Humanos convertidos en paisaje
Los lectores escriben sobre la actitud de algunos turistas, la violencia machista, los cambios en la ense?anza y la sanidad p¨²blica
Creo que me he convertido en parte del paisaje, como los ¨¢rboles, los sem¨¢foros o el asfalto. Lo sospecho desde que trabajo en el centro de Toledo. Bajo por la calle Comercio y los grupos de turistas que se expanden por todo el ancho de la v¨ªa, pastoreados por un gu¨ªa cada vez m¨¢s servicial, no me ven. Bueno, imagino que me ven, pero paso tan desapercibido como la farola que tenemos encima y por eso no me dejan pasar. Cuando subo al autob¨²s de vuelta a Madrid, deben de confundirme con alguno de esos actores felices que protagonizan los carteles de la autov¨ªa, porque no quitan su mochila del asiento vac¨ªo para que me pueda sentar. Por la falta de empat¨ªa con la que muchos de los visitantes se dirigen a los camareros, conductores de autob¨²s o dependientes, sospecho que al resto de personas tampoco las ven. Esto de convertirse en paisaje puede que sea ya una epidemia.
?gor Berm¨²dez Garc¨ªa. Fuenlabrada (Madrid)
Sin golpes tambi¨¦n hay delito
Soy formadora de un grupo de adolescentes, el 60% son mujeres. El 25-N, d¨ªa de la eliminaci¨®n de la violencia contra la mujer, propuse un ejercicio para identificar la violencia de g¨¦nero en algunos relatos reales. Qu¨¦ esc¨¢ndalo cuando en las narraciones aparec¨ªan los golpes; sin embargo, nadie identific¨® violencia en el chantaje emocional, el control o la violaci¨®n de la intimidad. Las mujeres maltratadas sin golpes, en muchas ocasiones, no son conscientes de su situaci¨®n de v¨ªctima. Es esencial destacar este tipo de violencias. La violencia machista va mucho m¨¢s all¨¢ de las mujeres asesinadas. Incluye a todas aquellas que reciben vejaciones, castigos y humillaciones, que est¨¢n anuladas y controladas social y econ¨®micamente por sus parejas¡ Tambi¨¦n estas formas de violencia son delito.
Miriam Saavedra Ortega. Barcelona
Silencio en la sala de profesores
Llevo entrando y saliendo de la sala de profesores del instituto 34 a?os. Reparo en algunas novedades desde no hace mucho tiempo: ordenadores ocupados en los que se teclean informes en silencio, rostros ensimismados en las listas interminables de correos electr¨®nicos, no hay prensa de papel, requerimientos en voz baja sobre asuntos inform¨¢ticos, no hay libros, la impresora escupe fichas, pantallas con avisos luminosos, reuni¨®n para la reuni¨®n, informe para el informe, acabo de poner un parte, y yo, otro parte, claustro. No s¨¦ si todo esto es lo que quieren los profesores, si les hace felices, si ayuda a los alumnos. Entro. Salgo. En silencio.
Javier Mart¨ªnez Alejandre. Pontevedra
Mi experiencia en un hospital p¨²blico
Fui con mi hijo de 40 d¨ªas a urgencias, a primera hora de la ma?ana siguiente, ya le hab¨ªa visto la cirujana pedi¨¢trica. A finales de la semana que viene, estar¨¢ operado. Algo prioritario se resolvi¨® en pocas horas. Gracias a los profesionales que nos han tratado con el mayor cari?o posible y a un sistema universal que nos protege y cuida. Lamento que discursos extremistas y populistas fomenten la evasi¨®n de impuestos y denigren el escudo social, aquel que nos protege cuando lo m¨¢s necesitamos.
Ra¨²l Mart¨ªn Valencia. Valladolid
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