C¨®mo la indignaci¨®n mejora la democracia
La protesta es ¨²til cuando consigue echar a quienes no tienen la altura y ayuda a identificar errores y corregirlos, no cuando impugna todo el sistema en nombre del pueblo
La indignaci¨®n sale a la calle cuando un pueblo clama contra la injusticia, la sinraz¨®n o la incompetencia. La indignaci¨®n es el grito desesperado de quienes sufren cuando las instituciones no hacen su trabajo. Cualquier dem¨®crata debe estar atento a este sentimiento, entender sus motivos y ayudar a que sirva para mejorar la democracia.
Los miles de personas que salieron a la calle el s¨¢bado pidiendo la dimisi¨®n de Carlos Maz¨®n se expresaron en t¨¦rminos radicalmente democr¨¢ticos ante la actuaci¨®n del presidente valenciano, su incomparecencia en las horas clave de la riada, la opacidad y falsedad de sus explicaciones y la cadena de errores que trufaron la gesti¨®n de la Generalitat. Tambi¨¦n protestaron contra el presidente Pedro S¨¢nchez y el Gobierno de Espa?a, al que en el manifiesto final criticaron por no ¡°haber presionado de manera contundente e inmediata el Gobierno valenciano ante su inacci¨®n para intervenir con todos los efectivos disponibles y ayudar a la ciudadan¨ªa a reconstruir sus vidas.¡±
Gracias a esos periodistas que est¨¢n haciendo bien su trabajo ¡ªy que no son pocos¡ª se va recomponiendo lo que ocurri¨® en aquellas horas cr¨ªticas, cuando el presidente de la Comunidad Valenciana, desaparecido, no contestaba las llamadas de la vicepresidenta del Gobierno central Teresa Ribera ni de su equipo; as¨ª como lo que aconteci¨® despu¨¦s, cuando la consejera de Justicia e Interior valenciana no puso en marcha las alertas que hubieran podido salvar vidas. Es lo que tiene la democracia, que necesita que cada cual haga su trabajo, y lo haga bien. De ah¨ª que sea imprescindible diferenciar lo que funcion¨® de lo que no lo hizo.
Porque funcion¨® la Aemet ¡ªagencia p¨²blica dependiente del Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica¡ª cuando, tras d¨ªas advirtiendo de que la situaci¨®n pod¨ªa ser grave, lanz¨® la alerta roja el martes 29 a las 7.36 de la ma?ana. Tambi¨¦n funcionaron los servicios de emergencia de la Universidad de Valencia, que con la misma informaci¨®n que ten¨ªa la Generalitat mandaron un preaviso el lunes por la noche a los departamentos y el martes a mediod¨ªa suspendieron todas las actividades acad¨¦micas. Salta a la vista que fueron oportunas y acertadas las respuestas de alcaldes y alcaldesas, en primera l¨ªnea, que ayer mismo en estas p¨¢ginas recordaban la importancia del Estado. Y es innegable que la sociedad, con los j¨®venes a la cabeza, ha dado un ejemplo de compromiso y solidaridad.
Se podr¨¢ discutir si la cadena de mando deb¨ªa estar o no en manos de la Comunidad Aut¨®noma o del Gobierno de Espa?a, si ¨¦ste ten¨ªa que haber tenido mayor presencia en los primeros momentos, o si hay que afinar m¨¢s la ¡°cogobernanza¡± que oper¨® durante la pandemia; pero el 29 de octubre de 2024 la ley era la que era y no cab¨ªa ponerse a debatir su reforma o sustituir sobre la marcha la c¨²pula del dispositivo. Ning¨²n experto en gesti¨®n de crisis aconsejar¨ªa tal cosa.
Frente a estos an¨¢lisis, necesitados de mayor detalle y concreci¨®n cuando llegue el momento, hay quienes aprovechan la situaci¨®n para lanzar una impugnaci¨®n al conjunto, una enmienda a la totalidad que ni ayuda a entender los m¨²ltiples motivos de la indignaci¨®n, ni a darles soluci¨®n alguna. Una cortina de humo que tapa los errores y la irresponsabilidad dejando as¨ª impunes a quienes los cometieron. Porque si la culpa es de todos, la culpa es de nadie. Si todos son iguales, qu¨¦ m¨¢s da a quien votes. Una l¨ªnea discursiva ¡ªni siquiera argumental¡ª propia de los populismos que llevan a la ultraderecha al poder. Steve Bannon, el ide¨®logo del trumpismo, lo entendi¨® muy bien.
Sabemos que la desconfianza en las instituciones cuesta vidas, de la misma manera que hemos comprobado de la forma m¨¢s tr¨¢gica que el negacionismo clim¨¢tico mata. La indignaci¨®n salvar¨¢ al pueblo si consigue echar a quienes no tienen la altura, la capacidad o la responsabilidad necesaria para gobernar; si sirve para corregir aquellos aspectos del sistema que fallaron estrepitosamente y reforzar los que funcionaron adecuadamente; y si logra abrir una reflexi¨®n en profundidad sobre aquellos elementos de nuestra forma de vida que hay que revisar. En definitiva, si consigue mejorar la democracia con m¨¢s democracia. Para ello ha de expulsar a quien siembre bulos, desinformaci¨®n, manipulaci¨®n o proclamas irresponsables que s¨®lo consiguen allanar el camino a la ultraderecha, algunos de cuyos l¨ªderes ya act¨²an en las redes sociales e intentan capitalizar las protestas.
La indignaci¨®n puede tomar muchos caminos. El pol¨ªtico, como hicieron miles de valencianos y valencianas saliendo a las calles bajo el lema ¡°Maz¨®n, dimisi¨®n¡±, como hacen quienes con trazo fino buscan las responsabilidades y los fallos, o quienes informan con rigor pese a la complejidad de lo sucedido. Por el contrario, puede deslizarse por la senda de la antipol¨ªtica, un recorrido construido de bulos, violencia, o del consabido ¡°todos son iguales¡±, antesala del autoritarismo. Es m¨¢s f¨¢cil acudir al trazo grueso y a la simplificaci¨®n demag¨®gica que explicar y analizar fen¨®menos complejos que exigen a quienes los observan conocimiento, temple, saber utilizar el matiz y los t¨¦rminos justos. Eso es lo que ahora hace falta.
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