitud ejemplar de Biden y Harris no es una an¨¦cdota de cortes¨ªa y buena educaci¨®n, sino un acto pol¨ªtico y moral que gravitar¨¢ sobre la presidencia de Trump y sobre el siguiente relevo presidencial. Su aut¨¦ntica dimensi¨®n aparece en la exigencia de lealtad personal al presidente y no a la Constituci¨®n que se va a exigir a los nuevos altos cargos de la Administraci¨®n de Trump, seg¨²n el nuevo c¨®digo de malas costumbres que quiere imponer la extrema derecha ahora en el poder.
A diferencia de anteriores relevos, los nombramientos no depender¨¢n exactamente de las investigaciones a cargo del FBI, el famoso vetting destinado a evitar descubrimientos escandalosos, sino de la comprobaci¨®n de la lealtad personal al presidente mediante la sencilla indagaci¨®n sobre la adhesi¨®n de los candidatos a los bulos trumpistas respecto al robo de las elecciones de 2020 y la inocencia de quienes asaltaron el Capitolio el 6 de enero de 2021. Ser¨¢ admitido en el Gobierno quien siga aplaudiendo el comportamiento antidemocr¨¢tico de Trump en 2021, exactamente lo que descalifican Biden y Harris con su impecable actitud democr¨¢tica.
El pueblo no ha votado mal. Los ciudadanos nunca votan mal. No hay democracia cuando se condiciona su existencia al resultado que arrojen las urnas. No creen en ella quienes rechazan las dos reglas elementales de un relevo presidencial. Creen en el poder y en el dinero, que sirven para ganar elecciones, pero conducen al abuso de poder y a la corrupci¨®n del voto. La democracia exige fe, pero tambi¨¦n esperanza: si no es esta vez, ser¨¢ la siguiente. Ambas derivan de la confianza en los ciudadanos, el pueblo, la gente, el sujeto de las primeras palabras de la Constituci¨®n de los Estados Unidos: ¡®We the people¡¯. Son los valores que dan sentido a la democracia y permiten mantener encendida la llama cuando tantos creen que se est¨¢ apagando.
Harris recuper¨® con su campa?a la esperanza y la alegr¨ªa y con su discurso de aceptaci¨®n de la derrota ha demostrado que no piensa perder ni una ni otra. A buen seguro que tiene muy asumidas las ideas de Vaclav Havel sobre la esperanza, que no es la creencia de que algo saldr¨¢ bien, sino la certeza de que las cosas, independientemente de c¨®mo salgan, tienen sentido.
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